En figura al milano semejante. ,
aun cuando de estatura más pequeña. ,
se nos pone el Cernícalo delante:
Agitador malvado. ,
que en arruinar se empeña
las bellas tropas del imperio alado. ,
y en vivir de rapiña sólo sueña.
Tendidas las antenas. ,
se tiene firme en las étereas salas. ,
cristalinas, serenas. ,
y la quietud no altera de sus alas.
Mas en el punto y hora
en que, fuera del nido, voladora
ve de polluelos a la turba errante. ,
que su preciada libertad celebra. ,
o en el campo divisa que arrogante
su cuello enarca fúlgida culebra. ,
sin perder un instante. ,
baja en rápidos vuelos. ,
y con uñas feroces
arrebata a los tímidos polluelos. ,
que en vano reclaman con dolientes voces. ,
hasta del cielo traspasar la esfera.
Y allí, feroz los miembros dilacera. ,
y en comer las entrañas halla goces.
En cuanto a la culebra enfurecida. ,
en alto la levanta. ,
y estando sus garras suspendidas. ,
con el pico y las uñas le quebranta
el corazón, hasta que, al fin, la vida
con el furor deponga; y, ya vencida. ,
huya en la sombra que terrible espanta.
(De las Geórgicas Mejicanas de Federico Escobedo)
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