Salvatierra: una ciudad museo; en la gráfica de arriba, lo que era un sueño y, al lado derecho, un dibujo a colores de lo que conservamos hoy de aquel comienzo de este sueño del siglo XVII, llamado: la muy noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra.
El sueño de una ciudad. El doctor en Teología Agustín Francisco Esquivel y Vargas escribe en 1764, lo que significa la fundación de la noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra, para el entonces virrey García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra, quien inmortalizó su nombre con la creación de una ciudad alzada con toda la ciencia al alcance de su tiempo. Aquí transcribimos las páginas 196-199 de su obra "El Fénix del Amor", con notas escritas entre corchetes para ayudar en la lectura del texto, hechas por Alberto Carrillo Cázares de la Piedad, Michoacán.
A orillas del caudalosos Río Grande [de Lerma] hace [este río] cinta de plata, [y] también diré [que] de oro, por los caudales con que enriquece la Nueva España y muchas partes de estos reinos. Corre por el medio de su continente [de este país] abasteciendo varios lugares, que gozan de sus riberas. Pero con ninguno se muestra más liberal que con la ciudad de Salvatierra, en que, por una y otra ribera, baña y fertiliza un extenso valle de trigo, de que se abastecen en su contorno los mejores y más ricos lugares [y poblaciones]. Goza su situación las más bellas cualidades: cielo alegre, amenidad natural, céfiro [aire] apacible, terreno fecundo, aguas saludables y temperamento [y clima] templado. Todo lo expone el señor Dr. D. Pedro Navia en [el documento de] su Parecer de Salvatierra, que bastaba esta fundación [de dicha ciudad par]a hacer feliz su gobierno. Por lo que [el mismo virrey] dio el nombre de Salvatierra, y se fundó con los privilegios y preeminencia iguales a la ciudad de [Puebla de los] Ángeles, como consta de sus títulos, aunque en la presente [fecha] no tiene el goce de todos estos fueros. Con la antigüedad [le gana] a Celaya y Querétaro, que aunque fueron poblaciones primeras, después se les dio el título de ciudades.
En la cima de esta amena situación se ve despeñar el río en un profundo salto, a cuyo golpe se da en las peñas, rebate a lo alto una espesa munición [y descarga] de agua, que luego se deshace en delgada lluvia o neblina. De esta cima descienden y se reparten, como aquellos cuatro ríos del paraíso, cuatro caudalosas acequias de una y otra banda en beneficio de las labores.
Linda el espeso monte en que fue hallada la santa imagen [del Señor del Socorro] con el salto del río. Que como Adán se escondió en la espesura del paraiso a la voz de Dios, que lo llamó, no es mucho [que] hiciese eco en otro paraiso escondido el segundo Adán, que vino en su socorro [Bajo el árbol de la manzana te levanté: para que de donde salió la muerte, de allí mismo resurgiera la vida (prefacio de la Santa Cruz. Misal Romano)]. Corramos los alcances del paraíso por esta bella amenidad [que nos puede dar idea de aquélla]. Es tanta la del Barrio o sitio de San Juan, en que está aquel santuario, que es usura [y gozo] de los sentidos. Ahí no tiene [ya más] que desear la vista, con tanta variedad de árboles y frutos de todas clidades, plantas [y] abundancia de flores, exentas [a salvo] de los rigores del invierno en una continua primavera, pues hasta el [mes] de septiembre se mantienen [frescas] las rosas. [Allí] el olfato percibe, una cuadra antes de llegar al sitio, el olor de las flores, en especial en la primavera, la flor de los ates o chirimoyas, fruta nacional.
No quiera apurar por menor la expresión [y descripción] particular [de la belleza de esta tierra] temeroso de que no se me vitupere de apasionado o ponderativo, con peligro del crédito de mi historia, en que he seguido el hilo de una verdad sincera y patente. No siento tato el temor de los presentes a quien la vista de ojos puede informar [para los ausentes] desembarazarse [o salir] de una duda. Pero si merece crédito Casaneo, quien refiere con otros [autores] que en la tierra hay diferentes paraísos y lugares insignemente deleitosos, no es ajeno [ni tema alejado] de opinión [juiciosa, el pensar que pudo hallarse] el apraíso en estas partes de nuestra América, [indicando] con la más válida seña del famoso río que la fertiliza con sus aguas. Véanse en Salvatierra todas las cualidades que conspiran [y contribuyen] a formar un lugar el más deleitoso y aoacible:
La primavera era eterna, y en apacibles y tibios años
los aires acariciaban las flores nacidas sin semilla alguna.
Pronto también la tierra sin labranza traía su propia cosecha
ni faltaban en el reverdecido campo las doradas espigas. (Ovidio, Metamorfosis)
De estas noticias careció o se desembarazó el autor del Teatro Americano, que aunque asienta la fertilidad de Salvatierra, la expone tan diminuta como el informe que hace de su población. Se deja ver la ciudad más hermosa y galana el Miércoles Santo, en lo más apacible de la primavera, que hace las mañanas del más dulce entretenimiento. Tal lo es esta mañana, en que a sus albores se levanta la gente, y en tropas hace una vistosa concurrencia lo más noble de ambos estados, eclesiástico y secular, con el pueblo de todas calidades y sexos.
Esta última frase indica que redactó su tema de Salvatierra en su casa de la calle actual de Madero, y nos
indica la armonía de la población un Miércoles Santo con el Señor del Socorro (nota del Editor del blog).
hola estoy buscando la imagen de la plaza de armas pero mas grande me la podrian mandar es para un trabajo escolar y la verdad me urge mucho asi que mandenla a mi correo q es na.rutoyhinata95@hotmail.com y gracias
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