Educación de y para la ciudad
por Pascual Zárate Ávila
Conocí a Luis Castillo Pérez, cuando regresó jubilado a vivir en la ciudad. Era un hombre pausado en el hablar y que caminaba con la pierna derecha rígida, a causa de una caída, al tomar un camión en la capital del país.
Don Luis Castillo Pérez |
Supe de él cuando organizó un patronato, para edificar la casa hogar para ancianos “Villa de las Rosas”, fue un día, cuando pasó un pequeño coche con dos bocinas, anunciando la colecta, ofreciendo escobas y trapeadores.
Dos jóvenes, vestidos con el uniforme de Scouts, tocaron a la puerta de la casa y ofrecieron esos artículos de limpieza, recibiendo a cambio la cantidad que se quisiera donar.
Si un jefe de familia hacía la compra, los Scouts informaban de inmediato al anunciante y desde los altavoces y a todo volumen, mencionaban el nombre y el agradecimiento, cantando la cantidad aportada. Fue un episodio muy simpático que nos hizo reír, y con eso, provocó mi curiosidad para saber de él.
La reseña escuchada entonces, ahora la considero como un caso ejemplar de aprendizaje de la ciudad. El doctor Miguel Zárate Sánchez me relató algunos datos que, años después, me los amplió don Luis en una amena charla en su casa de Leandro Valle.
El pórtico de su casa era un lugar fresco donde se sentaba don Luís, ahí me narró una explicación de cómo se desarrolló su aprecio, por la historia de Salvatierra de la Luz, como él la llamaba.
Con voz grave, sin tristeza, me contó de su orfandad desde los primeros años de vida y de su abuelo que le dio la crianza. Mucho aprendió de él, pues paseaban por las calles de la ciudad, diciéndole el significado del nombre antiguo de las calles y de las familias que vivieron en ese lugar.
Un aprendizaje que su abuelo tenía como propósito enseñarle, era que se orientara, conociendo los nombres y numeración de las calles para ganarse propinas, llevando los recados que se comunicaban entre sí, las personas de las casonas.
Un aprendizaje social de la ciudad muy satisfactorio para don Luis, que sólo asistió a la escuela hasta el cuarto grado, es, que supo organizar su archivo de mensajes no entregados y que conservó por siempre, separando las invitaciones, presentaciones sociales y anuncios que llevaba puntualmente a entregar a las casas, y que en su vejez, le sirvió para escribir las crónicas de la ciudad.
También me relató que mucho aprendió de su amistad con los frailes franciscanos, a quienes servía de acólito y recadero. Participó en el sentido de preparar un altar casero, con imágenes y retablos, para la celebración de una misa a escondidas, en una época de persecución religiosa.
Al mismo tiempo, don Luis me cuenta con gran emoción, que al preparar el tercer centenario de la fundación de la ciudad de Salvatierra en 1944, se abrigó la idea de gestionar la iniciación de una escuela de educación secundaria.
Siendo un éxito el sueño, se da el nombre de Escuela Técnica Industrial y Comercial # 18, como una continuación a la creación de las escuelas primarias “La Reforma” en 1942 y “José María Morelos y Pavón” en 1943, que sería el siguiente lugar de preparación.
El profesor Enrique Pastor invitaba frecuentemente a don Luis en su papel de cronista, para que contara a los alumnos, la historia de la ciudad y de la fundación de la Escuela Secundaría Técnica # 2, información que el Subdirector Académico empleó para relatar un reportaje a los periódicos, cuando celebraron el cincuenta aniversario.
La formación del carácter, de este hombre salvaterrense, fue motivado por el aprendizaje de la ciudad, de sus valores, sus personajes y su historia.
El espíritu de arraigo de don Luis Castillo Pérez debe ser nuestro ejemplo, para celebrar el 70 aniversario de la Escuela Secundaria Técnica # 2.
Hacer clic para ver
No hay comentarios:
Publicar un comentario