
En el nicho central se encuentra la escultura de san Francisco de Asís, que lleva una cruz en sus manos y tiene representadas las estigmas de Cristo en sus manos. La interpretación es la absoluta imitación del Via Crucis de Cristo a los largo de su vida franciscana.
El color café es símbolo de subordinación y humildad, y el cordel de la cintura de pobreza y unión de la comunidad religiosa en la oración.
Jesucristo está representado con una túnica blanca y las manos extendidas en una bendición, representando la resurrección y la llegada del Espíritu Santo en la pascua de semana santa.
En el nicho siguiente, se presenta a san Antonio de Padua con el Niñó Jesús que se le revelaba en las noches para dictarle los sermones. está sostenida la escultura en una nube del cielo, indicando su santidad manifiesta durante toda su vida.
En el nicho siguiente, se presenta a san Antonio de Padua con el Niñó Jesús que se le revelaba en las noches para dictarle los sermones. está sostenida la escultura en una nube del cielo, indicando su santidad manifiesta durante toda su vida.
En la parte superior del retablo esta el emblema de los franciscanos, que es una cruz uniendo a dos brazos en cuyas manos están los estigmas de la crucifixión. Se interpreta que el brazo con una manga de sayal, es la de san Francisco y, la desnuda, es la de Jesucristo. En la iconología franciscana se hace una constante analogía de la vida de san Francisco con las 14 estaciones del Vía Crucis de Jesús.

La lectura del conjunto artístico nos relata un corazón dorado, coronado por un anillo de espinas, del que emanan luces amarillas. Para san Buenaventura, doctor de la Iglesia, la fe es iluminada por la palabra de los evangelios de Cristo, cuyo corazón se representa lleno de sabiduría y las palabras por las luces amarillas.
A un lado, sobre el blanco mantel del altar, esta un ramo de flores, que indican la alabanza de la naturaleza a Dios; y del lado opuesto, la figura escultórica de un ángel en posición de oración, como seres espirituales son mensajeros del Señor ante los hombres y mujeres, y escuchan su Palabra.

La visión anticipadora del plan divino de la Cruz, es uno de los elementos centrales en la teología de san Antonio de Padua, doctor de la Iglesia católica, cuya principal virtud fue su sencilla oratoria en los sermones de las fiestas patronales de los templos en la Edad Media europea.
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