EL CONVENTO DEL CARMEN DE VALLADOLID
Manuel Toussaint, en el estudio publicado en los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas que consagró a fray Andrés de San Miguel, considera que el Carmen de Morelia es una obra que se puede atribuir al carmelita, existiendo documentos que apoyan su tesis.
La fundación de la casa fue muy anterior, pues ya ha quedado señalada como la cuarta que cronológicamente tuvo la Orden en la colonia. Dice, en relación con esto, fray Francisco de Santa María, en el segundo volumen de la Historia de la Reforma:
Hízose en una Ermita que había en la ciudad, cuyo dueño era Alonso de Cáceres, notario apostólico que de muy buena gana la entregó a la Orden, y tomóse la posesión a diez de septiembre, y último de octubre se puso el Santísimo Sacramento. Estaba en esta ermita fundada una cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, de donde la Ermita tomó el título. Pasóse después al convento de los padres agustinos la cofradía y quedó el convento con título de Nuestra Señora del Carmen.
Fundado el convento transcurrieron algunos años, hasta que al concluir el primer cuarto del siguiente siglo la iglesia parecía vieja, además de ser improvisada y poco a propósito para una Orden que, deseando instalarse en una casa que no desluciera de la ciudad que crecía en población y comercio, tomó la determinación de iniciar una reconstrucción en serio.
Existen menciones de trabajos realizados en una "iglesia nueva", bajo los prioratos de fray Miguel de la Encarnación (1615-1618), que hizo gran parte de ella, y de fray José de Eliseo (1624-)627), que la dedicó, así como de un claustro iniciado bajo fray Pedro de San Juan (1627-1630) y terminado bajo fray Andrés de los Santos (1630-1633). Ignoro hasta qué punto se trató verdaderamente de una iglesia nueva, o si fueron solamente reparaciones, pues en la reunión del Definitorio correspondiente al 24 de octubre de 1629, figura la siguiente determinación:
... que el dicho hermano fray Andrés de San Miguel enmiende lo que está errado, y trace lo que falte en el edificio de nuestro convento de Valladolid, y esa traza tengan obligación de guardar los priores de aquella casa.
Pero no debieron iniciarse de inmediato los arreglos, sea porque fray Andrés no tenía lista la planta, o porque habiéndola hecho no satisfacía del todo a los definidores. En una nueva reunión celebrada el 23 de octubre de 1630, abordaban otra vez la cuestión tomando el acuerdo siguiente:
Se dio licencia para que de nuevo se haga la traza y planta de Valladolid, por cuanto la que al presente está hecha se halla estar errada, y la que de nuevo se hiciese se ejecute.
Manuel Toussaint, en el estudio publicado en los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas que consagró a fray Andrés de San Miguel, considera que el Carmen de Morelia es una obra que se puede atribuir al carmelita, existiendo documentos que apoyan su tesis.
La fundación de la casa fue muy anterior, pues ya ha quedado señalada como la cuarta que cronológicamente tuvo la Orden en la colonia. Dice, en relación con esto, fray Francisco de Santa María, en el segundo volumen de la Historia de la Reforma:
Hízose en una Ermita que había en la ciudad, cuyo dueño era Alonso de Cáceres, notario apostólico que de muy buena gana la entregó a la Orden, y tomóse la posesión a diez de septiembre, y último de octubre se puso el Santísimo Sacramento. Estaba en esta ermita fundada una cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, de donde la Ermita tomó el título. Pasóse después al convento de los padres agustinos la cofradía y quedó el convento con título de Nuestra Señora del Carmen.
Fundado el convento transcurrieron algunos años, hasta que al concluir el primer cuarto del siguiente siglo la iglesia parecía vieja, además de ser improvisada y poco a propósito para una Orden que, deseando instalarse en una casa que no desluciera de la ciudad que crecía en población y comercio, tomó la determinación de iniciar una reconstrucción en serio.
Existen menciones de trabajos realizados en una "iglesia nueva", bajo los prioratos de fray Miguel de la Encarnación (1615-1618), que hizo gran parte de ella, y de fray José de Eliseo (1624-)627), que la dedicó, así como de un claustro iniciado bajo fray Pedro de San Juan (1627-1630) y terminado bajo fray Andrés de los Santos (1630-1633). Ignoro hasta qué punto se trató verdaderamente de una iglesia nueva, o si fueron solamente reparaciones, pues en la reunión del Definitorio correspondiente al 24 de octubre de 1629, figura la siguiente determinación:
... que el dicho hermano fray Andrés de San Miguel enmiende lo que está errado, y trace lo que falte en el edificio de nuestro convento de Valladolid, y esa traza tengan obligación de guardar los priores de aquella casa.
Pero no debieron iniciarse de inmediato los arreglos, sea porque fray Andrés no tenía lista la planta, o porque habiéndola hecho no satisfacía del todo a los definidores. En una nueva reunión celebrada el 23 de octubre de 1630, abordaban otra vez la cuestión tomando el acuerdo siguiente:
Se dio licencia para que de nuevo se haga la traza y planta de Valladolid, por cuanto la que al presente está hecha se halla estar errada, y la que de nuevo se hiciese se ejecute.
Pero tampoco en esta ocasión se hizo o aceptó plano alguno. Por circunstancias desconocidas, la iniciación de la nueva obra seguiría dilatándose hasta 1634, vacilando entre adoptar una traza dejada por fray Esteban de San José y los proyectos de fray Andrés de San Miguel, según se infiere del texto del acta del Definitorio celebrado el 19 de octubre de 1634:
Item. Se sometió a Nuestro Padre Provincial la disposición de lo que más convenga, acerca de la obra que se ha de hacer en Valladolid, siguiendo o alterando la traza que dejó Nuestro Padre General fray Esteban de San José, en lo que más conviniere.
Independientemente de que para la nueva obra se hubieran servido de una traza dejada por fray Esteban de San José, o de los diseños de Andrés de San Miguel, la ejecución, seguramente, corrió por cuenta del segundo; faltando saber si con anterioridad a esos años había atendido a otras reparaciones, como sugiere Angula, al mencionar como probablemente suya, la portada lateral fechada en 1619.
Del templo actual poco puede atribuirse a fray Andrés. El claustro pequeño situado al lado del Evangelio, aunque es únicamente bajo y de pilastras, como invariablemente los iban haciendo los carmelitas, presenta una distribución diferente en su arquería y un tipo distinto de pilastras del que hemos encontrado en San Ángel, Puebla y en las plantas del manuscrito. La iglesia tiene planta de cruz latina, de brazos cortos, pero de presbiterio muy profundo, que no encaja con los demás modelos. Aunque cuenta con una bella espadaña, semejante a la de Salvatierra, de tres cuerpos, queda apoyada en un verdadero cubo de torre, de botareles exteriores, indicando que se trata de una adaptación posterior. La fachada, en cambio, conserva el estilo generalizado a principios del XVII, reduciendo la decoración al encuadramiento del vano, con pobres recuerdos herrerianos, un nicho y una ventana.
Item. Se sometió a Nuestro Padre Provincial la disposición de lo que más convenga, acerca de la obra que se ha de hacer en Valladolid, siguiendo o alterando la traza que dejó Nuestro Padre General fray Esteban de San José, en lo que más conviniere.
Independientemente de que para la nueva obra se hubieran servido de una traza dejada por fray Esteban de San José, o de los diseños de Andrés de San Miguel, la ejecución, seguramente, corrió por cuenta del segundo; faltando saber si con anterioridad a esos años había atendido a otras reparaciones, como sugiere Angula, al mencionar como probablemente suya, la portada lateral fechada en 1619.
Del templo actual poco puede atribuirse a fray Andrés. El claustro pequeño situado al lado del Evangelio, aunque es únicamente bajo y de pilastras, como invariablemente los iban haciendo los carmelitas, presenta una distribución diferente en su arquería y un tipo distinto de pilastras del que hemos encontrado en San Ángel, Puebla y en las plantas del manuscrito. La iglesia tiene planta de cruz latina, de brazos cortos, pero de presbiterio muy profundo, que no encaja con los demás modelos. Aunque cuenta con una bella espadaña, semejante a la de Salvatierra, de tres cuerpos, queda apoyada en un verdadero cubo de torre, de botareles exteriores, indicando que se trata de una adaptación posterior. La fachada, en cambio, conserva el estilo generalizado a principios del XVII, reduciendo la decoración al encuadramiento del vano, con pobres recuerdos herrerianos, un nicho y una ventana.
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