domingo, 17 de agosto de 2008

Crónicas salvaterrenses, época colonial.


Calle Francisco I. Madero.
por José Castro Barragán.
Tomado de la revista
"Por Amor al Arte"de Mario Carreño Godínez.
año 3 N° 33, mayo de 2008.

Esta calle que data de la remota época colonial, sus antecedentes nos señalan que proviene de antes de la fundación de la ciudad, y su ubicación es de poniente a oriente y del lado norte de la capilla de aquellos años de la Tercera Orden. Cerrandola por este extremo la antigua calle del Pueblito (Mariano Jiménez). Y frente a la misma la otrora "Huerta del Infiernito", como, también, a la derecha la vieja plaza del Pueblito de la Congregación de los Chochones. Con el paso de los años llegamos a 1750, cuando dicha capilla es remodelada y al mismo tiempo se construía el templo, quedando anexado a este y el resultado es el hermoso templo dedicado a san Antonio.
Caminando hacia el oriente de esta arteria, antes de llegar a la esquina que forman esta calle con el viejo camino a Acámbaro (calle Morelos), la cruza la antigua acequía de Gugurrón y, para cruzar la misma, existe un viejo puente de piedra; el constructor y dueño de este canal fue don Pedro Arismendi de Gugurrón, con el cual conducía agua para hacer mover el viejo sistema hidráulico del molino de harina llamado en esos tiempos "Molino de Gugurrón". Fue su antigua denominación hasta 1644, que su nombre se cambió a "Molino de la Ciudad". También, las aguas de este canal fueron utilizadas en el riego de las tierras labrantías que poseían, al norte de la ciudad, los hermanos Pedro y Antonio Arismendi de Gugurrón.
Bueno, pero volviendo al tema inicial de esta importante arteria, la que en los primeros años en que fue trazada llevó el nombre de calle de la Tercera Orden, después, en su tramo comprendido entre Morelos e Hidalgo, se le conocía como calle de los Esquiveles, y esto obedecía a que en ella tenía establecida su residencia la familia Esquivel y Vargas, de la cual les quiero comentar lo siguiente: el señor doctor canónigo don Agustín Francisco Esquivel y Vargas, quien viera la primera luz en esta ciudad de Salvatierra, en el año del Señor de 1714, y recibiendo el Sacramento del Bautismo, el cual le fue ungido por el sacerdote fray José Méndez, el día 5 de septiembre del año antes citado, en la parroquía franciscana de esta ciudad.
Fueron sus padres don Nicolás Esquivel y Vargas y doña María García. Pasaron los años y al llegar a la edad escolar, sus estudios primarios los realizó en la escuela de la Saráfica Orden Franciscana que para esos años funcionaba aquí, en la ciudad de Salvatierra. Terminados éstos, más tarde pasó para continuar sus estudios en el Colegio de la Purísima Concepción, también de los padres franciscanos, en su sede de Celaya, hasta obtener el grado de bachiller para después, entrar a estudiar al Seminario Tridentino de la Ciudad de México, en cual pasado el tiempo, termina su carrera sacerdotal. Y recibe las órdenes mayores el subdiaconado y el presbiteriado en el año de 1738. También, obtuvo el grado de Doctor en Teología por la Real y Pontificia Universidad de México en 1752, cuando era párroco del Santuario del Señor de la Piedad. Fue nombrado como primer Rector del Seminario Tridentino de Morelia en 1770.
La vida transcurre en el constante desempeño de su apostolado. Le gustaba visitar la casa paterna con regular frecuencia, para saludar y estar con su familia por breves espacios de tiempo, pero en la última visita que ocurre en el mes de octubre, el día 16 del mismo, lo sorprende la muerte aquí en su natal Salvatierra. Era el año de 1771. El padre Esquivel y Vargas deja un recuerdo imperecedero a Salvatierra, como herencia literaria en su libro "El Fénix del Amor", donde hace la narración de una manera diáfana y elocuente, sobre la aparición del Señor del Socorro, cuya imagen se venera en el viejo barrio de San Juan Bautista.

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