miércoles, 6 de mayo de 2009

30 años de impulso al desarrollo del Club Zorros

Conclusión

Por J. Jesús García y García

Por allí por 1974 el rastro municipal de Salvatierra se cambió a su entonces nuevo edificio, el cual había sido construido casi totalmente en el período del presidente licenciado Efrén Guerrero Torres (1970-1972). Antes de ello el establecimiento de matanza de animales para el consumo humano funcionó durante cerca de un siglo en la calle de Altamirano, entre Guerrero e Hidalgo, en lo que primitivamente fue el huerto del convento de las monjas capuchinas.

En el antiguo rastro estuvo hacinado durante varios años el archivo histórico municipal, dentro de un jacalón que servía principalmente de establo y donde, además de que defecaban los animales, también lo hacían a veces los humanos. Casi la mitad de los papeles se encontraba en estado de destrucción (la pedacería, irrescatable, formaba una alfombra como de algo más de una pulgada de grueso). Muchos de los papeles que se conservaban enteros mostraban manchas que, cuando menos, eran sospechosas.

La Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana pidió permiso para rescatar lo que se pudiera de aquel desastre. Se hizo el rescate y vino en seguida el problema de dónde colocar el acervo. En el edificio de la presidencia municipal no había lugar por entonces. Acudimos a otros organismos, pero aquí nos prestaban un cuarto y poco después nos pedían que lo desocupáramos, y vuelta a buscar... Hasta que ocurrió la ampliación del edificio municipal en tiempos de don Roberto García Montoya, y entonces la documentación volvió al lugar de su pertenencia. Hasta ahí la actuación de la Corresponsalía.

El 13 de abril de 1976 el licenciado Salvador Azuela, presidente de la institución, nos dirigió el siguiente oficio:

Sr. J. Jesús García y García, Presidente de la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana. Leandro Valle No. 218, Salvatierra, Gto.- El Consejo del Seminario de Cultura Mexicana acordó enviar, por mi conducto, una felicitación muy calurosa a la Corresponsalía que usted dignamente preside, por la calidad y el número de actividades que realiza.- Reitero a usted las seguridades de mi consideración muy atenta y distinguida y de mi personal aprecio”.

Un par de meses después la Corresponsalía quedó bajo la presidencia del señor profesor don Antonio Moreno García y, al finalizar ese año, yo me vi en la necesidad de renunciar a mi vecindad salvaterrense.


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He querido relatar algunas actividades en que me vi envuelto, en algunas de las cuales —las primeramente relatadas— no pude ser más que un mero espectador, pero que influyeron en mi formación; en otras —a partir de que bebí el idealismo en el Club “Zorros”, organismo formado por pobretones, que, con otros, dejó su huella en Salvatierra en la segunda mitad del siglo XX— intenté ser agente activo en lo que estaba a mi alcance y en mis capacidades. Y aunque al final haya habido en mis actividades cambios de membrete, el espíritu de los zorros estuvo presente siempre en mí.

En el bienio 1957-1958 el añorado Club sufrió una sangría muy de tomarse en cuenta: unas dos docenas de socios de los más antiguos tuvimos que abandonarlo para ir en pos de la superación personal, algo que nos inspiró el propio Club. Individuos tan valiosos como Luis Castillo Pérez, Enrique Sancén García, Nicolás Chávez López, Alejandro Sánchez Solano, Jesús Pompa Calderón, Jesús Soriano Ambriz y Onésimo Herrera Flores, por no hacer tan larga la lista, se llevaron su brío, su pasión, su lealtad y su nobleza a otras localidades, sin perjuicio de que, más tarde, dos o tres se hayan reintegrado al terruño.

En tanto, el Club siguió en pie. Se le incorporaron nuevos elementos con tanta o mayor valía que algunos de los que se fueron. Y aunque sufría momentos de desmayo, en otros le volvía el vigor y tornaba a influir positivamente en la comunidad. Finalmente, en la década de los 70’s, murió. Pero vive su lema concitador: “Patria: mi ideal, tu grandeza”.

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