sábado, 17 de julio de 2010

Fray Andrés de San Miguel en la historia de la ciencia y la arquitectura en México

El autor y el manuscrito

por Eduardo Báez Macías

    Fray Andrés de San Miguel, hermano lego de la Orden de Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Alberto de México, vivió en la primera mitad del siglo XVII. Fue arquitecto, hidrólogo y matemático, y dejó manuscritos una serie de tratados comprendidos en un volumen en folio, que se encuentra actualmente en la Colección Latinoamericana de la Biblioteca de la Universidad de Austin, Texas.

    Obra de gran extensión, pues su autor había penetrado por los variados campos que un buen arquitecto precisaba dominar, ha estado fatalmente condenada al olvido, y de los numerosos títulos que la componen, apenas si se han publicado dos, sin ser los más importantes, en ediciones hoy día difíciles de obtener. Retirarlos del olvido, publicándolos completos en una versión paleográfica moderna y acompañada de las anotaciones indispensables, es el cometido que este trabajo pretende alcanzar.'

    Este sabio carmelita es conocido, más que por sus escritos, por haber construido varios conventos para su Orden y por haber rivalizado con Enrico Martínez, cuando éste se encargaba de dirigir el desagüe del Valle de México, aunque también bajo este aspecto son reducidas las noticias acerca de su vida y de su obra. Los mismos cronistas de la Orden del Carmen, que podían haber legado una granada biografía, solamente le dedican los acostumbrados párrafos apologéticos, en los que elogian su mansedumbre y su obediencia, dejando desapercibido su recio carácter y su justa categoría de arquitecto.

    Solamente fray Agustín de la Madre de Dios, primer cronista de la provincia, que tuvo a su disposición los archivos carmelitas y que conoció de cerca a Andrés de San Miguel, parece haber intentado una relación explícita de su vida. Lo impidieron las dificultades en que el historiador se vio envuelto con sus superiores, por hacer en cierta forma una defensa de los criollos, lo que le obligó a dejar inconclusos algunos capitulos de su historia. En el plan de la obra incluía dos capitulos para narrar la biografía de fray Andrés, pero al tiempo que la suspendió, apenas había redactado algunos párrafos del primero, que tituló Naufragio del hermano fray Andrés de San Miguel, antes de tomar el hábito; su valor y trabajo que le disponen a la vida religiosa y lo desengañan del mundo.

    Incuestionablemente que el autor y el manuscrito merecen un lugar destacado, tanto para la arquitectura como para la historia de la ciencia en México, y sin menoscabo alguno podrían incluirse en la serie de tratadistas que realzaron la ciencia española del Renacimiento, con la cualidad, especialmente valiosa, de haberse escrito en nuestro suelo.

    Como los conocimientos de este lego parecen extenderse a todas las ciencias de su época, los capítulos que contiene el volumen constituyen una serie de tratados de material diverso independientes a veces unos de otros, careciendo el manuscrito de una relación de continuidad del principio al fin. Pero bajo este desorden ostensible, habremos de reconocer un arquitecto a lo Vitruvio, conocedor de las matemáticas, la astrología, la hidráulica, la geometría y la perspectiva, disciplinas estrechamente unidas en la época del Renacimiento y que fray Andrés, como el maestro romano a quien continuamente sigue, consideraba indispensables en todo buen artífice.

    Y sin embargo, todo lo que hasta la fecha se ha publicado del manuscrito, se reduce a las dos siguientes relaciones:
En 1890, José María de Agreda y Sánchez dio a conocer el informe rendido por el fraile arquitecto al virrey marqués de Cadereyta, sobre el estado en que se encontraban los trabajos del desagüe de la Ciudad de México, hacia 1636, precediendo al informe de una importante nota bibliográfica)

    En 1902 Genaro García, como aportación ante el Congreso de Americanistas, publicó la relación del viaje que realizó fray Andrés a bordo de la nave Santa María de la Merced, para llegar a Nueva España, que en el manuscrito se titula Relación de los trabajos que la gente de una nao llamada Nuestra Señora de la Merced padeció, y de algunas cosas que en aquella flota sucedieron.

    Cabría aun considerar, como parte del manuscrito impresa y en consecuencia conocida, la corta serie de dibujos incluidos por Manuel Toussaint, en un artículo de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad de México," y en su libro sobre el arte mudéjar.

    La presente versión paleográfica es casi completa; algunos folios, 6 en total, han resultado imposibles de copiar, pero puedo afirmar que su falta no menoscaba el valor de la obra, ya que son folios que se refieren, por una feliz coincidencia, a la parte menos valiosa del conjunto: el tratado sobre aritmética."

    Para aclarar el sentido de algunos párrafos, se han hecho indispensables las anotaciones al
texto, pero en todo caso procurando emplearlas 10 menos posible.
En el folio primero del cartapacio se lee:
                            este libro pertenece a este Colegio de Carmelitas Descalzos de la Señora Santa Anna.

    En efecto este colegio, que conocemos mejor como Convento de San Ángel, lo guardó en su copiosa librería hasta el año de 1860, en que, por la exclaustración de los regulares, cayó en manos ajenas al convento, como José María de Andrade, Vicente de P. Andrade, Agreda y Sánchez y Genaro García. Al morir este último, el manuscrito fue llevado a Austin, al ven- der los herederos la biblioteca íntegra a la Universidad de Texas, en el año de 1921, lugar donde permanece actualmente.

    Ciento setenta folios, de 41 x 27 cms, integran el volumen, aunque la numeración es defectuosa, pues salta varios números y algunos otros los deja en blanco. En el caso del número 49, parece evidente que fue desprendido porque debía contener la planta y el perfil de una figura cuya descripción pormenorizada se lee en el folio 48v. El folio 78 está mutilado en su base, cosa que sucedió al sustituirle sus guardas de pergamino por pastas de cartón.

    En otros sitios, la tinta se ha ido borrando a causa de la humedad y su transcripción, materialmente, se ha hecho imposible, como sucede en los marcados con los números 20 al 23, 118 y 164.

    Otras dificultades vienen en añadidura de las anteriores: la letra es pequeña y cerrada, la puntuación prácticamente inexistente y varias palabras se encuentran que fueron testadas por el mismo autor. En algunas fajas, por su gran tamaño y por ser su letra menuda, los renglones pierden con frecuencia su horizontalidad y las palabras parecen saltar de una línea a otra, sugiriendo que se escribió con gran apresuramiento. Sucede lo contrario en otras partes, desgraciadamente las menos, que fueron escritas con especial cuidado, como el Tratado de geografía, en el que, además de la claridad caligráfica, se aprecian renglones trazados previamente, con esmero, revelando la decidida inclinación del autor por esta disciplina.

    Contiene seis planos para conventos y doscientas veintiuna figuras intercaladas en el texto, todas ellas dibujadas a línea, sin descontar la posibilidad de que su número fuera originalmente mayor, pero que manos irresponsables las fueron mutilando.

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