La casa que fuera propiedad de los marqueses de Salvatierra, primero y, luego, de la orden provincial de los franciscanos, que fungiera como tienda de las Fábricas de Francia y que guarda entre sus resquicios las voces infantiles del poeta Federico Escobedo, tiene ahora los vidrios esmerilados iguales a los que luciera principios del siglo pasado.
La familia Ortiz esmeriló el escudo antiguo que tenía en archivo, y que se compone de tres letras yuxtapuestas: S, C y V. Que son las iniciales de la propietaria en el siglo XIX, hija de hacendados, hacia 1865, la familia fue partidaria del Segundo Imperio de Maximiliano de Hasburgo: Soledad Coss de Vega.La fachada hace lucir a la casona de mayor abolengo en la ciudad y que, para muchos, es la más conservada y admirable de todas las que hay en Salvatierra.
Los medallones y ramas labradas en cantera, así como el friso griego que las remata, permiten considerarla como monumento histórico estilo "Porfirista Suntuoso".
La fechada y casa fueron remodeladas con un diseño propio para ser entregada como regalo de boda a Clara Jesús, quien se casaba en 1910, el año del Centenario de la Independencia.
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