Represalias de la República Restaurada en Celaya.
Luego del triunfo de los liberales contra Maximiliano de Habsburgo, a don Manuel J. Lizardi, propietario de la fábrica de paños de "Zempoala", que había sido "Consejero de Estado" del Imperio, se le decomisaron todas sus pertenencias y con ellas la factoría, que después de rematada en 1867, pasó a ser propiedad del acaudalado español, don Eusebio González, en aquel entonces recién llegado a la ciudad, 1852.
El catolicismo de Eusebio González
Este había arribado al país, pero al encontrar empleo como cuidador del ganado porcino en las fincas de campo del rico hacendado de Salamanca, Don Patricio Valencia, se enamoró y casó al poco tiempo con una de las hijas de su patrón: Doña Emeteria. En seguida de haber tomado estado, unió los bienes de su esposa a la modesta fortuna que él había podido reunir traficando con unas y con otras de las tropas contendientes; y entonces empezó a emprender muchos negocios, que aparte de darle muy buenos rendimientos, sirvieron para que González prestara grandes beneficios al pueblo de Salamanca. Años más tarde, se trasladó el matrimonio a Celaya, donde Don Eusebio compró a muy bajo precio buen número de propiedades que habían sido de
Compra, Eusebio, los tres conventos de Celaya a los protestantes
La iglesia Protestante, a Celaya llegaron en los primeros días de enero de 1874, y desde luego el ministro, Samuel Graver, trató de que las autoridades lo pusieran en posesión de alguno de los templos que había en la ciudad. Su pretensión dio origen a que la gente se amotinara; y para evitar el despojo varias personas pudientes ofrecieron algunas cantidades al gobierno para adquirir el derecho de seguir usando las iglesias; entre ellas, Don Eusebio González, que rescató el Carmen; su esposa, Doña Emeteria Valencia de G., el Tercer Orden; la hermana de ésta, Doña Antonia, San Agustín, y así sucesivamente; quedando chasqueados los protestantes, a los que tuvo que proteger la autoridad, porque el pueblo los apedreó y hasta trataba de matarlos, no obstante las exhortaciones en contrario del virtuoso Cura párroco de Celaya, Don Francisco M. Góngora.
Préstamo al presidente José María Iglesias por Eusebio González
En su lugar quedó Don Guillermo Prieto, y éste no permaneció ocioso; pues sobre el préstamo de $80,000.00 que antes se había ya agenciado en Guanajuato, consiguió en Celaya un aumento de $10,000.00, que fue suscrito por Don Eusebio González y algunos otros vecinos pudientes de la ciudad; mas siendo en realidad esa cantidad insignificante para cubrir las atenciones del momento, se resolvió imponer a todo el Estado un préstamo de $150,000.00 pesos.
Aún siendo español, Eusebio González intervenía en la política mexicana
Iglesias salió de Celaya a las seis de la mañana del 21 de Diciembre 1876 para dirigirse a la Hacienda de la Capilla. No quiso llevar ningunos soldados de escolta, para evitar conflictos con los contrarios; y solamente lo acompañaron un hijo suyo, sus ayudantes: Don Carlos Álvarez Rul y Don Wenceslao Rubio; y el acaudalado comerciante, Don Eusebio González, de quien ya me he ocupado antes, que le había demostrado al Presidente una deferente amistad, y que además había estado trabajando con el mayor empeño por el restablecimiento de la paz. Iban también con Don Eusebio, su sobrino del mismo nombre, y diez mozos armados, que llevaba siempre consigo en sus viajes, para librarse de algún asalto de los malhechores
La conversación entre José María Iglesias y Porfirio Díaz se prolongó por algún tiempo sobre los mismos temas; y como no se pudiera adelantar nada, ni por uno ni por otro lado, se convino en dar por terminada la conferencia, partiendo casi en seguida el Sr. Iglesias para Celaya; esta vez solo, porque sus acompañantes se quedaron en San Juanico, con excepción de Don Eusebio González que pasó a Querétaro, por tener que arreglar allí varios asuntos que se relacionaban con sus negocios comerciales; pero más que todo, con la mira de entrevistar al Gral. Díaz, tratando de congraciarse con el afortunado jefe.
Porfirio Díaz se hospeda en casa de Eusebio González
Se alojó en la casa de Don Eusebio González, situada en el portal de Sta. Mónica, donde hoy está la casa comercial de los Sres. Suárez; pues durante la estancia de Don Eusebio en Querétaro, tuvo éste la oportunidad de ganarse la amistad del General; y ahora lo había precedido para procurarle todas las comodidades en su domicilio. Don Porfirio salió al balcón central del edificio para ver, rodeado de algunos jefes y de otras muchas personas, el desfile de sus tropas; recibiendo al mismo tiempo las aclamaciones de la multitud, que no cesaba de vitorearlo.
La contienda electoral en Guanajuato; Eusebio González apoya a Florencio Antillón
Al Gral. González lo fueron a esperar sus partidarios hasta las afueras de la población, y seguido de un gran acompañamiento en el que figuraba el Gral. Antillón, desde los balcones del "Hotel de Guadalupe" hablaron ambos al pueblo que en masa se apretujaba en la plaza principal para oírlos y vitorearlos; no sin que hubiera varios desórdenes provocados por la policía municipal, que obedecía la consigna del Jefe Político, el Corl. Don Dionisio Catalán, quien llegó hasta mandar encarcelar y azotar a muchos individuos de clase popular, por el solo hecho de haber sido éstos demasiado expresivos en su partidarismo; (10) en cambio a personas acomodadas que se habían declarado simpatizadoras y partidarias de Antillón, como por ejemplo: Don Eusebio González, a éstas no se les molestó en lo más mínimo, porque de algo les había de servir su dinero y su amistad con los funcionarios que tenían el poder entre sus manos.
Emeteria Valencia funda dos escuelas de beneficencia en Celaya
Aunque las nuevas disposiciones impuestas en materia de instrucción, coartaban la liberad de enseñanza, la iniciativa privada seguía sembrando en las inteligencias la cultura; tanto que para entonces en Celaya, gracias al generoso desprendimiento de la caritativa Sra. Doña Emeteria Valencia de González, habíase dado término a la construcción de dos magníficos edificios escolares en las calles de "Abencerraje" y del "5 de Mayo", para ponerlas al servicio de la niñez desvalida de la población; y aunque en un principio se tropezó con las dificultades creadas por los preceptos que obligaban a acatar el "Consejo de Instrucción Pública" establecido de acuerdo con la reciente e impopular Ley de Educación en el Estado, habiéndose zanjado todas las contrariedades, fueron al fin inauguradas con el nombre de "Escuelas de Beneficencia", el 12 de Octubre de 1889. (4) Su edificación, sobria y elegante, que ostentaba fachadas de labrada cantería, había durado cerca de tres años; pero una vez terminados y puestos en servicio esos planteles, se repuso en gran parte el perjuicio ocasionado por la clausura de varias escuelas particulares que no pudieron seguir funcionando por las exigencias sectarias de la nueva Ley; y se pudo recibir en ellas a un numeroso concurso de niños de ambos sexos para que, conforme a los deseos de Dña. Emeteria, recibieran allí instrucción enteramente gratuita. Como complemento, no conforme todavía la desprendida señora con haber costeado la construcción de aquellos edificios, cedió además parte de su capital para sostener en el futuro el gasto que demandaba su funcionamiento; y como no había tenido la satisfacción de ser madre, en adelante se contentó con prodigarles regalos y caricias a los hijos ajenos, ya que ella carecía de los propios.
Muerte de Eusebio González López
Casi tres años y medio después de este plausible suceso, moría en la ciudad de México el esposo de tan altruista dama, Don Eusebio González, el 21 de Enero de 1893. Desde tiempo atrás, había entregado a su esposa el capital que ésta poseía antes de su matrimonio, agregándole una considerable suma como donativo para ella; y ahora, a su fallecimiento, el resto de su propia fortuna lo distribuyó entre su sobrino Eusebio, otros parientes, sus empleados y sus criados, sin dejar de especificar en el testamento: que una fuerte cantidad de dinero se destinara para establecer una escuela en su pueblo natal, el Valle de Turcios, en España; y otra regular suma se dedicara a la adquisición, en los inviernos, de frazadas y de ropa, para que fueran distribuidas esas prendas entre la gente menesterosa de Celaya, Salamanca y el Molino de Soria. (5)
Tan brillante rasgo de humanitarismo y de bondad, solamente comparables con los que su esposa Doña. Emeteria practicaba, y que difícilmente encuentran imitación, pone de manifiesto la grandeza de alma de este hombre, que aunque español de origen, fue un celayense de corazón; porque nunca lo dominó el egoísmo, y la enorme riqueza que logró reunir no sólo la disfrutó en su propio provecho, sino que también la utilizó en gran parte para beneficiar a sus semejantes y a la población en que vivía, cooperando eficazmente a impulsar su industria, su comercio y su agricultura; y no pocas de las mejoras materiales que se llevaron a feliz realización se debieron a su espíritu altruista y emprendedor; como la terminación e inauguración del "Teatro Cortazar", el establecimiento del "molino de trigo del Carmen", y la instalación definitiva de la línea de tranvías urbanos, cuya concesión había sido en un principio otorgada a Don Francisco Parckman de Guanajuato. Al ser traído el cadáver de Don Eusebio de la ciudad de México, fue expuesto en su casa habitación; y en seguida se le trasladó al Molino de Soria, donde después de unos suntuosos funerales, verificados en el templo del lugar, se le dio allí sepultura.
Muerte de Emeteria Valencia
Un mes después de haberse llevado a cabo la protesta del Ejecutivo del Estado, el 25 de Octubre de 1893, fallecía en Celaya la caritativa Sra. Dña. Emeteria Valencia de González, (8) a la edad de sesenta años, pues había nacido en Salamanca en 1833; y al igual que su esposo, a cada uno de sus sirvientes les dejó en herencia algún dinero y una casa para que pasaran en ella el resto de su existencia. A su domicilio concurrió toda la población: ricos y pobres, personas acomodadas y gente de humilde condición; unos movidos por el reconocimiento de las virtudes que adornaron el alma de Doña. Emeteria, y otros agradecidos porque en cuanta ocasión se le habían acercado en demanda de ayuda para sus necesidades, solícitamente se las había dado; y después de ser conducido el cadáver al templo del "Tercer Orden", que ella siempre había favorecido, fue allí celebrada una solemne "Misa de cuerpo presente", sepultándola en seguida en un crucero de la misma iglesia, donde todavía reposan sus restos.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Eliminar