miércoles, 10 de diciembre de 2008

Juan Miguel primer cacique del barrio de San Juan Bautista, crónica de Francisco Esquivel y Vargas en "El Fénix del Amor"

Crónica de Francisco Agustín Esquivel y Vargas en "El Fénix del Amor"

por Pascual Zárate Avila

Doctor en Teología Francisco Esquivel y Vargas, nacido en San Andrés de Salvatierra en 1714.

    Presentamos la transcripción de las páginas del libro "El Fénix del Amor" en lo relativo al barrio de San Juan escrito por el autor salvaterrense.

Cerca del río Grande, en una de las fértiles riveras los frailes franciscanos dieron las primeras doctrinas del Evangelio, hacia 1564. Construyeron una capilla para la Virgen de la Purificación traida de Patzcuaro, fabricada con pulpa de maíz por los artesanos purembes.
Ya para finales del siglo XVI el últimp hermano lego Juan Lozano, conocido como "fray gallina", por sus lágrimas de piedad ante las múltiples enfermedades de los indígenas del Valle de Guatzindeo, pues a diario lo visitan muy maltrechos y graves.
Juan Miguel vive en el "Hospitalillo de la Purísima Concepción" y aprende la doctrina evangelizadora de Juan Lozano, firmemente grava en su corazón las cuatro llagas de Cristo, la humildad de san Francisco de Asís y la concepción de la predicación para todas las plantas, aves y peces de la naturaleza como hijos de Dios. Ahí, a temprana edad, lo sorprende la catástrofe demográfica por las pestes diesmando a la población del valle.
Al comenzar el siglo XVII va a la antigua comunidad de Tiristarán, donde los frailes agustinos tienen una hacienda de trigo muy rica en cosechas. Recibe la enseñanza agustina dirigida a formar gobernantes entre los indígenas más avispados. Aprende bien el castellano y lee "La Ciudad de Dios" de San Agustín de Hipona bajo la mirada comprensiva de los padres agustinos provenientes de Tiripetío. Aventaja en los estudios dandose una clara idea de los valores de un buen gobierno para su pueblo de naturales.
Un dia recibe la noticia de la fundación de la ciudad de San Andrés de Salvatierra y escucha las grandes esperanzas de realizar los valores evangélicos en la población y seguir las ideas de poner en relación la Jerusalem Celeste con la Jerusalem Secular. Siente un gran deber de unirse al proyecto civilizador, luego de ser uno de los alumnos más serios y maduros de los padres agustinos. Como persona educada ya en la cultura de la Corona Real, realiza el pedimento para fundar un barrio de naturales en la brillante ciudad. Le conceden el permiso real y se traslada con muchas familias al lugar asignado para asentarse. Piensa en de inmediato construir un templo, no dedicado a san Juan Bautista, lo quiere dedicado directamente a Cristo Crucificado. Hace el pedimento y manda a dos equipos de exploradores a buscar la madera apropiada para labrar la imagen de Cristo. Los viajes exploratorios traen troncos de árboles y ramas, pero no dan las cualidades solicitadas. El último grupo de exploradores llega muy animosos con una rama de árbol de patol, tan a modo para la escultura de Cristo, y con solo quitar la corteza va surgiendo ya labrado el rostro, los brazos y piernas con las llagas de los clavos, las costillas pegadas a la piel y sólo necesitan encarnarlo. Un inmenso júbilo invade al barrio.
Los padre de la orden de los Carmelitas Descalzos predican en el barrio de San juan las siete moradas de santa Teresa de Jesús y la subida al Monte Carmelo de san Juan de la Cruz, mientras los ocupan para construir el puente de piedra de tezontle bajo el plano de fran Andrés de san Miguel.
Juan Miguel acuerda realizar la fiesta del Señor del Socorro, e inventan la manera de venerarlo tomando la doctrina de san Francisco de Asís, uniendo a las plantas del Valle de Guatzindeo en la alabanza de Dios, el amor a la cruz de san Juan de la Cruz y las puertas de los siete jardines de la oración de santa Teresa de Jesús.
Y con las ideas agustinas de la Ciudad de Dios hacen una fiesta invitando a los hombres principales del Cabildo y de la Parroquia y a todo los pueblos del Valle de Guatzindeo. Una fiesta de fraternidad realizada en plena primavera, el Miércoles Santo, con gran paz, música y oraciones nocturna con poemas litúrgicos compuestos por los mismos indígenas del barrio.
Juan Miguel dirige a l Barrio de San Juan Bautista como un gobernante justo, prudente y sabio. La mirada la tiene puesta en el futuro del barrio y la ciudad, dejando un legado de identidad con el Cristo del Señor del Socorro, cuya celebración siempre, todos los años, recordará la igualdad frente a Dios de todos los habitantes de la ciudad, realizando la visita a los demás templos y trasmitiendo la alegría de ser parte del pueblo de Dios, mediante una celebración con arcos enflorados anunciando las bodas espirituales con Dios mediante la oración mística.

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