viernes, 2 de septiembre de 2016

Los recuerdos memorables de los profesores fallecidos, Álvaro García

Álvaro García Calderón  
Por Pascual Zárate Ávila 


El contador Público, Álvaro García Calderón fue un hombre que siendo muy joven,  se hizo cargo de la asignatura de capacitación para el trabajo, en la Escuela Técnica Industrial y Comercial # 18, cuando el contador José Luis Noriega, renuncia a sus clases de Contabilidad.  

Álvaro García fue  una persona muy conocida, por ser el hijo de un rico comerciante que ofrecía un almacén muy completo de Jarciería.  

Ahí   pasaba las tardes, dado que la tienda tenía una extensa producción de equipo necesario para la vida rústica, por las parcelas que hay en el municipio: cintos piteados, sombreros de ala ancha de tierra caliente, sillas de montar, huaraches de baqueta, guangoches, cántaros de calabaza, Guajes, y muchos implementos mas.  

Álvaro como contador público y amigo de José Luis Noriega, fue invitado a conocer el estado que guardaba la fábrica Carolina y Reforma, S. A., cuando les fue entregada a los trabajadores en huelga. Con entusiasmo aceptó tomar el cargo de Director de Contabilidad y Administración, percibiendo una gratificación simbólica. 

Realizó la normalización de los adeudos que la empresa CyRSA no cubrió al Instituto Mexicano del Seguro Social, gestionando la condonación a la nueva empresa de Administración Obrera, que era una empresa constituida mediante acciones de socios y  trabajo cooperativo, algo inédito en la industria manufacturera. 

En un viaje de gestión para la fábrica a la ciudad de León, sufrió un accidente junto a su acompañante Federico Ávila, también contador de Urireo, a la altura de Irapuato. Sus cuerpos fueron homenajeados por los obreros en el edificio del Sindicato Textil Revolución.  
 También los estudiantes y docentes de la ETIC # 18 le hicieron guardia al paso del féretro de Álvaro, se formaron en una valla de honor desde la entrada en la puerta del atrio jardinado, hasta el altar mayor en el templo de San Francisco.  
La noticia entristeció  a todas las familias, maestros, alumnos y amigos de Salvatierra.  
Ahora lo podemos recordar fácilmente sus contemporáneos por haber sido un accidente que conmocionó la vida de la ciudad y porque se truncaba la vida de este joven profesionista, que tenía un gran porvenir.   

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