domingo, 10 de agosto de 2008

Ave el Milano, en la Rusticatio Mejicana.

Entonces el pirata. ,
--cual de preñada nube se desata
rayo devastador, centella roja--. ,
sobre el ave se arroja. ,
esparce en el vacío
las plumas de su peto reluciente. ,
y con garra inclemente
oprime el cuerpo, del que brota un río
que lleva por caudal sangre caliente. ,
y huye a esconder la presa
en lo más hondo de la selva espesa.

No con tan fácil vuelo y tal donaire
corta el Milano el aire:
Ave que, en el color y la figura. ,
remeda el manto de la noche obscura. ,
y en la que se retrata
la más negra maldad, pues que en los nidos
a los polluelos débiles maltrata
y, en horfandad, los deja sumergidos. ,
cuando, con robo audaz, los arrebata. ,
--criminal e insensata--. ,
a sus padres queridos.

En torno al ladrón se arremolina
la turba de los pájaros mohina. ,
que intenta, con frecuentes picotazos. ,
la presa libertar de entre los brazos
de ave tan asesina.
Mas el ladrón, bien el tesoro rico
de su presa asegura. ,
hasta que ya del monte en la espesura
las entrañas le rasga con el pico.
(Fragmento de las Geórgicas Mejicanas de
Federico Escobedo).

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