Lecturas y significaciones…
Por momentos
parecía que nada tenía que hacer un arquitecto, hablando de su tarea, en un
seminario de Antropología, Economía e Historia al que fue invitado, a simple
vista no parecía coherente; sin embargo, visualizando cada una de las tareas de
las ciencias antes mencionadas, pareció que sí, y es que, para cada una de
ellas el trabajo del arquitecto será, como otras cosas, una fuente de
información para la realización de su labor, de lo que, aceptándolo así, surge
luego entonces el cuestionarnos ¿por qué la arquitectura se destruye? ó ¿por qué se hace hoy de la manera como la hacemos?
Es definitivo que
hacer arquitectura hoy como se hacía antes, no aplica más, y así lo entenderán
los antropólogos, historiadores o economistas al encontrar en los hechos mismos
las explicaciones correspondientes, ya que la propia arquitectura, aún sin
necesariamente así quererlo, las reflejará para ellos y para todos.
Como muchas tantas
cosas, aunque quizá como pocas, la arquitectura a lo largo del tiempo ha sido
un testimonio fehaciente del actuar del hombre en su camino de conformación del
mundo, un libro abierto a todo aquel que quiera leerlo, convirtiéndose de tal
manera en una fuente de información para un Antropólogo, quien, a través de lo
que nosotros hagamos y dejemos manifiesto en un edificio o grupo de ellos va a
poder interpretar ciertas cosas; un economista hará lo mismo y nos hablará por
ejemplo de cómo es que una ciudad fue más rica o menos rica que otra, o cómo es
que una colonia dentro de la misma, puede ser clasificada como de escasos o
medianos recursos, o como se puede aseverar por ejemplo que otras, como Salvatierra,
es una “ciudad palaciega”, según se advierte por la presencia de un cierto
número de banderines dispuestos por alguna de sus calles y que así lo afirman.
. . los palacios existen donde hay una ciudad que tiene recursos económicos
para hacerlos; así, un economista también podrá leer las cuestiones que atañen
al interés de su materia; y finalmente, el historiador va a poder hacer lo propio
ya que, a lo largo del tiempo hemos ido construyendo de una manera distinta.
La arquitectura que
hacemos, o estamos haciendo, respecto a la arquitectura que hicimos hace algún
tiempo, evidentemente es completamente diferente.
Lo que hicimos
antes habla de lo que fuimos entonces, lo que hacemos hoy, indiscutiblemente habla
del tipo de sociedad que somos hoy, sin querer enjuiciar la arquitectura que actualmente
hacemos, cuestionaremos cómo es que ésta conforma hoy las ciudades, esos
espacios que vivimos todos y de lo que a veces parece no somos consciente. Creemos
que nuestra casa es única y que como única y propietarios que somos de ella
tenemos el derecho absoluto de hacer con ella lo que queramos, pero nunca nos
ponemos a pensar que “hacia afuera” tenemos una responsabilidad, pues como
seres humanos somos seres sociales y eso que estamos proyectando “hacia afuera”
lo estamos entregando a la lectura de toda la gente.
¿Por qué construimos
de la manera como lo hacemos actualmente?, ¿por qué queremos pensar que lo que
hacemos nosotros en la actualidad es mejor a lo que se hacía antes?, ¿por qué
no respetamos lo que ya alguien más generó años atrás?, ¿por qué este afán de negación
y destrucción por tanto? Si yo estoy
hablando de que la Arquitectura es una fuente de conocimiento para la Antropología,
para la Historia y para la Economía, por supuesto que todos a través de su
interpretación, habrán de hablar de lo que está pasando en el mundo
contemporáneo, seguro lo harán y seguro advertirán también muy probablemente
que la sociedad actual, entre muchas otras cosas además, también destruye, en
lugar de construir aquello que lo significa, pues destruimos lo que ya existía
para “construir lo nuevo”, no somos capaces de respetarlo, y nos convertimos en
destructores más que constructores de nuestra ciudad, sobre todo de sus centros
históricos.
Los centros
históricos son lo que en una ciudad cualquiera que sea, habla, grita, más que
ninguna otra de sus partes, de lo que es
su pasado, condición que parece no importar más y entonces se interviene, como
en un texto, fuente primaria de información, al ponerle, por ejemplo, corrector
para eliminar una palabra, o borrar alguna letra que podemos incluso sustituir por
otra, o bien arrancar parte de la hoja sobre la que está escrito el texto, dejándole
incompleto, para no poder saber con precisión en lo sucesivo lo que en origen me
quería decir.
Si yo estoy
hablando de que un edificio habla y testimonia lo que soy, luego entonces su
lectura tendría que ser directa y sin modificaciones, entender algo modificado,
manipulado, es mucho más difícil y me podrá dar una idea completamente
contraria a lo que en realidad era, destruyendo con ello elementos que hablan
de nuestro pasado, un pasado que finalmente, nos guste o no, nos da identidad, una
cuestión que no es material, pues no es algo que yo pueda tocar y decir que
tengo en mi mano, ¡no!, la identidad es algo que vivo, es algo que siento, es
algo que está en el ambiente y es algo que a lo mejor muchos inconscientemente
destruimos, pero otros muchos, y es esta una parte no muy bonita de todo esto, es
que muchos otros lo hacemos de manera plenamente consciente…
Dicen que un hecho
social, una cuestión de origen social, se va a poder dar siempre y cuando uno y
varios más del grupo compartamos una misma significación para un determinado
hecho. Si nosotros como sociedad estamos destruyendo esto que nos da identidad,
quiere decir pues, que no estamos compartiendo esta misma significación, que si
posiblemente para mí signifique mucho el que mi ciudad esté lo más conservada
posible por lo que ello implica, para una gran mayoría no lo es, y entonces
esto no se constituye en un hecho social,
sino al contrario, el hecho social será el que yo destruya, el que yo
haga a mi libre consideración, el que yo intervenga sin entender la
trascendencia de lo que hago, el que yo no conserve porque no me importa, el
que yo haga lo que quiera y como quiera, convirtiéndose ello en lo
significativo para la mayoría de la gente y por tanto será lo que esté
sucediendo en la ciudad, una ciudad que repito, habla de lo que somos quienes
la habitamos y fuimos conformando con la cada una de las casas que construimos
los arquitectos y otras que no hacemos los arquitectos, sino otros que nos
ayudan, que no necesariamente tienen nuestra misma formación profesional y que
muchas veces también inciden, no?, bien o mal, no lo sé pero ahí están,
integrando una pieza más para la conformación de la ciudad; así que, lo que
tenemos, es justo lo que queremos…
Arq.
Verónica Sánchez Martínez
San Andrés de Salvatierra
Febrero de 2013
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