Las rutas de la fe.
Una alternativa para el desarrollo local.
Patricia
Campos Rodríguez[1]
Es pertinente iniciar formulando una pregunta: ¿qué es el turismo cultural?. Por largo tiempo hablar de turismo cultural resultaba un pleonasmo: hasta el arribo del siglo XX, el turismo era cultural por naturaleza; pero después, los temas de un viaje de esparcimiento se multiplicaron –estancias en los balnearios por recreación o por salud, incluso los congresos-; así el fenómeno turístico se difundió en algunos estratos de la sociedad[2].
Si se trataba de una motivación y de un
esparcimiento, del cual la calificación de cultura se volvió evolutiva. Se
puede definir el término de turismo cultural como un desplazamiento cuyo
objetivo principal es el de ampliar sus horizontes en la búsqueda de
conocimiento y emociones a través del descubrimiento de un patrimonio y su
territorio[3].
En este sentido el Estado de Guanajuato es rico en patrimonio cultural hasta la
actualidad poco explotado.
El término de turismo cultural remite, también, al
patrimonio, con frecuencia definido como “todo aquello que amerita ser
conservado” o, más exactamente, como los
componentes materiales e inmateriales de identidad de toda sociedad humana,
elaborados primero, después transmitidos y reactualizados sobre un territorio.
Esos bienes y saberes organizados, portadores de identidad, apoyados en esa misma
identidad y las diferencias entre los grupos humanos[4].
El patrimonio, objeto del turismo cultural, se puede
clasificar en dos tipos:
· Patrimonio material de los lugares dedicados
a la cultura, realización de la mano del hombre: museos, monumentos, sitios
arqueológicos o prehistóricos, jardines, edificios religiosos, militares,
haciendas, entre otros edificios.
· Patrimonio inmaterial: las fiestas y manifestaciones, tradiciones y el arte
culinario o artesanal, cuyo pasado y presente son profusos[5].
Sobre todo en un país como el México pluricultural.
Surge una segunda pregunta: ¿Cuáles son los campos
del turismo cultural? En un inicio estaba la peregrinación. Por ejemplo, en
Europa, la Iglesia medieval y después la de los tiempos modernos ha sido, en
efecto, una gran viajera, organizando los desplazamientos de millones de
peregrinos hacia los santuarios, sobre las rutas, de las cuales, algunas en la actualidad
son legendarias como el Camino a Santiago de Compostela[6].
En el
caso de nuestro país, desde el México Antiguo se realizaban peregrinaciones
para agradecer a las divinidades los favores recibidos. Hoy día, los mexicanos
continúan con está práctica: La
Virgen de Guadalupe (La Villa, ciudad de México), El Niño Atocha (Fresnillo, Zacatecas), La
Virgen de Lagos (San Juan de los Lagos), El Señor de Chalma (Estado de México)
o El Santo Niño de las Maravillas (La Quemada, Salvatierra) por citar sólo
algunas de las más renombradas.
En el devenir histórico el turismo que se desarrolló
tenía las mismas motivaciones, además se realizaba dentro de grandes circuitos,
ya que las etapas eran largas y había que descansar; además se aprovechaba la
convivencia con la población local[7].
En México las grandes peregrinaciones a la Villa o
San Juan de los Lagos tienen por tradición un número de paradas donde los
peregrinos son esperados para hospedarse, alimentarse o asearse. Se presenta
toda una red perfectamente organizada.
De igual forma a lo largo de estas rutas de la fe se
encuentran alimentos disponibles, artesanías domésticas, decorativas y religiosas de los productos elaborados por los vecinos del
lugar. Algunos alimentos se ofrecen por promesa; las llamadas reliquias y demás
objetos se adquieren para llevarse al
hogar como recuerdo y uso cotidiano. La venta de estos productos, por los
oriundos, permite el desarrollo socioeconómico de la localidad.
En los dos ejemplos de peregrinos antes citados el
viaje es una prolongación de la práctica cultural religiosa permanente. Se
tienen estrategias de viaje rigurosas, responden a un saber de referencia y de
gestiones planificadas. Para ellos, la peregrinación es una promesa, es un
culto, es una ofrenda el cansancio del cuerpo, ya que al hacerlo sufrir
espiritualmente logran la paz y el rencuentro con los seres celestes.
Por otra parte, la cultura practicada por los
turistas se articula alrededor de los patrimonios materiales y los no
materiales, pero los patrimonios que ilustran y personifican la identidad y la
especificidad del lugar: la ciudad como lugar de destino o de etapa; la localidad, la
región o el país visitado enriquece el conocimiento. Las secuencias culturales abordadas en un
contexto turístico se clasifican en dos categorías: aquellas relevantes del
patrimonio material y las relevantes del patrimonio no material; esta
distinción se traduce en el primer caso por una fecha de viaje cualquiera,
escogida por el turista de acuerdo a su tiempo de esparcimiento; en el caso del
patrimonio no material, las fechas del viaje son impuestas por la fecha del
evento de que se trata[8].
Es decir, el aniversario del santo
patrono del lugar.
En cuanto a los patrimonios no materiales se
encuentra por ejemplo, los mexicanos de estratos medios y altos que realizan
peregrinaciones a los lugares santos, al mismo tiempo aprovechan para visitar
sitios turísticos por su fama internacional. O bien, las mayorías que recorren
el territorio nacional se sujetan a fechas determinadas y aprovechan para
conocer una playa, por ejemplo.
De tal forma que las visitas del turista, ya sea religioso
o de esparcimiento, debe aprovecharse por el profesionista del desarrollo, por
la sociedad y autoridades para elaborar un proyecto integral desde la perspectiva
de los oriundos para que mejoren su calidad de vida.
Todo sitio que tenga un lugar de tradición incluso
de leyenda está presto a ser visitado: un puente, un hotel, un café, una plaza,
una casa, una hacienda etc. En Europa se ha sabido, muy bien, explotar desde el
punto de vista turístico dicho
patrimonio. México tiene, en este sentido,
un enorme potencial que los gobiernos estatales y municipales no han aprovechado. Esta veta es una
oportunidad que debe promover el licenciado en Desarrollo Regional.
En cuanto al patrimonio no material, México, estamos
seguros, ocupa uno de los primeros lugares: ferias y fiestas locales
(tradiciones y especialidades culinarias); mercados, (repostería, lácteos,
vinos); fiestas conmemorativas (de la independencia o de la revolución y la
relevancia que la localidad tuvo como actor de cambio). Mención aparte merece
las fiestas religiosas y sus peregrinaciones.
Es necesario señalar que la mayor parte de las
manifestaciones con dimensión turística giran alrededor del patrimonio local
(la fiesta cívica de Santa Rosa, Guanajuato en torno a la toma de la Alhóndiga
de Granaditas) lugar de desarrollo, sujeto tratado, y sobre todo la promoción:
la comunicación –con frecuencia gratuita- hecha en torno del acontecimiento sirve
de publicidad a sus recursos patrimoniales[9].
Así, coexisten dos vías de desarrollo: Una consiste
en crear o reforzar la oferta cultural sobre los territorios con potencial
turístico, la otra, que es la que nos interesa, es la de crear o revalorar una
oferta cultural para hacer un producto de atracción turístico que se espera
atraerá recursos económicos significativos para la región[10].
Tal es el cometido de la propuesta que presentamos.
En cuanto
a lo que ahora se ha empezado a llamar turismo religioso ya existía desde
tiempos ancestrales. Subir en busca del jade blanco y bajar por las hermosas
plumas del Quetzal para cumplir las ceremonias rituales; las conchas de costa a
costa (pacífico y Atlántico) en el México Antiguo; así como las caminatas a los
puntos religiosos en los diversos centros ceremoniales o de peregrinaje como la
que realizaban los huicholes hasta el Golfo, hemos de suponer, al igual que hoy
día, constituía la oportunidad para intercambiar saberes (cerámica de
Chupicuaro o el conocimiento matemático astronómico) y productos; detenerse en
ciertos puntos, en fin separarse del terruño con propósitos religiosos.
Ahora bien, cómo se involucra el proyecto
Elementos Iconográficos en los Recintos Religiosos en el Estado de Guanajuato,
que realiza el Centro de Investigaciones Humanística de la Universidad de
Guanajuato, en la propuesta: Turismo religioso como una alternativa más para el
desarrollo de una localidad. El proyecto arranca hace diez años. La intención
inicial era registrar los santuarios que albergaran a una imagen considerada
milagrosa y que tuviera las promesas que los fieles llevan como testimonio del
milagro del que fueron objeto.
De esta forma se inició la localización y
registro de los exvotos conocidos popularmente como “retablitos”. Era
sorprendente, y es, la poca o nula valorización que se tiene de este patrimonio
cultural. Lo mismo si se trata de santuarios pequeños o grandes el estado de
deterioro o descuido es el mismo.
El exvoto o
“retablito”, es el deseo a ser y permanecer dentro de sus creencias aun y
cuando las políticas clericales indican lo contrario. La memoria colectiva
persiste en el exvoto, prueba de ello son los Santuario dedicados al Niño de la
Cruzada, venerado en Parritas, en un lugar de la sierra; al Niño de las
Maravillas en la Quemada o al Niño de las Flores en San Agustín de las Flores
en Silao ofrecen, a través de la devoción y de la creencia, una rica fuente
para el estudio de las alegrías, de las tristezas, de la esperanza y, sobre
todo, de la fe ante los peligros de la migración que se encuentra presente en
los tres recintos.
La geografía del exvoto en el Estado de
Guanajuato es amplia y por tanto amplia la potencialidad como alternativa de
desarrollo por una parte, por la otra, para el estudio de la Historia de las
Mentalidades es una rica fuente de información.
Comenzamos en Guanajuato con el Señor de
Villaseca, quien tiene un nutrido número de promesas del siglo XIX, pintadas en
lámina. Ante el deterioro de éstas por la humedad, el polvo y humo de veladoras
se pensó, apoyados por el padre Esteban Ramírez, formar un patronato que
gestionara la remodelación de tres espacios y crear así el primer recinto del
exvoto. No fue posible inaugurar el recinto a causa del fallecimiento del padre
Esteban.
Imágenes como el Señor de los Hospitales
(Salamanca); San Martín Caballero (El Terrero, Guanajuato); El Señor de la
Piedad (Apaseo El Alto); El Señor de las Tres Caídas (Apaseo El Grande, existe
un estudio); El Señor de la Conquista (San Felipe); La Señora de los Remedios
(Cerro Grande, Victoria); El Nazareno, Santo Tomás Peregrino y el Señor de las
Maravillas (Tierra Blanca); El Señor de
la Humildad (León); El Niño de los Atribulados (Medranos, Silao); La Virgen de
Guadalupe (en el Santuario y en la Montañita, San Diego de la Unión) han
corrido con la misma suerte: había muchos milagros pero ya no hay, o acaso
queden unos cuantos.
Otros santuarios fueron registrados y
esperan la voluntad de los párrocos para formar el recinto del exvoto como
alternativa de desarrollo y como protección del patrimonio cultural de los
guanajuatenses. Es el caso de: San Miguel Arcángel en San Felipe y El Señor de
los trabajos en Pozos, San Luis de la Paz.
La ciudad de León representa un caso
especial. Algunos prelados se han interesado por proteger estos documentos que
representan el fervor de los creyentes y la memoria colectiva. Tenemos una
lista de los templos en lo que hay exvotos ya sea en lámina, fotografía, listón
o milagritos. Las parroquias: del Señor de los Milagros, de San Juan del
Coecillo, de San Francisco de Asis. En los templos del Inmaculado Corazón de
María y de la Tercera Orden. En la primera parroquia, los estudiantes Ma.
Elena, José Luis y Josefina de la carrera en Desarrollo Regional han empezado a
registrar los exvotos.
Cuando nos enteramos de la existencia del
Niño de las Maravillas contactamos al padre Domingo López Luna y así comienza
la historia del primer recinto del exvoto en La Quemada, Salvatierra.
A raíz de la inauguración en el 2002 se han
alcanzado metas importantes: La cajita de ahorro en la que participan 25 mujeres y cuyo ahorro en los dos últimos años
asciende a más de 60 mil pesos, ante este éxito los niños pidieron tener su
propia cajita, las estudiantes Ma. De la Luz Ortiz y Carla Ma. Peréz Hurtado,
de la carrera en Desarrollo Regional, son responsables del funcionamiento de
ésta; el asfalto del camino al recinto realizado por la presidencia municipal y
gobierno del estado; un taller de corte y confección para 20 mujeres; se
organizó a las mujeres para vender repostería en la fiesta del Niño hace dos
años. Turismo del Estado apoyó con 2 mil
trípticos.
En estos días de la feria de la Candelaria
se exhibe la maqueta que estudiantes de la Facultad de Arquitectura
realizaron a través del Servicio Social
Profesional como propuesta para la readaptación (solicitada por el padre
Domingo) de los dos kioscos para que los habitantes del lugar puedan vender
artesanías elaboradas por las mujeres, así como la facilidad culinaria que tienen para poner a disposición
de los visitantes y peregrinos que cotidianamente visitan al Niño de las Maravillas. Al mismo tiempo la
propuesta plantea la delimitación de los terrenos del santuario de una manera
ecológica: árboles que hagan las funciones de barda.
También se contempla la ampliación del
Recinto que se integrará por los exvotos
realizados en triplay, madera, papel, incluso tela, los exvotos-fotografías y
la memoria comunitaria: cerámica, documentos, la memoria fotográfica de la familia.
El segundo Recinto del Exvoto del Niño de la Cruzada se encuentra en el municipio de San Diego de la Unión ubicado al norte del Estado de Guanajuato, región que busca su propio desarrollo debido al olvido en que se ha visto sumergido por las políticas estatales. Es, además, uno de los principales exportadores de mano de obra barata a los Estados Unidos.
La comunidad
de Parritas, donde se encuentra el Niño de la Cruzada, arrojó en el censo de
1995, 799 habitantes. La población está formada por 413 mujeres contra 386 hombres
como resultado de la migración a Estados Unidos, principalmente. El municipio,
en el censo del 2000, manifiesta la ausencia mayoritaria de hombres aunque en
los últimos tiempos la mujer también emprende el camino de la migración al país
vecino[11].
Una imagen
considerada milagrosa siempre está en actividad. Por principio, el santuario
cotidianamente es visitado, comprensible en estos tiempos de inseguridad
económica en que una de las escasas esperanzas del desamparado es su fe. El
carácter festivo del pueblo mexicano se traduce en su religiosidad. El Niño de
la Cruzada celebra su fiesta en el mes de agosto, en que acuden peregrinos,
principalmente de San Luis Potosí.
Las fiestas
religiosas interrumpen la rutina del pueblo, quien durante el año espera para
cumplir con sus creencias, al mismo tiempo, relajarse de los problemas
cotidianos. Los creyentes siguen las rutas de la fe, de ahí que, cada año, en
el caso del Niño de la Cruzada, el 25 de agosto la comunidad se transforma.
Danzantes y peregrinos irrumpen en el silencio de Parritas.
La fiesta religiosa contribuye a las
actividades productivas de cada lugar. Por principio, el novenario antecede la
celebración de agosto y convoca a la
población de las comunidades aladañas, quien acude con flores, veladoras y
cohetes; además de compartir el refrigerio una vez concluidos los rezos. Este
es un acto de cohesión, reafirmación y
unificación de los grupos sociales.
La
presidencia municipal también ha jugado un papel importante para los logros del
recinto: el material para la construcción del muro y pintura en la carretera
para la imagen corporativa; alimentos para el equipo de trabajo en donde han
participando los alumnos de la licenciatura en desarrollo regional; láminas
para la propuesta del domo que cubrirá el patio del recinto.
En la
actualidad se encuentra en proyecto la construcción de por lo menos dos baños
secos con el propósito de sanear el entorno para que los peregrinos y
visitantes tengan las condiciones óptimas cuando se encuentran ahí.
Continuando
con las rutas de la fe, el tercer recinto se encuentra en San Agustín de las
Flores del municipio de Silao. El Niño Manuelito de Puerta tiene sus fieles
seguidores que llegan de diferentes puntos de la república y de Estados Unidos.
Así son convocados miles de peregrinos.
El Niño de San
Agustín tiene, como muchos santos, varios festejos al año acordes con el
carácter del pueblo mexicano. Pero que también responde al ciclo agrícola. Por
principio en su calidad de niño el imaginario colectivo lo adopta como tal
divino y al mismo tiempo humano. De tal suerte que recibe juguetes el día del
niño, el día de los reyes y en año nuevo.
La nieve
y paletas, para el 30 de abril, las hace
un muchacho de la comunidad que se dedica a venderlas ahí y en otros lugares. También llegan los
mariachis a tocar las mañanitas, incluso la gente promete llevar payasos o
pastel. Este día acude una gran cantidad de niños de otras comunidades.
Las
actividades en torno a estos seres celestes considerados milagroso sorprenden: a
lo largo de todo el año “trabajan”. Un ejemplo son las milicias de San Miguel
Arcángel, en Guanajuato no hay celebración religiosa en un barrio, en una
iglesia en que no participen. Así, en torno a Manuelito la comunidad convive y
socializa ya que día a día los fieles acuden al rosario a las ocho de la noche.
Por decisión
de la comunidad se escogió el Jueves de Corpus para realizar la fiesta del Niño
milagroso. El 10 de junio, del 2004 se
registró la fiesta, la comunidad vibra no sólo por la estridencia de la música
sino por el bullicio de la gente. Esta vez hubo tres bandas de música, el
torito y dos danzas una contratada y otra de la comunidad.
El logro más
importante en este recinto es la
propuesta de la maqueta en que se contempla la construcción de la plaza
comunitaria y los locales para la venta de artesanía y comida. Otras acciones
han sido la construcción, por parte de la comunidad, del espacio destinado a
proteger la memoria colectiva de los mexicanos. Se encuentra en proceso de
consolidarse la imagen corporativa del recinto. Los trabajos en esta comunidad
han resultado un poco más lentos y complicados.
El cuarto
recinto del exvoto se espera inaugurar a mediados de este año y es en El
Llanito, Dolores Hidalgo con su Cristo conocido como El Señor de los Afligidos.
La particularidad que se imprimirá a este recinto es el rescate de la identidad
a través de la lengua materna ya que las cedulas introductorias se realizarán
en otomí y en español.
En el
proyecto existe una cooperación entre el mundo académico y la comunidad ya que
el proyecto también se vincula con otras áreas de la investigación. Desde 1999
el grupo del Taller de Metales de la Escuela Nacional de Restauración del INAH
en la Ciudad de México participa
interviniendo los exvotos. Los estudiantes del noveno semestre, bajo la
supervisión de tres profesores trabajan, dos semanas de noviembre, en la
limpieza y aplicación de líquidos como protección de las láminas. Para costear
su estancia se conjugan voluntades:
párroco, comunidad, Dirección de Servicios Escolares de la Universidad (bajo la
dirección del Contador Benito Silva Lule dos años y uno de la Maestra María
Luisa Vera Ramírez) y en la actualidad de Secretaría General de la Universidad
bajo la dirección de la Doctora Ma. Guadalupe Martínez Cadena, además de los
recursos propios del proyecto.
Otro de los
cometidos de todo proyecto es contribuir a la formación de los futuros
profesionales. El trabajo de campo siempre ha estado apoyado por estudiantes de
diferentes licenciaturas: Historia, Filosofía, Letras, Diseño, Arquitectura,
Civil, Desarrollo Regional del Centro de Investigaciones Humanísticas)
Participaciones llevadas a cabo dentro del marco del Servicio Social
Universitario y Servicio Social Profesional. Algunas fueron apoyadas con becas
otorgadas por COSSIES o por pequeñísimos estímulos económicos generados por el
propio proyecto.
El proyecto
siempre ha trabajado con pocos recursos sin embargo cuando se unen esfuerzos
entre sociedad civil, Iglesia y Universidad de Guanajuato, en este caso, los
logros grandes o pequeños quedan plasmados en la inauguración y seguimiento de
los tres recintos arriba citados.
Así
memoria, práctica religiosa, texto, identidad, sociedad en transición y
movimiento: los textos e imágenes de los exvotos transcriben historias
personales incrustadas en una sociedad mexicana compleja y viva que transcurre
dejando huella de su historia personal y, al mismo tiempo, colectiva.
Finalmente podemos concluir diciendo
que la recuperación de la memoria colectiva a través de las
prácticas sociales contribuye a rehacer y perpetuar la identidad de un pueblo.
Además, estas rutas de la fe constituyen una alternativa más para el desarrollo
de las localidades.
Aquí se
encuentra una oportunidad para el licenciado en desarrollo regional y
promotores sociales para que se avoquen a colaborar con los grupos sociales en
propuestas de desarrollo en donde lo fundamental será partir de su propia
realidad: recursos humanos y materiales del entorno.
Investigador del Centro de Investigaciones Humanísticas y catedrática de la
Licenciatura en Desarrollo Regional de la Universidad de Guanajuato.
[2] Origet du Cluzeau, Clode. Le tourisme culturel. Paris, Presses Universitaires de France. 2005. p. 3.
[3] Ibidem p. 3.
[4] Ibidem p. 4.
[5] Ibidem p. 4.
[6] Ibidem p. 7.
[7] Ibidem p. 7.
[8] Ibidem p. 42.
[9] Ibidem p. 47.
[10] Ibidem p. 49.
[11] SEGURA López, Feliciano. Los movimientos migratorios: factores de
cambio espacial en el municipio de San Diego de la Unión, Guanajuato 1980-2000.
México, 2004. Tesis (Licenciatura en Geografía) UNAM. P. 58.
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