En la foto estoy publicando el retrato del cronista municipal Miguel Alejo López, en lo personal mi percepción sobre su empeño por la investigación de la crónica de la ciudad es verdaderamente admirable. Miguel, tiene un especial interés por saber todo lo que este a su alcance mediante documentos antiguos, actas y partes oficiales del pasado municipal.
Dentro de las acciones novedosas estuvo la de compartirme una síntesis de un escrito del indio Juan Miguel, fundador del barrio de San Juan, el cual transcribo a continuación:
EL INDIO JUAN MIGUEL
RELACIÓN DE MÉRITOS Y SERVICIOS DEL INDIO JUAN MIGUEL, FUNDADOR DEL BARRIO DE SAN JUAN BAUTISTA.
Octubre 30. 1690
AGN México, Tierras, Vol. 535, 2da. Parte
Esp. 4, Fs. 58 f – 61 v
Un cuartillo
SELLO CUARTO, UN CUARTILLO, AÑOS DE MIL SEISCIENTOS Y SESENTA Y OCHO Y SESENTA Y NUEVE.
Relación de méritos y servicios que digo yo, Don Juan Miguel natural y principal que soy de la Ciudad de San Andrés de Salvatierra, Valle de Guatzindeo donde nací hijo legítimo de Diego Hernández y de Doña Catalina de la Cruz, mis padres y difuntos que fueron de dicho Valle, soy casado y velado según orden de la Santa Madre Yglesia y tuve con Doña Catalina Ponce de León, natural y principal del pueblo de Cuizeo de la Laguna y hasta el día de hoy durante nuestro matrimonio hemos tenido y creado por nuestros hijos legítimos a Don Juan Agustín, Don Gabriel Gaspar, Juana de la Cruz i Inés de la Cruz [ . . . . ] muchos años antes de que se fundara la Ciudad de Salvatierra en tiempos de mi mocedad, sirviendo y viviendo yo en la hacienda de labor que fue del licenciado Francisco de Raya presbítero que es ya difunto, que es en dicho valle donde servían y vivían algunos indios naturales de dicha hacienda y viendo yo que no tenían ninguna imagen de devoción, convoqué, llamé y junté a cinco o seis y fue con ellos y les propuse el que sería justo que como cristianos que éramos, que tuviéramos una imagen a quien celebrarle su fiesta en cada un año como era costumbre en toda la cristiandad y que sería acción loable ir con los Religiosos y acercárnosles y todos los indios naturales vinieran en ello con misa celebrada con cantor y por la mucha y gran devoción que tuvimos al Glorioso San Juan Bautista, lo elegimos y celebramos con el santo de nuestra devoción y prometimos celebrarle su fiesta en cada un año con ceras y misa solemne cantada, y yo fui el primero que la celebré y después lo fueron continuando los demás a quienes le caía y para el efecto hicimos una insignia y hechura grande de bulto del glorioso santo, y después de pasados algunos años y que se habían muerto los más compañeros de la junta y que en dicha hacienda servían y vivían algunos indios de nación otomí y para que mejor se informasen en las cosas de nuestra junta les encargamos la insignia del glorioso santo que la continuaron con mucho culto y se obligaron a continuarle y celebrarle la festividad todos los indios otomíes, que el pueblo donde servían y vivían es un rancho que en lengua tarasca se nombra Túparo y en aquel tiempo fue Dios servido de que murieran todos los indios i indias que vivían y servían en una ranchería de dicha hacienda y quedaron solas y desamparadas las casas y molinos en que habitaban que duraron despoblados más tiempo de siete años, y al cabo de ellos vinieron indios a mí y que acaso entré en un jacalillo donde vivía uno de los indios que murieron que se llamaba Juan Viejo y hallé en él una hechura de bulto de la Limpia Concepción de Nuestra Señora la Virgen María y la saqué y limpié con toda decencia en compañía de un indio de dicha hacienda llamado Gabriel, la llevé en brazos a la iglesia del convento del Señor San Nicolás de Religiosos del Señor San Agustín que dista de dicha hacienda media legua poco más o menos, donde le mandé decir misa cantada que la hizo el Reverendo Padre Fray Alonso Falfán que a la sasón era prior de dicho convento, y acabada la misa traje a mi casa que era en dicha hacienda a la Virgen Santísima y cuidé de celebrarle su fiesta en cada un año con misa cantada solemne y sus vísperas trayendo cantores del pueblo de Yuririapúndaro por que no los había en dicho convento de San Nicolás ni ahora los habrá habido y de allí a dos años tomó a cargo de celebrar dicha fiesta un indio de dicha hacienda de nombre Diego Suárez, y antes de hacerlo se fue, a así sentó con que me obligó a celebrarle su fiesta, y lo fui continuando siempre gastando a mi costa todo lo que era necesario . . . .
Un texto interesante para adentrarnos en la crónica de la fundación de la muy noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra, Gto.
Les deseamos una feliz navidad a los lectores del blog.
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