jueves, 31 de julio de 2008

Biografía del poeta José Luz Ojeda.


OJEDA LÓPEZ, José Luz. (1899-1989).
Sacerdote, maestro, poeta, predicador y biblista.

Por Jesús García y García.

Nació el 27 de diciembre de 1899, dentro de la circunscripción municipal salvaterrense, concretamente, en la entonces hacienda de San Nicolás de los Agustinos, fue hijo de don José Luz Ojeda Patiño y de doña Genoveva López. A fines de 1901, la familia vino a vivir en la cabecera del municipio, en una casona que adquirió el Papá, en el portal de la Luz.
Pocos pasos separaban, al pequeño José Luz, del hoy santuario diocesano de Nuestra Madre Santísima Luz, en el que fue acólito, para dar cauce a su temprana vocación religiosa. En sus Memorias, relata cómo fue su formación escolar básica, primero en la escuela de Moniquita y Amparito, después, bajo la dirección del maestro don Pedro Sosa y, finalmente, bajo la guía del padre don Vicente Meza. Una recomendación, de este último, dio la oportunidad a José Luz de ingresar en el Seminario de Morelia. Únicamente, durante los primeros meses de 1914, pudo disfrutar de las aulas tridentinas, porque, entonces, con el triunfo del carrancismo sobre el usurpador Victoriano Huerta, comenzó una de las etapas, más violentas, de la persecución religiosa en México. Los carrancistas clausuraron el Seminario, y se incautaron del edificio, y sus bienes, y José Luz tuvo que volver a Salvatierra, donde ayudó al funcionamiento de la tienda de abarrotes, propiedad de su familia.
Fue uno de los fundadores de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, (ACJM), en Salvatierra, y, entre actividades catequísticas y obras sociales, se inició en la oratoria, y se convirtió en el director fundador del periodiquito: Lux. En esa época, se consolidó su afición a la lectura, tuvo sus primeros devaneos de muchacho romántico, y escribió su primer tomo de versos.
Desde aquella primera estancia, de José Luz en Morelia, las diversas facciones en el poder habían continuado persiguiendo a la religión. A partir de octubre de 1917, las cosas empeoraron. Los mexicanos anticatólicos, se alinearon con el bolchevismo triunfante en Rusia, que anunciaba la libertad del hombre pero, en la práctica, suprimía fundamentales derechos humanos, y todo lo que es democracia y, además, “mataba” a Dios. El comunismo moreliano, acabaría por provocar sangrientos sucesos en mayo de 1921.
A principios de ese 1921, volvió al Seminario para reiniciar su carrera religiosa. En cuatro años despachó, lo que se llama, el Seminario Menor, (asignaturas de latinidad y filosofía). Al mismo tiempo, Ojeda estudió el francés, y empezó a poetizar en serio. En medio de inacabables zozobras, hizo los estudios correspondientes al Seminario Mayor, (teología, derecho canónico, liturgia y otras materias). Entonces, se inició como profesor impartiendo una academia de castellano.
Debido al endurecimiento de las leyes, en contra de la Iglesia, por parte del régimen callista, el 31 de julio de 1926 fue suspendido el culto religioso, en todos los templos del país. Poco después, se inició el movimiento armado, que llaman “La Cristiada”. En circunstancias de subrepción, José Luz recibe, el 18 de diciembre de ese mismo año de 1926, las órdenes menores del exorcistado y el acolitado.
Por la forma en que se ve obligado a trabajar el seminario, (a escondidas), su cabeza visible es, en esa época, Ojeda, pero sin ser vicerrector. El 28 de febrero de 1928, es detenido por agentes del gobierno, quienes le dicen, al soltarlo: “El seminario ya no se abrirá más. Les dice a sus alumnos, que eso de las cosas de los curas, ya se acabó en México, y que se vayan a sus casas”.
En el mismo año, el 2 de junio, le es administrada la orden del diaconado y, el 22 de diciembre, queda ordenado sacerdote. El día 3 de enero de 1929, en una casa de Salvatierra, celebra su primera misa y, de esa forma, festeja el día onomástico de su Madre. A finales de junio, se entera de que, finalmente, se arregló el conflicto religioso. Se estrena como predicador el 11 de julio de 1929, en ocasión de la solemne reapertura de cultos en Salvatierra.
Solicitado por el obispo de Querétaro, monseñor Banegas y Galván, el presbítero José Luz Ojeda, fue de 1931 a 1933, a fungir como prefecto espiritual del seminario queretano que, también, funcionaba clandestinamente.
Requerido por su arquidiócesis de origen, allá volvió, y se enteró de que querían poner sobre sus hombros, la dirección espiritual del seminario menor. Apeló ante el vicerrector, y logró que se revirtiera aquella decisión, aunque no inmediatamente. Mientras tanto, vino lo que Ojeda llama la diáspora, que fue el más largo, y difícil, desplazamiento del seminario de Morelia, primero por tierras del Bajío y, después, por la sierra michoacana. Duró desde 1934 hasta 1943.
El 9 de febrero de 1944, se cumplieron tres centenarios de la fundación de Salvatierra. Se convocó a un concurso de poesía, alusiva al acto, y el primer lugar lo ganó el padre José Luz Ojeda. La composición lleva por título: “Canto secular a Salvatierra”. El premio consistió en una medalla de oro, donada por el Senado de la República, un diploma de honor, expedido por los organizadores, y cien pesos en efectivo, obsequio de la empresa Clemente Jacques y Compañía. La decisión en su favor, fue dictada por el poeta doctor Enrique González Martínez, y el doctor en filosofía y letras por la universidad de Lovaina, Jesús Guisa y Azevedo.
Mientras tanto, seguían sus labores de maestro en el seminario, (enseñaba, al final, historia de México y francés). Sin perjuicio de aquellas, lo adscribieron a algunas actividades administrativas, en la curia arquidiocesana.
El 1 de enero de 1951, emprendió, formalmente, sus actividades misioneras, a las cuales siempre se había sentido tan atraído. Hizo, de Celaya, su centro de operaciones, del cual salió a innumerables partes a misionar, incluyendo, alejadas localidades del norte de la república. De este modo, se fue volviendo celayense por adopción. En la ciudad cajetera se encontró con viejos amigos, y tejió nuevas relaciones.
El obispo Alfonso Toriz Cobián, le otorgó la dignidad de canónigo honorario de la catedral de Querétaro, tomó posesión de su asiento en el coro, el 19 de septiembre de 1963.
Inició, en enero de 1967, un venturoso contacto con, el también sacerdote, don Luis Alonso Schökel, padre jesuíta, del Pontificio Instituto Bíblico. Esta relación culminó con el viaje de trabajo, que don José Luz Ojeda hizo a Roma, amparado por una especie de beca, en 1969. Integrado, en el equipo que comandaba Schökel, tuvo participación sobresaliente en la traducción de: El libro de Job, y el Cantar de los cantares.
La noticia, de la erección de la diócesis de Celaya, se recibió en dicha ciudad el 8 de febrero de 1973. Al formarse la curia correspondiente, el padre Ojeda fue nombrado canónigo.
La muerte lo sorprendió en su casa de Celaya, el 29 de mayo de 1989, cinco días después, de celebrarse el cincuentenario de la coronación pontificia, de su eterno amparo y guía, la Virgen de
la Luz de Salvatierra.
Poemas de Federico Escobedo dedicado al poeta José Luz Ojeda.
Poeta y muy poeta; alma canora. ,
botón gentil de púdica azucena. ,
rayo de luz, que plácida y serena
opaca a la tiniebla aterradora. ,
joyel de hechura regia, que atesora
oro de fina ley; arpa en que suena
sólo de Dios la voz; y que, por buena. ,
el mismo Dios la pule y esplendora.
Lerma le dio las que en su cauce avaro
oculta fuerzas de indomable brío. ,
junto con linfas de semblante claro. ,
es, por fin, una gloria del Bajío. ,
Diamante puro; y por lo mismo, raro. ,
al que fuerza y candor dan atavío.
Carmen, Ojeda, tuum, more fluentis aquae!...

Versos al libro de poemas "Claridad".
En lo alto, ayer, de marfilina torre
Fuiste de viva “claridad” un faro. ,
que del puerto conduce hasta el amparo
al mísero bajel, que el mar recorre.
Hoy, con el fin de que la luz se ahorre
que da, sin tasa, tu laúd preclaro.
o bien, de Apolo por capricho raro,
ya eres, en vez de luz, “agua que corre”.
Mas, si en lugar de faro reluciente. ,
mejor gustas de ser “agua corriente”
por cima el área de árido terreno. ,
nada te importe el cambio, hermano mío. ,
con tal de que, trocada en prócer río. ,
lleve doradas guijas en su seno.

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