viernes, 6 de enero de 2012

Los Mayas y el fin del mundo por Hugo García Guzmán.


Acerca de que si los mayas y las demás culturas del mundo antiguo predijeron el fin del mundo para el año 2012, lo único que les puedo decir, es que eso es tan falso como un billete de $77.00 En lo que se refiere a los mayas, se puede afirmar de manera tajante, que es absolutamente falsa tal afirmación. Primero, porque los mayas eran, en realidad de verdad, grandes astrónomos y precisos matemáticos, −qué duda cabe−, gracias a la observación rigurosa que del cosmos precisaban, así como del conocimiento amplio que tenían del cero, (cuestión esta que ni los romanos conocían), lo que les permitía llevar con exactitud el movimiento de los astros y de las conjunciones celestes como la del Sol, Venus y la Tierra y que, por consecuencia, redundaban en el registro científico del tiempo. Por tal razón, los mayas contaban con el Haab, que era el calendario maya exacto de 365 días, compuesto de: 18 meses llamados “uinales”, que constaban de 20 días cada uno llamados “kines”; y con cinco días adicionales denominados “uayeb”, para formar un ciclo sincronizado que dura 52 tunes o haabs o 18,980 kines (días)

También habremos de considerar que los mayas, contaban con un sistema vigesimal de numeración para medir determinado lapso de tiempo llamado katún, es decir, período de veinte años. Para este caso, el que coincide con el año 2012, los mayas llevaban una cuenta lineal dentro de un período de trece Baktunes que corresponde a una era de vida en el tiempo”, el baktún es igual a 144.000 días. Los trece baktunes son equivalentes a 5,125.3661 años. Debemos considerar que el período de tiempo de trece baktunes en el que nos encontramos actualmente, tuvo como principio el 11 de agosto de 3,113 A.C., y terminará el 23 de diciembre del 2012 D.C. Pero esto no significa, de ninguna manera, que se trata del “fin del mundo”, −como nos lo quieren vender los -sofistas-comerciantes de los medios−, sino que se trata, simplemente, de la "cuenta larga" de los "katunes"; y que significaba el fin de un ciclo, y comienzo de otro; el cual, era la repetición circular de ciclos pasados-anteriores. Debemos tomar en cuenta que los mayas, al igual que todas las grandes culturas del mundo antiguo, conceptuaban al tiempo de manera circular, cíclica, como el día y la noche y las estaciones del año, y no lineal como la tradición Judeo-Cristiana.

Por otra parte, es totalmente inconcebible, aberrante y rotundamente erróneo pensar que los mayas hubieran profetizado una fecha determinada y fatídica para el “fin del mundo”, del cosmos y de la humanidad, toda vez que, en su pensamiento filosófico y teocéntrico, los mayas tenían por cierto, que tanto los dioses creadores como el cosmos, el mundo y la humanidad fueron establecidos para ser eternos; era un sistema auto-regulado y retroalimentado constantemente. Si el cosmos fuera destruido, entonces, ¿dónde vivirían los dioses celestiales o el gran dios trece y uno? ¿Dónde viviría el gran dios uno Itzamná? ¿Cómo podía ser posible lo imposible, de que se destruyeran los trece niveles celestiales del Oxlahuntiku? Y si el mundo pereciera, ¿dónde quedarían los nueve niveles del Xibalbá con sus deidades, mismos que tampoco podían ser destruidos? Y si el hombre pereciera, ¿entonces quién alimentaría a los dioses?

Debemos tener muy cuenta, que en la cosmogonía maya, como en el de otras culturas aparece el caos, es decir en maya, el silencio y las tinieblas del principio. Nada es ni había, y la palabra divina será la que pondrá orden y dará origen al Universo; el cual, se estará construyendo y destruyendo, constantemente, en sus etapas de formación para crear un mundo, que pueda servir de habitáculo a un ser capaz de reconocer, venerar y alimentar a sus creadores y estos a su vez, para que puedan seguir infundiendo la vida. Escuchemos para nosotros mismos las hermosas palabras del principio de la creación del libro sagrado de los mayas, el "POPOL VUH":

“En el tiempo primordial, cuando sólo existían el cielo y el mar, los dioses creadores, Padre y Madre, decidieron la aparición del hombre y el mundo. Dioses con diferentes nombres, y con distintos atributos, que se identifican con algunos animales, principalmente con una serpiente emplumada, símbolo del dios supremo celeste y creador, llamada Gucumatz, "Serpiente Quetzal".

“Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz. De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.

“Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. En la noche de los tiempos los progenitores del Cosmos, hablaron: “ha llegado el momento del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los hijos esclarecidos sobre la superficie de la tierra”.

Después de varios intentos de formación del hombre con materiales fallidos como el barro y la madera los dioses creadores encontraron por fin la materia perfecta para crear al hombre: el maíz, la substancia divina. El cual, fue mezclado con sangre de serpiente y de tapir, (seres que eran considerados entes sagrados, debido a que se les atribuía la energía divina del Cosmos), dio como resultado la concreción del objetivo buscado: un hombre capaz de reconocer a los creadores y progenitores, capaz además de ser racional y de ser apto de entender y cumplir la encomienda divina de ser alimentador y sustentador constante de ellos, para la continuidad de la vida y del Universo.

El hombre pues, debe sustentar y alimentar a los dioses, para que los dioses no perezcan y así, el Cosmos no muera. De aquí se entiende la gran religiosidad de los mayas, muy difícilmente igualada por otro pueblo, puesto que eran totalmente teocéntricos. Los mayas, pueblo inteligente y sabio, expresaban en su filosofía el equilibrio perfecto que debería guardar el sistema “dioses-cosmos-tierra-hombres”, en el que, el hombre por una parte, debe sustentar a los dioses, es decir, de honrarlos y venerarlos con aromas sutiles, como la fragancia exquisita de las flores, el perfume sabroso de los frutos y el incienso selecto del copal. Además deberían de alimentarlos para seguir existiendo, con determinados alimentos guisados especialmente pero, ante todo, con su propia sangre, con la misma substancia con la que fue creado, donde reside la vida misma, la energía del Cosmos y el espíritu del Universo.

Como podemos concluir, con un panorama tan amplio, rico y abundante como es la cosmovisión maya, la idea de “fin del mundo” por profecías sacadas de no sé donde, en la que el mundo tiene predestinado un final señalado, pu es simplemente no existía, no era posible, ni siquiera era pensable, debido a que los dioses sostenían el Cosmos y al mundo, es decir, la tierra.

El sistema dioses-cosmos-tierra-hombre, es la expresión de ETERNIDAD en la filosofía maya, y en todo el pensamiento mesoamericano; el cual, se puede despejar de la siguiente manera:





A la luz de lo anterior, pensar que los mayas pudieran haber establecido una fecha fatídica para el “fin del mundo” es, aparte de inconcebible, una verdadera aberración que no tiene sentido pero que, hace mover a risa hasta por quince minutos sin parar. Sin embargo, tal mentira, sí tiene mucho sentido para la BBC de Londres y para la nueva “summa theológica” del conocimiento humano: el Discovery channel, el History channel y hasta el National Geographic channel, porque mantienen el alto rating espantando a la gente y obteniendo inmorales ganancias sustantivas, aprovechándose de la buena fe de las personas, llegando a inventar y a cometer el crimen de afirmar, que los mayas eran “extraterrestres”, cuestión ésta, que raya en la insolencia y en la estupidez más grande del Universo, que ofende, ruinmente, a los MAYAS actuales herederos.
   

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