El programa educativo de José Vasconcelos Calderón, dentro de la Secretaría de Educación Pública que creó en el Gobierno de Álvaro Obregón, estuvo fundamentado en la tarea evangelizadora de los misioneros franciscanos, agustinos, y particularmente en los jesuítas. Desde esa época al maestro rural se le designó como "Apóstol de la Educación", evangelizador del alfabeto. La meta era alfabetizar a toda la población.
Los jesuítas del siglo XVIII, los que fueron expulsados, como Francisco Javier Clavijero, Diego José Abad, Francisco Javier Alegre y Rafael Landívar dejaron obras explicando sus métodos pedagógicos y sus procesos de producción de conocimientos.
La obra intelectual que más impresionó a José Vasconcelos fue la "Rusticatio Mejicana", escrita por Rafael Landívar en el exilio de Bolonia, Italia; y publicada en exámetros latinos en 1782.
La Rusticatio Mejicana, traducida en verso castellano por Federico Escobedo en 1925, es una obra científica que describe la naturaleza de México de manera objetiva, y que pone a la par a la ciencia europea, de esa época, con la ciencia americana.
El método de estudio descrito en el libro sexto, "Los Castores", es la definición pedagógica que Vasconcelos retomará para crear la Escuela Rural y las Misiones Culturales que, como los misioneros franciscanos y jesuítas, imitando a los apóstoles, tomaron el mandato que Cristo dijo a sus discipulos "Id y enseñad".
Con el nombre de "Castores", Landivar se refiere en la obra a los hombres mexicanos, en el primer verso dice de ellos:
"el ingenio sagaz de aquesta gente
que sus casas construye con pericia"...
..."dígnate descubrirme, pormenores
dándome del trabajo en que se emplean".
Con estos cuatro versos, Landivar establece el propósito de su tarea de investigación sobre los las tierras mexicanas. Conocer la cultura indígena como fundamento de una patria libre, marcando el nacimiento del nacionalismo que devendrá en el principio fundante de la lucha por la Independencia de México.
Mismos ideales de Vasconcelos, que a decir de Anastasio Sosa Ramos: "Para Vasconcelos no sólo es indispensable, sino que pretende hacer artistas a todo el pueblo con una amplia promoción de artesanías, cantos y danzas populares. Al proponerse rescatar las raíces autóctonas, inicia el sistema de influir y dejarse influir por el arte indígena. Surgen así la pintura, la arquitectura y la música nacionalista ((Sametz de Walerstein, 1991: 66-67).
Landivar describe su ideal social de igualdad en el libro sexto:
La noble habitación de los castores
en variados domicilios dividida,
abraza por igual y da acogida
tanto a los inferiores
como a las altas sedes, en que cuida
de que la activa gente
con adecuados hospedaje cuente.
Formar una unión con la tierra y no perder las raíces, es un ideal de Landívar, como representante del programa nacionalista de los jesuítas, programa que retoma Vasconcelos y que queda expresado en los siguientes versos:
Y goza con la idea placentera
de engendrar copiosísimo linaje
que tenga parecido
con la patria raíz de que ha nacido.
Rafael Landívar expone lo que fue su vida de juventud y la aconseja a los mexicanos desde su exilio de Bolonia, sabiendo que la igualdad con los europeos es completa y la libertad se construye con la ciencia y los vaores humanos. En el libro "La Cruz de Tepic", escribe:
Aprende de tu suelo
las tierras a tener en gran estima;
y de tus campos la riqueza opima;
... tu vida toda, en cultivarlas, empeña;
Para Landivar el ideal, la utopía, es construir una patria humanista agrícola, regida por los valores de la solidaridad, la autoridad sin privilegios, el estudio, la investigación, el trabajo, la familia, con ciudades bellas y población sana y robusta.
Vasconcelos dice lo mismo en su utopía de la Raza Cósmica: el fin a alcanzar en su teoría del conocimiento, que se origina en un concepto general del mundo, mediante una educación que integre trabajo, técnica y ciencia, es equilibrado con valores éticos, con los cuales Vasconcelos desemboca en su propuesta de educación estética".
La conclusión a que llega Vasconcelos, es la misma utopía con la que llegaron los misioneros a la Nueva España, que es necesario un nuevo tipo de hombre, con una nueva forma de vivir.
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