martes, 23 de marzo de 2010

La muy noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra en la lucha colonial por liberar a los esclavos

La Grecia clásica del siglo de oro, la de los siete sabios, la del teatro de las tragedias, la de los filósofos de Atenas y de la democracia de la ciudad-estado fincó sus relaciones sociales de producción en la relación esclavo-amo. Y en este contexto social los valores de la cultura occidental del bien, la belleza, la justicia, la ley y la ciencia, nacieron como ideales del hombre, donde la libertad era el valor más apreciado en la cívitas de los ciudadanos griegos.
Una de las conquistas civilizadoras del mundo cristiano fue la fundamentación de la igualdad para todas las criaturas humanas, seres perfectos por ser obra del Señor. La igualdad como principal valor del cristianismo. Y la cultura occidental cristiana tiene estos dos fundamentos como postulados civilizatorios: libertad e igualdad.
Salvatierra nació en el contexto del renacimiento europeo, en medio de las revoluciones Copernicana y Cartesiana, en la era industrial movida por la fuerza hidráulica, en el siglo de oro de la literatura Castellana y durante el mayor esplendor del Imperio Español.
La cultura greco-romana y judeo-cristiana se plasmó en la traza cuadricular de la ciudad colonial que en la actualidad se conserva intacta, como toda obra que no debe ser reformada por la excelente calidad de su concepción como centro urbano.
La noción de libertad e igualdad en San Andrés de Salvatierra, una ciudad avocada desde el siglo XVII a ser un emporio agrícola y cuna de humanistas, se encuentra en los actos morales y jurídicos de sus habitantes, tanto en las instituciones de gobierno como en las obras pedagógicas y artísticas que produce.
La esclavitud colonial permitió que los fundadores de la ciudad dejaran constancia de su propósito libertario con la creación de una nueva relación social en la jurisdicción política, como nos deja pensarlo el testamento de doña Agustina de Cervantes en 1687, a cuarenta años de la traza urbana de la ciudad: "sepan cuantos esta carta vieren como yo, el Cappn. D. García de Cisneros y Cervantes, vecino de la jurisdicción de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya, criador de caballo mayor, dueño de hacienda y labrdor en ella, albacea testamentario de doña Francisca de Cervantes vecina que fue de esta jurisdicción de Salvatierra, nombrado en el poder que otorgó para que testase por la susodicha, digo que por cuanto la dicha doña Agustina de Cervantes en una memoria que dejó para que por ella hiciese su testamento yo, Cappn. García de Cisneros Cervantes, la cual está firmada con su nombre y con la firma que acostumbró echar en todos sus escritos, ordena y manda que después de su fallecimiento le diese la libertad a una mulata prieta llamada Rosa de Cervantes de veintidós años más o menos, por haberle servido y asistido en todas sus enfermedades y por otras causas justas que a ello la movían, y para que tenga efecto la voluntad de la dicha señora dona Agustina de Cervantes, difunta, en forma que mejor haya lugar en derecho, por la presente doy libertad a la dicha Rosa d Cervantes, para que la tenga desde hoy en adelante y no esté más tiempo sujeta a servidumbre, y desisto y aparto de los bienes heredados de la dicha difunta a la dicha Rose de Cervantes y haga todo cuanto una persona libre y no sijeta pudiese hacer, usando en todo su libre voluntad, para que trate, contrate, venda y compre, parezca en juicio, y otorgue escrituras y testamento."
Este documento es una obra ejemplar del pensamiento humanista que estaba en gestación, ser movidos por valores apartados del interés desmedido por la riqueza que caracterizó a los españoles de la Conquista, otorgar la libertad y reconocer la misma facultad humana de razonar, elegir y reponsabilizarse al otro, al que es diferente por la piel: una castiza y la otra mulata; por lo social: una privilegiada y la otra oprimida. Un acto jurídico previsto la ley de Indias y, sorprendentemente, respetada la voluntad de la testamentaria, por el entorno social de la nueva ciudad novohispana de San Andrés de Salvatierra.
El esclavismo era duro aún en muchos lugares, pero una nueva aurora de esperanzas nacía junto con la ciudad, junto con los pobladores que veían una utopía social, veían en un futuro ha San Andrés de Salvatierra como una sociedad basada en la austeridad, la solidaridad, la libertad, la igualdad, el trabajo y la ciencia, tal como lo estaban ya pensando los humanistas de la Nueva España en el siglo XVII, Como Francisco de Salazar y sor Juana Inés de la Cruz.

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