jueves, 18 de febrero de 2010

Salvatierra en la tradición de las bandas de viento por Luis Omar Montoya Arias

Bandas de viento, tradición e identidad en el sur de Guanajuato

por Luis Omar Montoya Arias

Introducción
    Las bandas de viento son un fenómeno mundial que rebasa lo musical e implica lo musicar, es decir que el acto de "hacer música" no sólo lo constituye el ejecutante (músico) sino que posee una dimensión social donde se expresa la idea de tocar, cantar y ser parte en una actuación musical.

    Musicar significa escuchar, componer, practicar y ensayar. El acto de musicar engloba a los especialistas de sonido, técnicos y en general a todos los colaboradores en un acto musical . Musicar crea entre los asistentes un conjunto de relaciones, y es en éstas donde se encuentra el significado del acto social. La música no es sólo relaciones entre sonidos, sino también las que se logran entre persona y persona, entre el individuo y la sociedad, entre la humanidad y el mundo natural en un espacio común. No existe la música sino las músicas, y éstas como fenómeno social deben abrirse a lo conceptual y su respectiva aplicación a través de un estudio de caso, pues no pueden hacerse historias totales ni universales, por tanto es deseable orientarnos a la escritura de historias acotadas en espacios geográficos, culturales y temporales.

    En este trabajo nos proponemos estudiar la memoria, cultura, tradición, identidad que las bandas de viento han proyectado en el sur de Guanajuato, a través de dos conjuntos, Los Sosa de Salvatierra y Los Arpero de Villagrán. Una parte de esta investigación está basada en diversos testimonios de músicos que formaron parte de estos conjuntos musicales.

    El sur de Guanajuato bien puede ser considerado una región histórica, en el entendido se adhiere a las tradiciones rurales, más bien distantes de aquellas de los centros urbanos, dotada de cierta homogeneidad natural, cultural y económica.

    Las bandas de viento en el sur de Guanajuato son sólo un ejemplo de memoria, tradición e identidad. Por supuesto que esta tradición musical no se agota en divisiones políticas, pues éstas "no pueden establecer demarcaciones culturales, y un país es una delimitación política producto de intereses" . Con base en la información recabada, podemos aseverar que existen varias regiones musicales, donde las bandas de viento brindan identidad a sus pobladores, y por ende los diferencian respecto al otro.

    El sur de Guanajuato cumple con elementos culturales y geográficos que hacen de ésta, una de las varias regiones musicales, en cuanto a bandas de viento mexicanas se refiere. Podemos hablar de Michoacán, Querétaro, Puebla, Estado de México, Morelos, Ciudad de México y Oaxaca. Las bandas, sus músicos y diversos pueblos pertenecientes a estas demarcaciones geopolíticas se encuentran en un permanente y constante intercambio cultural con Guanajuato, donde las fiestas religiosas y las bandas de viento son el motivo principal para mantenerse unidas y así, preservar la tradición.

    Enseguida compartimos la tradición musical de esta región guanajuatense, a partir del conocimiento vertido por los Sosa y los Arpero, familias con cuatro generaciones al servicio de Euterpe. Lo compartido por tan distinguidos invitados nos permitirá transitar de la teoría, a la aplicación de conceptos sobre una realidad social bien delimitada: las bandas de viento en el sur de Guanajuato.

José Isabel Sosa Palacios, el fundador

    El pueblo de Huatzindeo pertenece al municipio de Salvatierra, Guanajuato. En él se localiza la Escuela de Música Popular Isabel Sosa, en honor a uno de los grandes músicos guanajuatenses. Don Isabel nació en junio de 1905. A los 23 años ya era considerado por su comunidad como maestro al formar su primera banda en Acámbaro, Guanajuato, en 1927. Su nombre completo fue José Isabel Sosa Palacios, y murió en el año 2005. Como homenaje del aporte invaluable a la música de Guanajuato, en 1990 se inaugura la escuela de música popular, la cual lleva su nombre.

De acuerdo con Sosa Ortega, uno de los mayores logros de José Isabel "fue la participación de su Banda Yuriria en el programa Siempre en domingo con Raúl Velasco, a inicios de 1980" , aseveración que permite entender la importancia que tiene el reconocimiento social para los músicos y sus bandas de viento en el sur de Guanajuato. Para los banderos o músicos de viento, como ellos mismos se definen, la transmisión del capital cultural y el acrecentamiento del mismo, es un elemento que les brinda palmares de buenos ejecutantes e intérpretes, además de facultarlos para cobrar más por su trabajo.

Ya no basta sólo con el reconocimiento de los pobladores y vecinos de Michoacán, Querétaro y Puebla, quienes invitan a bandas del sur de Guanajuato a participar en sus fiestas patronales. El interés por ser valorados mediáticamente inició en la década de 1930 con la aparición de las frecuencias radiofónicas y la invención de mariachi. La consolidación vino en los años de 1950 con el éxito de las orquestas. Dado el impacto y el intercambio musical existente y permanente entre las bandas de pueblo y éstas, la necesidad de reconocimiento público se fue convirtiendo en una forma de legitimarse y de "alimentar el espíritu". Es aquí donde la propuesta de análisis que hace Bourdieu respecto a la aplicación, a partir de los horizontes de experiencia, del concepto "capital cultural" toma relevancia y permite corroborar cómo las construcciones teóricas son útiles para la mejor comprensión de los fenómenos sociomusicales.

Sosa Palacios es reconocido como formador de cuatro generaciones de músicos guanajuatenses. Trascendió fronteras geográficas, pues en estados como Michoacán y Jalisco, desarrolló sus habilidades profesionales en pro del crecimiento musical de su alumnado. José Isabel Sosa Palacios cumplió como músico activo 80 años. Al morir tenía la edad de 95. La pasión por la música la heredó de su padre, quien fue maestro de capilla durante la segunda mitad del siglo XIX.

El impulso religioso

    Huatzindeo es un lugar reconocido como tierra de bandas, desde tiempos antiquísimos. Con la Revolución de 1910 el dinero escaseó y sus bandas padecieron momentos de inestabilidad y a la vez, de intercambio musical con otras regiones de México. Fue en 1937 que llegó a Huatzindeo el religioso José de Jesús Angulo Navarro, mejor conocido como el señor del valle, con la misión de reconstruir el templo de la comunidad. A la par de su edificación el ministro eclesiástico se dio a la tarea de reformar las bandas de viento, para lo cual encomendó a José Isabel Sosa la dirección de la que sería ―con el tiempo— la más importante de la comunidad: La Grande. Considerada así —por sus pobladores― dada su trayectoria y por ser semillero inagotable de formadores, que por más de 70 años fungen como pilar indiscutible para que la tradición de bandas en el sur de Guanajuato siga viva, amén de otros factores ponderables como el catolicismo y la cercanía de los municipios que integran el sur de Guanajuato. Salvatierra y Villagrán deben ser considerados cuna de grandes maestros, especializados —mayormente― en la trompeta.

José de Jesús Angulo Navarro, nativo de Jalisco, arriba de Atotonilco de los Naranjos --hijo de padre español y madre mexicana—, tenía estudios de música y arquitectura. Él mismo dirigió la edificación de uno de los recintos católicos de Tlalpujahua, Michoacán: templo construido en la primera mitad del siglo XX. En este lugar formó dos bandas de músicos. Las fiestas patronales de Tlalpujahua se celebran el 2 de febrero, el 15 de agosto y el 18 de septiembre. Con estos festejos se recuerdan los funerales del señor del valle. A este último asisten los músicos de Huatzindeo, pues José de Jesús Angulo Navarro es considerado protector de la comunidad y se le rinde devoción.

Repertorio musical y tradiciones

    La polka en el sur de Guanajuato es tan importante como los sones para Michoacán. Tan rica y constante es la producción musical en Salvatierra y Villagrán que, existen tres marchas bautizadas con el nombre del segundo, pero claro, de compositores distintos. El repertorio abarca melodías como El barrilito, valses como Morir por tu amor, melodías sacras como Ave María y Gracia Plena, boleros como Bésame mucho, pasos dobles como Granada y Murcia. En su repertorio figuran pasos dobles y pasos dobles flamencos. Los primeros se tocan con sonidos de trompeta, mientras que los segundos son considerados música española. Hoy día, existen 12 bandas de viento, sólo en Huatzindeo.

    Hay una competición, en la cual, las bandas "guerrean" recurriendo exclusivamente a las polkas. Lo interesante es que, una vez agotado el repertorio conocido deben componer sobre la marcha nuevas polkas. Por ejemplo, cuando las alboradas los músicos cargan una libretita y caminando van escribiendo nuevas melodías para poder responder a las bandas rivales. En estos eventos se pone en riesgo, no sólo la calidad de la banda, sino el honor del pueblo o barrio al que representan. Para las serenatas el orden a respetar es una obertura, luego una fantasía, le sigue un vals y cierran con una marcha. Las polkas son melodías pequeñas, pero muy alegres. Algunas de las más conocidas son La trompeta del diablo y Contrasecreto. De acuerdo a nuestros entrevistados, la polka tiene por finalidad la diversión de los asistentes, aunque también es una excelente oportunidad para que los instrumentistas solistas expongan a la comunidad su capacidad de interpretación compleja, lo que les da prestigio y reconocimiento de "buenos músicos".

    Durante las alboradas la banda toca las mañanitas, luego recorre las calles de su barrio. En Huatzindeo existen tres barrios, los cuales se encargan de pagar las bandas y hacer los arreglos de la parroquia. Las dos alboradas principales son la de Santa Cecilia el 22 de noviembre y la de la Purísima Concepción el 8 de diciembre. Tocan de las 5:00 a las 10:00 de la mañana. Van peregrinando de casa en casa, luego complacen con una o dos melodías en cada una de ellas. Como agradecimiento la familia les entrega bebida para su travesía. A los músicos los acompaña la muchedumbre y asnos con cántaros, donde vacían refresco junto con el contenido de las botellas recibidas durante el recorrido. Todos cooperan con la banda y con la fiesta, de ahí que la bandas de viento en el sur de Guanajuato sean consideradas la comunidad misma. Por la noche tienen lugar las serenatas, para lo cual se aprovecha la explanada de la hacienda, ahí los escenarios e intérpretes opacan a los instrumentos. Podemos afirmar que las alboradas son tradicionales y las serenatas abren espacio a lo comercial o mediático, con esto se trata de complacer a las nuevas generaciones y agasajar a los visitantes de otras regiones del país.

Adaptación a las modas musicales

    Las bandas de viento han ido adecuándose a las épocas y por ende, a las modas musicales. Antes tocaban repertorio de Carlos Campos y Pérez Prado, diferentes ritmos y géneros. Han tenido que evolucionar junto con las nuevas generaciones y a la par de las exigencias consumistas impuestas por la industria musical. Tan se han ajustado a los tiempos que Guadalupe López fue trompeta principal de la Orquesta de Luis Alcaraz en 1945, José Francisco Abonce es jefe de metales con Luis Miguel, Antonio González es primera trompeta de Marco Antonio Solís. Músicos de Huatzindeo --discípulos de Isabel Sosa-- trabajaron con Carlos Campos, Ismael Díaz y Pablo Beltrán (El Millonario). Con Pérez Prado hizo lo propio José Luis García. Otros tocan en bandas de la marina, en la del Estado Mayor Presidencial y en delegacionales de la capital política de México.

Silvestre Sosa Ortega

    Silvestre Sosa Ortega (hijo de José Isabel) nació en el año de 1932, en Salvatierra, Guanajuato. En 1942, al debutar como músico ejecutó la trompeta con La Grande de Huatzindeo. Recuerda que cuando se inició en la música las bandas se alimentaban de creaciones locales como las marchas de J. Luz Rico y Antíoco Magueyal, nacido en Rincón de Tamayo. En ese sentido es históricamente justificable la afirmación de que el sur de Guanajuato es un semillero inagotable de bandas.

    En 1965, Silvestre Sosa Ortega fue llevado por autoridades de Huanímaro, Guanajuato, a formar la Banda Municipal. También reforzó con elementos de Huatzindeo a una pequeña banda en formación, a cargo del cura. Los ministros católicos siguieron cumpliendo con su papel destacado, pues fueron ellos quienes pidieron contar con las virtudes de Silvestre. Debido a su capacidad de enseñanza y vasto conocimiento musical, Sosa Ortega fue requerido para otros servicios en San Isidro (rumbo a Cañada de Caracheo), donde formó tres bandas. Luego en Roque (Celaya) y en Cuitzeo hizo lo propio apoyado por el sacerdote en turno.. En Arperos (a 30 kilómetros de Silao, Guanajuato) donde estuvo cuatro años. En Maravatío, Michoacán, formó cuatro generaciones de músicos.

    Don Silvestre, por treinta años fue a trabajar con sus bandas a Tabasco, gracias a las recomendaciones de autoridades eclesiásticas que laboraban en Tlalpujahua. Es práctica recurrente que las bandas de Huatzindeo viajen en Semana Santa y verano a sitios turísticos como Guayabitos, Mazatlán, Puerto Vallarta y Los Cabos. Las bandas de Sosa Ortega dispersaron música en Orizaba, Veracruz; Cárdenas, Villahermosa y Comalcalco, en Tabasco; Apatzingán y Aguililla, en Michoacán. Muchas bandas de Huatzindeo son requeridas en Guasave, Sinaloa y en Guaymas, Sonora, sobre todo con mayor fuerza a partir del reparto agrario de Lázaro Cárdenas en la década de 1930.

    Esta situación generó migración de guanajuatenses a tierras del noroeste mexicano junto con sus tradiciones y su música. Entendamos, pues que existe un intercambio permanente entre las regiones musicales de México, no están encapsuladas como la industria musical arguye. Son cuestionables también aseveraciones que van en el sentido de que organizaciones instrumentales como el mariachi o géneros como el corrido pertenecen exclusivamente a una división política como Jalisco o Sinaloa. La realidad musical mexicana es mucho más compleja de lo que la historia oficial expone. Por eso decimos que las construcciones políticas no limitan a la cultura y por ende, tampoco a la tradición.

3 comentarios:

VeroVaz dijo...

Hola!
Me interesó muchísimo tu artículo sobre las bandas de viento, resulta que José Isabel Sosa era mi tío bisabuelo y quisiera saber si la entrevista a su hijo la realizaste tú, en cuyo caso, me encantaría saber si sabes cómo lo puedo encontrar.

Saludos y muchas gracias!

Pascual Zarate dijo...

Saludos, no realce este articulo, lo hizo un iinestigador de la UNAM, y el link esta aun, es cosa de buscalo en google.

Anónimo dijo...

Hago constar que el texto aquí publicado, forma parte de mi libro: "Trompeta en mano, soltando el llanto y en compañía del diablo...Estudio histórico-social de las bandas de viento en el sur de Guanajuato...." El manuscrito es de mi autoría. No pertenezco a la UNAM. Jamás he pertenecido a la UNAM. Originalmente, el texto aquí publicado formó parte de mi tesis de maestría en historia realizada en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). El libro fue publicado por editorial La Rana y CONACULTA. Muchas gracias. Dr. Luis Omar Montoya Arias.