Centro Histórico de Salvatierra
Por Pascual Zárate Avila
En todas las fotografías postales que ilustran reportajes de Salvatierra se retrata la panorámica del jardín: las dos torres neoclásicas, el quiosco de acero forjado, un largo corredor de piso de cantera que separa a los prados y una fuente de agua con sus charolas pintadas de azul oscuro.
Este conjunto arquitectónico es una clásica muestra de la planeación urbana colonial, de la aplicación de las Ordenanzas para la fundación de ciudades en el Nuevo Mundo, emitidas por el rey Felipe II en 1573. El centro histórico representa la edificación armoniosa de los cuatro poderes reconocidos por la ciencia política del Virreinato: el poder de la Corona con la casa para la alcaldía; el poder de la Iglesia Católica con el templo parroquial; el poder de los vecinos principales con las casonas señoriales y el poder de la naturaleza con un cultivado jardín de rosas, magnolias, palmeras de dátiles y árboles de la India.
Atrio Parroquial
La fachada de la nave tiene siete nichos vacíos, están labrados para contener a los santos de la Iglesia como lo marcaban las reglas de construcción de los templos barrocos, que exaltaba los recién aceptados dogma de fe del Concilio de Trento del siglo XVI, donde se determinó considerar a los santos como cristianos de cuya vida era un ejemplo de la imitación de Cristo, ante quien pueden interceder en favor de las peticiones de sus fieles devotos, como abogados celestiales para la realización de un milagro de Dios. En la fachada, desde su construcción en el siglo XVIII, nunca se colocaron las estatuas de cantera de los santos que las cofradías del virreinato hallan podido elegir para ocupar los nichos. La limpieza de la fachada realizada en el año 2008, ocasionó un accidente con un albañil, quien cayó de cabeza desde la parte superior, como de cuarenta metros de altura, y no murió. Los fieles ven en ese accidente un milagro, fruto del manto protector de la Virgen de la Luz para con sus hijos salvaterrenses.
Puerta y Cancel
Las puertas laterales del cancel conducen a dos recintos, uno dedicado al Juicio de Pilatos, donde está la escultura de un Cristo con su manto de color morado, propio de la Semana Santa; y el otro es el Bautisterio, especialmente señalado por una placa alusiva al bautismo del cardenal de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo, realizada en la ancha pila de mármol que contiene el agua bendita.
El techo del coro esta decorado por delicadas figuras de rosetones verde azul, cenefas y flores de lis, obra del artista Espino en los años treinta, durante la preparación embellecedora de la bóvedas y muros para recibir a los dignatarios de la Iglesia que coronarían, a nombre del papa Pío XI, a la Virgen de la Luz.
Murales y Puertas Laterales
A media nave del templo hay dos puertas, una es la entrada al recinto del Sagrario, donde esta expuesto el Santísimo en un cáliz de oro en el centro de un hermoso retablo de cantera bañado en pintura dorada. El recinto permite una gran luminosidad a través de multicolores vitrales emplomados, que contienen artísticas escenas representando pasajes de la Pasión de Cristo.
La puerta de enfrente conduce a la casa parroquial y al patio donde está una pila de cantera aludiendo a la barca de Caronte, quien cruza el río del Purgatorio a los fieles bautizados, una gracia de la Redención de los pecados en la historia del Juicio Final.
Sobre la puerta del Sagrario está el mural del Triunfo de la Cruz en la evangelización del valle de Guatzindeo, como lo prueban los nombres de las comunidades rurales del municipio: La Virgen, Las Cruces, El Carmen, San Felipe, La Esperanza, San Miguel Eménguaro, La Magdalena, La Palma, La Luz, San Isidro y así todas las localidades y barrios antiguos. La pintura mural contiene un ángel en el cielo sosteniendo la vara enflorada de la Anunciación frente a una Cruz resplandeciente, una pintura que sintetiza la misión de la Sagrada Familia en el plan divino de la Salvación del mundo.
Sobre la puerta que conduce a la casa parroquial está el mural del papel co-redentor de la Virgen como guía y maestra de los fieles para la Salvación de su alma. La pintura contiene a la Virgen María vistiendo una túnica blanca señalando con la mano derecha una hostia y una copa de oro, símbolos de la permanente redención eucarística en el sacrificio de la misa.
Retablos Laterales
Les siguen el retablo de la tilma de la Virgen de Guadalupe, frente al retablo del conjunto escultórico de María, san Juan y Jesucristo crucificado en el monte Calvario.
Retablos del Crucero
Hay dos murales, uno de san Pedro con las llaves del poder que se le confirió, de "Lo que tu ates en la Tierra, será atado en el Cielo y lo que desates en la Tierra, será desatado en el Cielo". Están coloreadas sus ropas de rojo, por su martirio al morir y verde, por la fertilidad de su vida para convertir a la fe en Cristo. También lleva un libro, como primer legislador de la Iglesia, con la cúpula del Vaticano, sede del poder Papal que él edificó. En el otro muro esta pintado como un joven aún imberbe, san Juan el Evangelista, su vestimenta es de los colores de verde y rojo, con una copa que tiene dentro una pequeña serpiente, simbolizando la misión de la Virgen María de vencer la tentación del pecado con su propio cáliz en las horas aciagas de la Pasión de Cristo.
En el retablo del frente esta un vitral con la Virgen María sosteniendo a la paloma del Espíritu Santo, vestida de color morado, que es el símbolo de la Semana Mayor y el color permanente de sus vestimentas luego de la Crucifixión y Resurrección de Cristo y la venida del Espíritu Santo.
Bajo el vitral esta la escultura de Jesús en su infancia, y en el nicho central la representación de la Virgen con la advocación popular de la Milagrosa. Los murales de este crucero son el de san Pablo, una pintura que presenta a un aristocrático apóstol con una cabellera y barbas muy bien cuidadas, ojos verdes, vistiendo con los colores azul y amarillo, que significan su lealtad al papel de la Virgen en la Redención y su privilegio de ser iluminado a pesar de no haber conocido en persona a Cristo. Leva un libro rojo, con broches de oro que al centro tiene dibujado una cruz estilizada encerrada en un círculo con las cuatro flores de la rosa de los vientos, significando que el cristianismo es una doctrina religiosa para todos los pueblos en los cuatro rumbos del mundo. En el otro muro del crucero esta la pintura de Santiago, con ropas de color gris, refiriendo la pobreza y humildad de la tarea peregrina del evangelizador de España, cuyas enseñanzas derivaron en la creación de las órdenes mendicantes de los Dominicos, de los Carmelitas Descalzos y de la Compañía de Jesús. Así como su apego a la Virgen María que se le apareció en un pilar mientras predicaba en la península Ibérica.
Murales del Presbiterio
Retratos de las Pechinas
Retablo Mayor
En las columnas dóricas de los nichos laterales del retablo mayor, están las esculturas del Sagrado Corazón y de san José. El Sagrado Corazón es la fuente de las múltiples y numerosas vocaciones religiosas de los salvaterrenses en sus tres siglos de existencia, y san José es el símbolo del trabajo, cuya misión sobrenatural se refleja en los nombres de los centros agrícolas de la época virreinal, como la Hacienda de San José del Carmen, de gran riqueza para los carmelitas descalzos.
En la parte central del templo está el camarín de la Virgen de la Luz, compuesto de alabastro translúcido, que es iluminado todo el día con rayos de luz natural provenientes de los vitrales de la cúpula de manera exacta.
La Virgen de la Luz es una estatuilla de pulpa de maíz fabricada por artesanos purépechas en el Obispado de Michoacán, en tiempos de Vasco de Quiroga. Lleva de manera especial el bastón de mando de Agustín de Iturbide, porque se lo entregó luego de vencer a ramón López Rayón en el puente de Batanes en abril de 1813, y la nombró Generala del ejercito realista de la Intendencia de Guanajuato y, en 1821 le confirmo su título confiriéndole el de Generales del ejercito Trigarante.
La Virgen de la Luz es el ícono más fuerte y representativo de los salvaterrenses desde la época virreinal, su devoción alcanza a todas las clases sociales en muchas partes del país, particularmente en la región del Bajío.
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