A su Santidad el Papa Pío XI, que concedió la coronación pontifícia a la Virgen de la Luz de Salvatierra
A Vos, Sumo Pastor, que habéis de pío
la merecida fama acrecentado
por haber en mi patria derramado
de divinos consuelos el rocío;
De gratitud en alas os envío
éste de flores místicas puñado,
que, en horas de dolor, helo regado
más que con agua, con el llanto mío.
Pues, sin demora, que el espacio hienda,
y en las alas del céfiro liviano
llegue hasta Vos mi cariñosa ofrenda.
Y cuando la tengáis ya en vuestra mano;
que Vuestra augusta Santidad la atienda
por ser de un sacerdote mexicano.
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Del Vaticano llegue hasta las salas
donde moráis y pose en lustra mano
éste libro de un Preste mexicano,
lleno de fe, si huérfano de galas.
No fue inspirado por la docta Palas,
ni por soplo del augur pagana;
debe la vida al Numen Soberano
que, a impulso del amor, bate las alas.
Llegue, pues, hasta vos; con el deseo
de que Vuestra Santidad le abrigue,
y ampare con su brazo giganteo:
Que si, por buena suerte, esto consigue,
lograréis que Tamiro Miceneo
interminables gracias os prodigue.
Federico Escobedo
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