domingo, 9 de noviembre de 2008

Jesús Guisa y Azevedo por Pascual Zárate Avila

Retrato de Jesús Guisa y Azevedo pintado por Roberto Montenegro

El doctor Jesús Guisa y Azevedo, un mexicano ilustre que fue un infatigable polemista, que dedicó su vida a la enseñanza y a reconvenir públicamente, con valor y razones cívicas, a los gobernantes autoritarios y a los funcionarios serviles, para contribuir a la regeneración moral del país. Tuvo, también, una fructífera vida en el campo cultural. Falleció a los 86 años de edad en la Ciudad de México.
Guisa nació el 15 de octubre de 1899 en Salvatierra, Gto. Ahí pasó su infancia; estudió en el Seminario de Morelia y de 1920 a 1923 cursó en la Universidad de Lovaina, Bélgica, el doctorado en filosofía y ciencias sociales; en 1927, fue exiliado junto con el director y subdirector de Excélsior, Victoriano Salado Alvarez y José Figueroa, por sus severos juicios del caudillismo en que culminó el movimiento revolucionario maderista de 1910.
A invitación del rector Antonio Caso, en 1934, fue profesor de la primera cátedra de Filosofía Tomista que se impartió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ese mismo año fundó la Editorial Polis y el siguiente la revista Lectura, de la que publicó 1,500 números; en 1956 fue propuesto por José Vasconcelos y Angel María Garibay como individuo de número en la Academia Mexicana de la Lengua.
En 1946, el Partido Fuerza Popular lo propuso como candidato a diputado federal por el distrito de Salvatierra, Gto. la campaña electoral resultó una espléndida ocasión para que diera, de viva voz, lecciones de democracia y moral cívica a sus paisanos del sur de Guanajuato.
Su primer libro publicado fue la lección inaugural de la cátedra de Filosofía Tomista. El libro se llama Lovaina de donde vengo, al que le siguieron: Doctrina política de la reacción; Hispanidad y germanismo; Los católicos y la política; Estado y ciudadanía; Me lo dijo Vasconcelos; La palabra humana; El ciudadano Luis María Martínez; Elogio del vino; La Revolución y su Luis Cabrera; Muerte y resurrección de México; y Don Quijote y Sancho, dibujados en la humanidad de cada quien, entre otras obras.
Con argumentos de filosofía de la cultura sostuvo una visión positiva de la gesta de Hernán Cortés, a quien consideró libertador, revolucionario y creador del Estado Mexicano. Guisa y Azevedo también vio en Miguel de Cervantes a un vivo ejemplar de la flor de la hispanidad y lo reconoció mexicano, porque con su obra maestra, Don Quijote de la Mancha, ensanchó la identidad cultural de México, su obra está incorporada a nuestras tradiciones artísticas, de las cuales, el actual Festival Cervantino es una referencia imprescindible en la promoción internacional de nuestro país.
Guisa también fue un periodista crítico de los males públicos del país, pero del mismo modo como vio con ojos de censor implacable, los males que incansablemente señaló en el gobierno, logrando indignar a la opinión pública por los ilícitos enriquecimientos, la confusión interesada en el ejercicio de los poderes de la Nación, el entonces estatismo galopante, la incapacidad emocional y económica del mexicano en la defensa de sus derechos y en el cumplimiento de sus obligaciones, el fraude electoral, más aquello que llamaba "nuestros grandes sofismas: “reparto agrario, libertad de prensa y enseñanza, nuestra misma Revolución y nuestra democracia”
De ese mismo modo que criticó, también se ocupó de difundir la cultura cívica que él mismo sistematizó, a partir de sus reflexiones sobre Aristóteles, Santo Tomás y Jacques Maritain, en obras que publicó en la Editorial Polis y que en algunas ocasiones fueron impresas con el apoyo de funcionarios del gobierno mexicano.
El filósofo guanajuatense que hoy recordamos, se volvió a desempeñar en sus últimos años como periodista de los diarios Novedades y El Universal, en cuyas páginas su pluma continuó guiándose por el principio de la honradez intelectual, que consistió en ponderar siempre lo positivo de las personas que, en su tiempo, gobernaban con prudencia, enjuiciando a los dirigentes de los partidos políticos para señalar también, en su caso, las conductas perniciosas o corruptas de quienes incurrían en esos ilícitos.
Hubo una nota característica que siempre distinguió la personalidad de don Jesús Guisa, que fue su acendrada religiosidad, la cual practicó con fidelidad y enamorado de su fe, cualidades morales que le valieron un reconocimiento de artistas como Diego Rivera, el Doctor Atl y Roberto Montenegro, quienes pintaron su retrato como un homenaje a su congruencia.
También José Vasconcelos le reconoció su constancia como pensador humanista, que a partir de su cristianismo comprometido con la justicia social de los mexicanos y mexicanas más pobres, procuró trabajar por un México mejor para las siguientes generaciones.

El maestro Guisa murió en la Ciudad de México el 30 de septiembre de 1986.

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