lunes, 17 de noviembre de 2008

México es una flor que llora

Un empleo en la presidencia municipal es para G., quien después sera jefe de redacción de periódico El Observador, una oportunidad de leer todas las actas del archivo del cabildo, que data de 1644. La historia de la ciudad en sus manos. Así que el puesto de secretario del ayuntamiento es la realización de la misión trazada por el Club Zorros.
Sobre todo en el edificio municipal, donde los documentos saturan los escritorios de madera de mezquite, anchos y pesados, donde sientan su humanida, en sillas acoginadas, chispeantes funcionarios del servicio militar y secretarias que teclean, de vez en cuando, en vetustas máquinas de escribir Remintong.
Lo atractivo del primer piso del edificio municipal son los balcones abiertos al jardín, la vista constante de los copos verdes de los laurles de la India, y el escaso ruido del tráfico de pocos vehículos de motor pasando con alguna carreta jalada por animales, que brinca en la empedrada calle Juárez.
El espíritu franciscano de G. lo impulsa a dedicar una horas de más a la investigación del archivo. Es joven, de estatura un poco mayor que el común de las personas, delgado atlético y de cara afilada en una piel morena clara. Ya cuenta con un título universitario de licenciado en Dramaturgia, que aplica en sus presentaciones en las reuniones del club.
La inclinación al estudio de G lo adentro en una constante lectura de las Georgicas de Mexicanas" de Federico Escobedo. Los temas traducidos del latín como poemas en lengua castellana realizada por el vate Escobedo no lo amedrentaban con sus innumerables cultismos entreverados en los versos. Lo leía repasando las palabras, sobre todo por las noches, luego de pasear un rato por los lugares públicos de la ciudad en compañía del presidente municipal.
Empeñado como estaba de entender el sentido de la obra en su mensaje ciéntifico, leía las ritmicas descripciones de los ríos, de los manantiales, de las aves, de los ganados, de los juegos y de la sociedad de los castores. El mensaje no era fácil interpretar, más aún tratandose de una lectura de autodidacta. Sin embargo, sabía que ahí subyacía un método de investigación de la naturaleza. Las noches se le iban cada vez con más entusiasmo.
La comprensión de la obra a la que llegó la reflejó años después, cuando la Enciclopedia de México publicó la monografía que G. realizó sobre el Municipio de Salvatierra. Recibió mediante una llamada telefónica, una felicitación calurosa de los coordinadores de la enciclopedia en la Ciudad de México, quienes además de notar la buena conceptualización del texto, los sorprendió la altura intelectual de G. para incluir flora, fauna, orografía, hidrología, festividades, demografía, urbanismo, educación, cultura, salud, vivenda y personajes ilustres perfectamente documentados. Muy a la manera de los temas aprendidos en las infatigables horas de lectura de las "Georgicas Mexicanas" de Escobedo.
Años antes, el grupo publicó en revistas de circulación mensual como "Causes y San Andrés", las investigaciones que nutrirían la monografía de la Enciclopedia de México. La conciencia de estar en la linea de conservacion de las tradiciones de estudio y producción intelectual de los hombres ilustres de Salvatierra, lo manifestaban con homenajes a los hombres destacados, particularmente admiraban a Federico Escobedo, por quien sentían un inocultable orgullo que residia en la inerrarrable emoción que les nacía al escuchar sus poemas con temas de Salvatierra. Si estaban en una reunión del club con visitantes de Celaya o Acámbaro, G., de buena manera, abrumabaa los invitados con elogios de la belleza creada por su amado paisano, un poeta de la Arcadia Romana.
El legado cultural de la ciudad lo valoraban en todas sus manisfestaciones: símbolos sagrados, tradiciones populares, vestidos, comida típica, música de bandas, literatura, conservación de los monumentos coloniales como el puente de Batanes, el Portal de la Columna, los cuatro conventos y las casonas solariegas. Invitaban al filósofo J. a educar en la conservación del patrimonio edificado a la gente del centro de la ciudad. Tarea realizada en repetidas conferencias que organizaron en la sede del club, y luego las publicaron en las revistas mensuales. La mala fortuna sucedió cuando la emigración de las familias se generalizó, debido al reparto agrario de las haciendas. La llegada a poblar Salvatierra con ejidatarios enriquecidos con su trabajo en Estados Unidos, funcionó en contra de la conservación de las casonas, lo que entristeció a G., que también emigró a Querétaro.
El humanismo y la visión científica de la sociedad, integrada en armonía con su medio ambiente, la lleva a cabo G., en la producción editorial que dirige en la revista "San Andrés", cada vez que sale de las imprentas. La impronta de Esquivel y Vargas, José Ignacio Basurto, Rafael Landívar, federico Escobedo, José Luz Ojeda pueblan la forma como ve al mundo, como una empresa de armonía, de identidad e igualdad social, tal como aprndió en sus noches de lectura esforzada ante la escritura culterana de sus ilustres paisanos.

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