lunes, 27 de septiembre de 2010

La Carolina y Reforma es un Paisaje Histórico Industrial dentro de Salvatierra Pueblo Mágico

Telares de cambaya empleados en las fábricas de Valencia y Ca. con Eusebio González,
quien fue gerente de la fábrica "La Reforma" de 1845 a 1885 en Salvatierra,
la cual aún está en producción.

La integración documental de un expediente técnico, con la finalidad de solicitar la declaratoria de Paisaje Histórico Industrial para el edificio de la fábrica "La Carolina y La Reforma" por parte de la UNESCO, está proporcionando una interpretación muy interesante de la historia de la tecnología y la formación del capitalismo en México.

En la virreinal ciudad de San Andrés de Salvatierra se construyeron cuatro canales a partir de 1609: Gugorrones, La Esperanza (Reforma), San Andrés (Ardillas) y San Nicolás del lado de San Isidro Batanes, acequías donde se instalaron cinco molinos cerealeros: el de la hacienda de los Agustinos (San Isidro Batanes), el de la hacienda de San Buenaventura (de Ávila), dos de Gabriel López de Peralta: el del Mayorazgo y el de la hacienda de la Esperanza  y el de la Ciudad de Gugurrón Arisméndi. Con este sentido protoindustrial se originó el poblamiento y edificación de la ciudad de San Andrés de Salvatierra siguiendo las ordenanzas reales para fundar ciudades españolas, documento donde se indica que debe señalarse un espacio para las actividades productivas que puedan generar enfermedades a la población del centro poblacional, que en este caso, el repartimiento de solares de industria, estuvo a cargo del cabildo fundador, quienes designaron la zona industrial, desde entonces, en la actual calle de Morelos, para aprovechar el agua del canal Gugorrones para las actividades productivas de tenerías, crianza de ganado, obrajes de jabón, velas y para los molinos de la Esperanza y el llamado molino de la Ciudad, que se ubicó en la esquina de Morelos y 16 de Septiembre.

Estas construcciones hacen que sea posible pensar en el canal de Gugorrones como Paisaje Histórico Industrial a lo largo de todo su trayecto dentro de la mancha urbana.

La experiencia de trabajo en los molinos cerealeros fue la base para fomentar la industrialización de México en su primera década como república independiente, así se hizo en las primeras fábricas textiles: "La Estrella" de Parras, Coahuila y en la "Constancia" de la ciudad de Puebla en 1834 y 1835.

El sistema francés de producción textil aprovechó la energía hidráulica directa para mover husos y telares y fue éste el sistema adoptado por los industriales mexicanos y el promovido por Lucas Alamán, en las Juntas de Fomento Industrial y Mercantil, además del Banco de Avío, tanto con gobiernos centralistas, como el de Anastasio Bustamante en 1830, como con el federalista, que a ratos era también centralista, Antonio López de Santana en 1842.

La industria textil de Salvatierra recorre este método histórico, se instala en una ciudad con tradición de trabajo en molinos cerealeros, donde existe un sistema de canales que le permitirán tomar el agua como fuente de energía motriz de la maquinaria, a la que llamaban, de tecnología automática, pues requería de la inversión de grandes capitales.

En la Memoria sobre el Estado de la Agricultura e Industria de la República en el año de 1845, realizada por Lucas Alamán, se registra que en Salvatierra, Guanajuato está instalada una fábrica textil con 792 husos a cargo de Valencia y Ca., cuya fuerza motriz es con mulas; y en 1848, el gobernador Lorenzo Arellano le reconoce a Salvatierra ser "más susceptible de grandes progresos si se quisiera aprovechar el grande y económico agente (agua) que poseen para la maquinaria"; en 1853 en otra memoria del estado que guarda la industria, se consigna que la fábrica textil de Valencia y Ca. tiene 800 husos, ocupa 65 trabajadores y ya emplea la fuerza motriz del agua.

Existe un plano urbano de la ciudad de Salvatierra datado en 1850, donde se aprecia la traza que representa la existencia de una enorme nave industrial en forma rectangular, lo cual nos permite interpretar que Eusebio González atendió la visión del gobernador Lorenzo Arellano, y planeó el crecimiento de la fábrica previendo la construcción de espacios de trabajo capaces de albergar, de manera suficiente sin futuros añadidos arquitectónico, todas las etapas del proceso de producción de telas de manta, en el tipo de cambaya.

Porfirio Díaz en su primer año de gobierno, 1877, instruyó la realización de una Memoria de Hacienda sobre las Estadísticas del Estado que guardan la Agricultura, Industria, Minería y Comercio, y en el documento se consigna que la fábrica textil La Reforma es propiedad de Eusebio González, dedicada a la hilaza y a la manta de algodón; produciendo mediante la fuerza motriz del agua; ocupando a 200 hombres, 90 mujeres y 30 niños que recibían un jornal de .35 a 1.00 peso, y la contratación era por familia, decían" para conservar la unidad familiar". En las haciendas, como la de San José del Carmen, el jornal era de .35 centavos, por lo que el trabajo de los niños debió ser promovido por los mismos padres de familia para tenerlos como ayudantes de sus tareas fabriles.

El valor económico de los 3,650 husos y 200 telares era de $90,000 (noventa mil pesos), cuya producción mensual era de 2784 piezas de manta con un peso de 10, 267 kilos y su precio en fábrica era de 3.25 a 5.00 pesos por pieza; a su vez, el edificio estaba valuado en 60,000 (sesenta mil pesos), una cifra elevada que constata la existencia de las enormes naves industriales que hoy se levantan imponentes en el paisaje de la ciudad.

El edificio de la factoría actual se conserva en buen estado, incluido el acueducto que, aún hoy, conduce el agua hasta una caída a chorro dentro de la naves de producción, es en un lugar donde estuvo, por lo menos desde 1853, una rueda que con paletas la hacían girar, generando la energía hidráulica directa necesaria para mover husos y telares a través de un sistema de trasmisión mediante bandas y poleas. Contamos con una fotografía del sistema de fuerza hidráulica que mueve los telares, mediante ejes de cobre instalados en el techo, que son abrazados por bandas de cuero que hacen girar los husos y las lanzaderas de los telares.

Los molinos, acequias y fábricas textiles de los que conservamos los edificios, canales que, incluso, seguimos empleando productiva mente, son un importante patrimonio cultural edificado, son un paisaje histórico industrial donde se encierra el registro del nacimiento de la ciudad, y dan testimonio del desarrollo de las primeras e incipientes fuerzas productivas del capitalismo aún asociado al trabajo acasillado de las haciendas, en el periodo colonial, y del surgimiento del capitalismo industrial asalariado en las primeras dos décadas del México Independiente, así como la gestación del régimen de la dictadura Porfirista que privilegió al capital industrial, particularmente el textil, por encima de la producción agrícola de las haciendas y las comunidades indígenas.

Con esta riqueza cultural estamos muy optimistas de tener los méritos necesarios para ser reconocidos, en esta primera propuesta, como Paisaje Histórico Industrial en la fábrica "La Carolina y La Reforma".

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