sábado, 11 de noviembre de 2023

Historia Civil y Eclesiástica de Salvatierra, Gto., por Vicente Ruiz Arias. (Capítulo #5, transcripción)

 Historia Civil y Eclesiástica de Salvatierra, Gto., por Vicente Ruiz Arias

por la transcripción Pascual Zárate Avila



 Las iglesias de los barrios de

San Juan y Santo Domingo



1. - El indio Juan Miguel, fundador del Barrio.

2. - El señor del Socorro.

3.- El Señor de la Clemencia.

4. - El Hospicio de Santo Domingo.


1. - En un expediente de 1734 que se conserva en el Archivo General de la Nación sobre un pleito entre los naturales del barrio de San Juan y doña Juana Merino viuda de don Agustín Ponce de León y por la propiedad de unos solares se encuentra una relación de un indio llamado Juan Miguel con fecha del 21 de julio de 1672, quien fue el principal poblador y fundador de la comunidad. Fue hijo legítimo de Diego Hernández y doña Catalina de la Cruz, vecinos que fueron del Valle de Guatzindeo. Contrajo nupcias con doña Catalina Ponce de León natural y principal del pueblo de Guatzindeo de la Laguna, de cuyo matrimonio tuvieron por hijos a Juan Agustín, Gabriel Gaspar, Juana de la Cruz e Inés de la Cruz, su juventud la pasó en la hacienda del licenciado Francisco de Raya donde vivían algunas familias de indios, quienes nombraron patrono titular a San Juan Bautista, prometiéndole celebrar su fiesta cada año. Pasaron los años y la mayoría de los indios murieron por lo que Juan Miguel entregó la imagen a los indios otomíes que se encontraban congregados en un rancho que en lengua tarasca nombraban Tupátaro. Después de la fundación de la ciudad de Salvatierra donde se avecinaron españoles e indios, decidió ir en busca de una casa para vivir con su familia y como no la encontró, adquirió un medio solar para edificarla. En aquel tiempo, don Diego Jacinto Serrano era gobernador de los indios otomíes de las provincias de Acámbaro y Celaya el cual encontraba hospedaje en la casa de Juan Miguel cuando pasaba a cobrar los Reales tributos. Poco después se trató de fundar un barrio de indios en los términos de esta ciudad y para el efecto se juntaron Pedro Alonso, Diego Marín, Nicolás Sánchez, Diego Hernández, Juan Cristóbal, Juan Pérez, Nicolás Rodrigo, Agustín Hernández Diego de Santiago, Juan Pascual, Juan de Soto, Juan Matucino, Nicolás Francisco, Juan Francisco y Juan Antón, todos ellos se obligaron a reunirse y poblar el Barrio, por lo que nombraron a Alcalde a Juan Miguel, quién presentó en 1659 una petición al Cabildo, justicia y regimiento de la ciudad para que hiciera merced de una vecindad de 500 varas de tierra en cuadro para la Comunidad. La merced les fue otorgada por lo que tomaron posesión judicial desde el puente grande hasta la acequia de don Juan de Sámano y actualmente se conoce por el canal Reforma. Juan Miguel edificó su casa en el solar que recibió en el repartimiento y se localiza entre la iglesia del señor del socorro y la calle de Ignacio Ramírez. El señor obispo de Michoacán, fray Marcos Ramírez de Prado en 1667, se presentó en Salvatierra con motivo de la visita general que estaba practicando en su diócesis, quien concedió la licencia para edificar la capilla primitiva dedicada a San Juan Bautista, patrono titular del Barrio. La construyeron de 15 varas de largo por 6 de ancho, techo de vigas y muros de Cal y canto encalado con puertas nuevas. El altar se labró en cantera donde colocaron una imagen del patrono de una vara de alto. Esta capilla no fue demolida cuando hicieron la construcción de la Iglesia actual que se edificó en el segundo tercio del siglo XVII. Se aprovechó en su mayor parte para el crucero y sacristía la primera festividad en honor del patrono fue celebrado con vísperas misa solemne y procesión, Juan Miguel fue nombrado mayordomo por lo que compró dos campanas, un atril y un estandarte que hizo de tafetán colorado de castilla. Trabajó con mucho celo para el aumento del Barrio sin aceptar gentes de malvivir. Invitando a los vecinos a vivir en paz y quietud, cumpliendo con sus obligaciones espirituales y el pago de los reales tributos de Su Majestad. Los autos y memorias que se hicieron con motivo de la fundación del Barrio los conservó en su poder y en compañía de Pedro Alonso y Juan Antón fueron a la Ciudad de México, para que la Real Audiencia confirmara las diligencias practicadas. Durante 10 años fue alguacil mayor de la doctrina del convento de San Francisco por lo que recogía las limosnas para la construcción de la actual iglesia, y en dos ocasiones entregó 20 pesos oro común, un atril grande y una campanilla. Falleció en la década de 1670 y sus restos reposan en el sitio que ocupó la segunda iglesia que edificaron lo religiosos franciscanos, donde actualmente se encuentra el templo de San Antonio.

(2). - En 1000. 682. Y son Junta la República para solicitar una imagen de Cristo crucificado para su veneración. Una vez hechas las diligencias preliminares, llegaron los escultores que se iban a encargar de la obra. Saliendo de inmediato al Monte cuatro indios separadamente para buscar un árbol que fuese apropiado. El día siguiente volvió 1 de los enviados con la noticia de haber encontrado un árbol como el que solicitaban llamándolos a todos los indios para ir a cortarlo. Comenzaron a descortezarlo y conforme arrancaban la corteza. Fueron descubriendo la imagen ya formada y perfecta de un crucifijo. Declarando los escultores que la talla era tan perfecta que no era menester más que ponerle la Encarnación dándose. Dándose aviso al juez eclesiástico, quien le dio la advocación y título del señor del socorro Esta tradición se conserva registrada en un libro llamado el Fénix del amor que fue escrito en 1600 1764 por el señor Canónigo don Agustín Francisco Esquivel y Vargas, que fue originario de Salvatierra y el único ejemplar que se conoce se conserva en la Biblioteca Nacional. La actual iglesia se terminó en 1735, su construcción es de cal y canto con algunos adornos en relieve labrados en cantera. El altar mayor con capiteles y columnas cónicas y corintias tiene en la parte superior la imagen de San Juan Bautista, al centro el Señor del Socorro y una Dolorosa. En la entrada del templo al lado del evangelio está la imagen del Señor de la Humildad, una escultura de San Juan, que según una inscripción que reza al pie fue hecha a devoción de José Policarpo Hernández el 17 de abril de 1828 con un costo de veintitrés pesos. La cúpula del templo es lisa y la torre sin adorno alguno, teniendo en el depósito 3 campanas y un esquilón que son las Niñas Socorrito, fundidas por don Romualdo López el 35 de octubre de 1870, del Señor del Socorro puesta el 20 de abril de 1949 y la de Nuestra Señora de Guadalupe y del Señor San Juan en 1960. 

En el atrio no tiene ningún detalle arquitectónico únicamente la cruz del antiguo camposanto.

(3). - Al norte de la ciudad en el paraje que fue conocido por los ejidos, se formó una congregación de indios labradores que se hicieron llamar los Naturales del Barrio de San José de Salvatierra, en uno de aquellos jacalones vivía un indio que desgraciadamente los viejos documentos no registran su nombre y apellido. Quien se entregaba a las tareas del campo. Don Fernando López Ballesteros que por esos tiempos era el alguacil mayor, regidor y alcalde ordinario, dueño en su propiedad de la hacienda de San Francisco Javier del Ojo de Agua, tenía en arrendamiento una fracción para la siembra de maíz en la cual estaba atendiendo la escarda. El 9 de agosto de 1735 fue un día muy caluroso, pero se presentó un cambio de temperatura. Por el lado de la Sierra de los Agustinos aparecieron nubes de tormenta y unas horas después empezó una copiosa lluvia por lo que acompañado de su yerno y dos nietos suyos, se refugiaron bajo un corpulento mezquite, los elementos naturales desataron toda su furia y después de una ráfaga eléctrica que rasgó el firmamento, se escuchó un trueno que seguramente sacudió y llenó de pavor el vecindario de la ciudad. Aquel anciano y acompañantes habían sido fulminados por el rayo, encontrándose dispersos y sólo uno de sus nietos logró sobrevivir. Los cuerpos fueron levantados siendo esta tragedia motivo de pena y consternación en Salvatierra. Refiere la tradición que habiéndose encomendado la salud de aquel niño al Señor Crucificado que se veneraba en la Capilla del Calvario situado en tiempos coloniales, junto a la hacienda de Sánchez y cómo se recuperó en un corto tiempo se consideró aquella cura como un prodigio de la divina provincia, por lo que se le dio el título del Señor de la Clemencia. Se ignora el origen de esta imagen y únicamente se tiene noticia que se veneraba desde hacía muchos años y que había sido traída. Su capilla por ser su construcción de adobe y las frecuentes inundaciones que cada año ocasionaba las crecientes del río, quedó en un estado ruinoso por lo que los padres franciscanos quisieron llevarse la imagen al pueblo de San José de los Amoles, y refiere una información, que se hizo tan pesado cuánto la llevaban en procesión que no lograron moverla. El señor juez eclesiástico al tener conocimiento del suceso resolvió trasladarla a la iglesia de San Francisco. En un documento que se conserva en la notaría parroquial de Salvatierra donde se determina la posesión de esta imagen a un indio llamado Agustín Martín, vecino de esta ciudad quien habiendo recibido algunas limosnas y habiendo entregado algunas cantidades de su peculio, edifico en 1737, una capilla que seguramente fue la pequeña construcción que forma el crucero de la actual iglesia de Santo Domingo, el título del Señor de la Clemencia y su nueva capilla aumentó el culto y en consecuencia las limosnas que recaudaban. Fue motivo para que el juez eclesiástico pidiera la administración por estar en su jurisdicción y considerarse sagradas las alhajas y limosnas de dicho santuario una vez que se dedicaron al culto, y que el uso profano y enajenación por empeño renta y otros medios era contrario a los cánones y que de ninguna manera consentía que estuviera en poder de los naturales, para evitar mayores complicaciones el indio Agustín Martín se dirigió al señor al doctor Miguel Romero López de Arvizu, consultor y vicario general del Obispado de Michoacán, y comisario del Santo Oficio de la Inquisición, presentando un informe con 9 testigos así como la representación hecha por el revendo padre fray Agustín de Fonseca, cura de la doctrina de Salvatierra. 

Visto los autos el 30 de junio de 1740, se decretó que la posesión del dicho Santo Cristo y capilla correspondía a don Agustín Martín y herederos por lo que entre ellos mismos se nombrarían mayordomos oficiales y sirvientes de dicha capilla, pero en lo relacionado con las alhajas y limosnas que se habían depositado con don Miguel Ruano, se mandó que con asistencia del juez eclesiástico, mayordomo actual y demás oficiales se formará inventario y quedar por vía de depósito en la persona de confianza que se nombrara de donde se tomaría para culto y adorno de dicho Señor, entregando cuentas cada año para la regularización del arancel que llevaría el juez eclesiástico y el notario mayor, y de la Cruzada en este tiempo era don José Servando de Tejada. 

A través de los años el culto y veneración del Señor de la Clemencia se fue perdiendo y en nuestros tiempos aún los vecinos salvaterrenses desconocen su nombre.


(4). - Por el año de 1767 empezó a venir a Salvatierra el padre fray José Morales, del Orden de Predicadores de la Provincia de Santiago de la Nueva España. Presentado en Teología y doctor en ella por la Real Universidad Superior del Convento de Santo Domingo de México, quien solicitó la licencia para la fundación de un hospicio en esta ciudad, la cual le fue concedida. La asistencia se fundó a la capilla del Señor de la Clemencia y las autoridades cedieron a los religiosos el uso del templo, conservando el dominio la parroquia. Se dice que desde el año de 1671 llegaron los primeros religiosos, pero fue hasta el año de 1767, cuándo encuentro referencias de esta asistencia de dominicos. El primer donativo que encuentro para esta fundación fue de don José Velázquez, devoto del patriarca Santo Domingo y por voluntad de su familia, entregó una finca situada en la calle que baja de San Francisco hacia el norte en sitio de 7 varas de frente con 13 de fondo, que lindaba con otras que tenía y había comprado el 14 de noviembre de 1761 a don Manuel González de Arce, alférez real y regidor de la ciudad y entregaba el 30 de septiembre 1767 al padre Morales, con la única condición que anualmente celebrarán una misa el 19 de marzo, día de su santo de su devoción por el descanso de su alma. 

El 25 de noviembre de 1773 el padre Morales presentó una petición ante el capitán Felipe de Apodaca, teniente general de corregidor de Salvatierra, manifestándole que teniendo una asistencia de su religión en esta ciudad, y que para su fomento había reunido de las limosnas de sus misas, sermones, ejercicios y distribuciones cuaresmales y otras actividades en varios lugares del Obispado de Michoacán, que había practicado con lo cual compró el Rancho de los Altamirano en esta jurisdicción, con 14 accesorias que tenían fabricadas y para los efectos legales y amparar estos bienes y otros avalúos pidió que se apreciaran su valor por una persona de confianza conocimiento y experiencia en la materia, y una vez hecho se le entregará el dictamen para entregar un informe a su provincia. En vista del pedimento anterior y para formar los inventarios del rancho por oficio de la Real justicia se nombró por perito evaluador a don Santiago Bermúdez, quien practicó la diligencia el avalúo de los bienes de la nueva fundación, eran una labor de temporal compuesta de 3 caballerías y 3/4 partes de otra de pan llevar a razón de 300 por cada una. Once casillas en esta ciudad fabricadas con adobe en sitio de 30 varas de frente de oriente a poniente y 15 de fondo de norte a sur, que seguramente correspondía a las fincas que ocupaba el hospicio la casa que había recibido de don José Velázquez y otra en la calle de Zavala, el monto total arrojó la cantidad de 2,975 pesos.

Varios años después se recibieron otros donativos los más importantes fueron por lado norte de la iglesia los padres agustinos entregaron unos solares, al sur con la calle de por medio unas que donaron unos vecinos piadosos; al oriente, una casa fincada en solar de 60 varas en cuadro formando la esquina que fue de don José Bernardo Ramírez y donó esta propiedad el 5 de noviembre de 1776 y al norte de este predio la finca que también se aplicó en favor del hospicio por donativo de don Juan José Medina. (Oct. 6/1775). 

Los padres dominicos solicitaron se les entregara la iglesia, pero fracasó este intento. En un inventario de cuentas levantado por don José Ángel Esquivel de los gastos de la construcción y asistencia del santuario de Santo Domingo, correspondiente de julio de 1788 a 1791 se encuentra un recibo que nos confirma que para estas fechas los religiosos habían entregado el hospicio. 

Refiere el documento: "recibí de don José Ángel Esquivel y Vargas encargado de las rentas del Señor de la Clemencia, Hospicio que fue de religiosos dominicos, 10 pesos réditos vencidos correspondientes a 200 pesos del principal que don Juan Ambido reconoció sobre una casa que poseía en esta ciudad en la calle de Zavala, y donó con dicho gravamen el referido convento de Carmelitas dicho plazo se cumplió a primero de julio, con dicha paga tiene satisfecho y nada deber y para que conste lo firmé en el Carmen de Salvatierra a 7 de julio de 1788. Fray Lucas de Santa Teresa Prior." 

En la parte superior del pórtico tiene la siguiente inscripción: En agosto 3 de 1793 As.. Y en la puerta lateral clausurada de lado del cementerio: 1793 As. Estas fechas son seguramente cuando se terminó de construir la iglesia. No se hizo el depósito de campanas, pues la torre se edificó hasta el presente siglo siendo párroco el señor cura Chávez. 

Durante el siglo pasado las celdas que fueron del convento se destinaron en algunas ocasiones para la escuela parroquial y en 1908 se estableció el hospital de San Vicente de Paul en donde fue velado el padre fray José Pérez, que fusilaron en Cacalote el año de 1928. 



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