viernes, 10 de febrero de 2012

Una nueva imagen añadida al paisaje de la fundación de la ciudad de Salvatierra, Gto.

El desfile celebratorio por la fundación de la muy noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra este 9 de febrero de 2012 tiene para mi una estampa visual inédita: el estandarte de la Orden Regular de los Carmelitas Descalzos. La escuela secundaría de Los Manríquez llevó en escolta la enseña del carmelo teresiano con el que llegó fray Diego de Cristo en 1645. Lo esperanzador de esta escolta por portar un símbolo religioso consiste en que es una señal de la correcta comprensión del laicismo en la educación pública y un profundo compromiso de la promoción de la identidad de la ciudad por los funcionarios municipales, que con espontaneidad candorosa muestran lo que somos, alejados ya de las viejas censuras surgidas de políticas anticlericales.
Debo confesar que al ver pasar a la escolta y escuchar desde el balcón de la ventana de la dirección de comunicación municipal, el relato casi de leyenda, realizado por Chayito Orozco me produjo una enorme afinidad con el momento que estaba vivendo, como si fuera una sensación de eternidad, como estar presenciando un momento que ocurrió hace 367 años y que se seguia repitiendo en el mismo valle por los mismos habitantes.
Todavía ahora que vuelvo a ver esta fotografía copiada del Facebook, -que por estar en el primer piso del edificio municipal, mi deseo de captar el cuadro con mi cámara no lo realice,- me produce una gran conformidad ancestral con el contingente escolar que se retrata a lo largo de la avenida principal y una simpatía evocadora por ese candor que delatan con sus posturas corporales, que es ajeno a nuestra infancia poblada por relatos sobre la guerra cristera y la persecución religiosa sufrida por monjas y sacerdotes que treinta años después de finalizado el conflicto nos enseñaban catesismo, como las leyendas de Ruperto Mendoza sobre su parálisis.
Con este desfile Salvatierra creció en su interior, es como si la ciudad se hubiera mirado en el espejo para añadirse algo nuevo y ordenar en la imaginación de todos, como en un floreros, sus imágenes, diciéndonos tú.

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