miércoles, 21 de marzo de 2012

Homenaje a Benito Juárez García en su 206 natalicio por Arnaldo Miranda Valenzuela

Arnaldo Miranda Valenzuela

El 13 de marzo de 1856 durante la guerra fraticida de los 3 años, el licenciado Benito Pablo Juárez García, preso en Palacio en la ciudad de Guadalajara, juntamente con sus ministros, por órdenes del insurrecto Landa, vivía el momento más cercano a su muerte.
De pronto se escuchó una voz tremenda: ¡Vienen a Fusilarnos!
Los presos se refugiaron en el cuarto donde estaba el presidente, unos se acercaron a las paredes. El señor Juárez avanzó hasta la puerta, yo estaba a su espalda. Los soldados entraron al salón arrollando todo, aquella terrible columna con sus armas cargadas hizo alto frente a la puerta y sin esperar mas y sin saber quien daba las órdenes de mando oímos:
¡Al hombro! ¡Preparen! ¡Apunten!
A la voz de apunten, el señor Juárez avanzó, se puso delante de sus compañeros ministros, asió el pestillo, hizo su cabeza hacia atrás y esperó..
Los rostros de los soldados, su ademán, la conmoción misma. Lo que yo amaba a Juárez, yo no sé, se apoderó algo de mi, tan rápido como el pensamiento. Tomé al señor Juárez de la ropa, le puse a mi espalda, le cubrí con mi cuerpo.
Abrí los brazos y ahogando la voz de fuego grité: ¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan!
Yo no sé que hablaba, que me ponía alto y poderoso, veía entre una nube de sangre que desbarataba el peligro, que lo tenía a mis pies.
A medida que mi voz sonaba, la actitud de los soldados cambió... me encaré con uno de ellos:
¡Quieren sangre! ¡Bebanse la mía!
Bajó el fusil, todos hicieron lo mismo, entonces vitoree a Jalisco, los soldados lloraban protestando que no nos matarían. Juárez se abrazó de mi, mis compañeros me rodearon llamándome su salvador y salvador de la Reforma, entonces mi corazón estalló en una tempestad de lágrimas.
Era la voz del poeta Guillermo Prieto.
Horas antes Juárez había sido informado de la derrota de Salamanca, Prieto preocupado por el suceso fue confortado por la seguridad del Presidente, por su gallarda frase:
"Guillermo, sólo le han quitado una pluma a nuestro Gallo".

Hace 206 años de su natalicio, la historia ha emitido su fallo: le concede los títulos de ¡Honorable, Hombre Ley, Patriota Incorruptible, Gran Estadista, Funcionario Ínclito, Profesionista Capaz!
El hombre del carácter insobornable, como lo definiera Cardona Peña, impertérrito, en quien el concepto de justicia cobra su mas alto valor.
La conducta del indio zapoteco, hoy mas que nunca debe ser la norma del funcionario que renuncia a su beneficio personal para trabajar en bien de la humanidad.

La ruptura de la simbiosis con la montaña abrió el camino de la esperanza del tiempo medido en la clepsidra:
"De la patria en el concepto y del hombre como hermano".
Benito Pablo: las tranquilas aguas de la laguna encantada se fue reflejando, tu figura inmarcesible, tu pensamiento firme y sereno; de tu ejemplo eterno para el mundo.
Eres el paradigma mas allá de lo finito que rubricas con tu voz de mando el destino de los pueblos.
"La democracia es el destino de la humanidad futura.
La libertad su indestructible arma.
La perfección posible el fin a donde se dirige."
Al igual que tu apotegma sentenciaste con profundo valor profético.

El barlovento es San Pablo Guelatao, de donde soplan los nuevos vientos de libertad de la conciencia, vientos de equidad, vientos de fraternidad y, también, vientos de paz. La luz de tus origenes no se extingue, la esencia de tu pensamiento persiste, a ti sea el honor por siempre.
Es cuanto
Discurso de Arnaldo Miranda Valenzuela en el homenaje cívico realizado por el gobierno municipal de Salvatierra, con motivo del natalicio de don Benito Juárez, en la plaza de Agustín de Carranza y Salcedo.





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