viernes, 16 de julio de 2010

Andrés de San Miguel un constructor anónimo en el convento del Carmen de Puebla

EL CONVENTO DEL CARMEN DE LA PUEBLA DE LOS ÁNGELES
Se fundó en el año de 1586 y por el orden fue el segundo de los carmelitas descalzos; su historia es a grandes rasgos la que sigue:
Uno de los primeros españoles que pasaron a la colonia, apenas realizada la conquista, fue Hernando de Villanueva, quien fijó su residencia en la Puebla de los Ángeles. Traía con él una imagen de la Virgen de los Remedios, de la que era devoto y jamás se separaba.
Durante unas festividades que se realizaron para celebrar la fundación de la ciudad, tuvo Villanueva oportunidad de lucir su carácter alegre y su destreza, ejecutando la lidia de un toro bravo, pero con tan mala suerte que al clavar los rejones cayó del caballo entre los cuernos de la fiera, y sintiéndose perdido no acertó sino a encomendarse a su fiel compañera, la Virgen de los Remedios, prometiendo edificarle una ermita sobre el lugar mismo de la cornada, si lo salvaba del malhadado Iance.w Le salvó su buena estrella, y pronto cumplió su promesa, costeando la fábrica de la ermita en un solar que le había mercedado el Ayuntamiento en 1548, y para que la capillita estuviera mejor asistida, la cedió al gremio de los sastres, en el año de 1552, que en ella instituyeron la cofradía de la Virgen de los Remedios.
En el año dé 1586 llegaron los carmelitas, con licencia para fundar un convento, expedida por el virrey marqués de Villamanrique el 26 de junio del año citado. El obispo Diego Romano, acatando el texto de la licencia les hizo cesión, para su establecimiento, de la Ermita de los Remedios, y con otros solares colindantes que les donó el Ayuntamiento, tuvieron el espacio suficiente para hacer un monasterio, dejándole bajo la advocación de la Virgen de los Remedios.ra
La iglesia, como dato curioso, consta que guardaba preciosas reliquias: un medio velo que Dionisio el Areopagita había recibido, a su paso por el sur de España, de manos del obispo de Granada, y que había servido para que la virgen enjugara las lágrimas de los ojos de Cristo; una costilla de San Sebastián; un dedo de San Juan Bautista; dos manos estampadas en madera, que dos ánimas del Purgatorio habían dejado impresas en señal de sus penas, etcétera.
En relación con la construcción, después de la acostumbrada casa provisional, se dio principio a la fábrica definitiva, hacia el tercer decenio del siglo XVII, con el decimosegundo prior de la casa, fray Domingo de la Madre de Dios (1624-1627):

... en su tiempo se hizo todo lo más de la iglesia nueva de bóveda, de que hoy goza el convento ...
Como San Ángel, y casi simultáneamente, la iglesia se cubrió de bóveda. Probablemente, fue a esta reconstrucción a la que se refería Fernández de Echeverría y Veytia al decir, que la iglesia que los carmelitas iban construyendo, llevaba trazas de resultar tan suntuosa que al llegar el proyecto a oídos del general de la Orden, les había escrito obligándoles a reducirse a las medidas prescritas en las constituciones.
Ningún documento existe, contra todos mis deseos, que autorice a suponer la participación de Andrés de San Miguel en este monasterio, aunque los alarifes o arquitectos que le dieron la última forma, permanecieron dentro del estilo que él había dictado. Si se prescinde del azulejo que cubre la fachada, muy poblana pero muy posterior, se aprecia, como hace notar Bonet Correa.» una distribución regular y geométrica de la misma raigambre que la de San Ángel, aunque de mejor simetría. El claustro pequeño tiene la misma disposición que el del Colegio: una sola planta, la misma forma, el mismo número de pilastras, las mismas bóvedas y las mismas dimensiones, que hacen aparecer este claustro poblano como el hermano gemelo del de San Ángel.

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