miércoles, 24 de diciembre de 2008

Análisis del poema Primero Sueño, tema: el sueño

El sueño sólo afecta al cuerpo, a los miembros y a los huesos. Sor Juana postula la existencia del alma, la cual no duerme, sino que se libera de las tareas de regir el cuerpo. Los conocimientos de anatomía los pone de manifiesto al referirse al corazón, al pulso y a las arterias. También, maneja el concepto de vida corporal vegetativa, que es un gran adelanto en la concepción del funcionamiento de los órganos humanos. La muerte es un fenómeno que le ocurre al cuerpo, el cual suspende sus funciones. El conocimiento se encuentra en el alma, ahí esta la posibilidad del conocimiento trascendente, y del empírico. Despierto tiene un conocimiento de los objetos de la naturaleza y dormido tiene otro conocimiento que es el que le interesa vislumbrar a sor Juana. Veamos.

(XI fragmento)

El alma, pues, suspensa
del exterior gobierno –en que ocupada
en material empleo,
o bien o mal da al día por gastado-,
solamente dispensa
remota, si del todo separada
no, a los de la muerte temporal opresos
lánguidos miembros, sosegados huesos,
los gajes del calor vegetativo,
el cuerpo siendo, en sosegada calma,
un cadáver con alma,
muerto a la vida y al muerte vivo,
de lo segundo dando tardas señas
el del reloj humano
vital volante que, si no con mano,
con arterial concierto, una pequeñas
muestras, pulsando, manifiesta lento
de su bien regulado movimiento.
Este, pues, miembro rey y centro vivo
de espíritus vitales,
con su asociado respirante fuelle
-pulmón, que imán del viento es atractivo,
que en movimiento nunca desiguales
o comprimiendo ya, o ya dilatando
el musculosos, claro arcaduz blando,
hace que en él resuelle
el que lo circunscribe fresco ambiente
que impele ya caliente,
y él venga su expulsión haciendo activo
pequeños robos al calor nativo,
algún tiempo llorados,
nunca recuperados,
si ahora no sentidos de su dueño,
que, repetido, no hay robo pequeño-;
éstos, pues, de mayor, como ya digo,
excepción, uno y otro fiel testigo,
la vida aseguraban,
mientras con mudas voces impugnaban
la información, callados los sentidos
-con no replicar sólo defendidos-,
y la lengua que, torpe, enmudecía,
con no poder hablar los desmentía.

El conocimiento es el punto de interrogación de sor Juana, cómo conocemos. y realiza ahora la primera descripción del conocimiento sensible, de la percepción. Realiza una explicación de la percepción interna, de la conciencia de su capacidad de conocer, emprende una explicación a partir de los humores, del estómago y los alimentos, aunque menciona al cerebro ella carece del conocimiento del sistema nervioso y de la transmisión eléctrica de las sensaciones, así como de las neuronas. Pero es importante resaltar su correcta posición de responder a la pregunta ¿Cómo conoce el hombre? y da la respuesta de la información empírica. Leamos.

(XII fragmento)

Y aquella del calor más competente
científica oficina,
próvida de los miembros despensera,
que avara nunca y siempre diligente,
ni a la parte prefiere más vecina
ni olvida a la remota,
y en ajustado natural cuadrante
las cantidades nota
que a cada cuál tocarle considera,
del que alambicó quilo incesante
calor, en el manjar que –medianero
piadoso- entre él y el húmedo interpuso
su inocente sustancia,
pagando por entero
la que, ya piedad sea, o ya arrogancia,
al contrario voraz, necia, lo expuso
-merecido castigo, aunque se excuse,
al que en pendencia ajena se introduce-;
ésta, pues, si no fragua de Vulcano,
templada hoguera del calor humano,
al cerebro envïaba
húmedos, mas tan claros los vapores
de los atemperados cuatro humores,
que con ellos no sólo no empañaba
los simulacros que la estimativa
dio a la imaginativa
y aquésta, por custodia más segura,
en forma ya más pura
entregó a la memoria que , oficiosa,
grabó tenaz y guarda cuidadosa,
sino que daban a la fantasía
lugar de que formase
imágenes diversas.

El cerebro humano, la memoria y la fantasía son quienes intervienen en la producción de imágenes de los objetos del mundo. Ahora expone sor Juana que le conocimiento proviene de los objetos externos, y ahí trata de responder a la pregunta ¿qué puede conocer? Así expone que la persona copia lo que ve y percibe y siente que hay una guía para desplazarse igual que las naves tienen esa ayuda para navegar, lo mismo que la intervención del viento para atravesar el mar y partir las olas con a quilla de las naves. En todo esto sor Juana nos afirma de la posibilidad del conocimiento, de que estamos facultados para ello. Esto es importante porque el saber que se maneja en la Nueva España proviene de los libros que llegan, y la interrogante de sor Juana es ¿qué se puede conocer? y esta respuesta es brillante, pues parte de la experiencia empírica y de los sentidos y facultades internas. Sin embargo, coloca al alma como quien recibe las imágenes producidas, el alma las contempla. Veamos:

(XIII fragmento)

Y del modo
que en tersa superficie, que de Faro
cristalino portento, asilo raro
fue, en distancia longísima se vían
(sin que ésta le estorbase)
del reino casi de Neptuno todo
las que distantes lo surcaban naves
-viéndose claramente
en su azogada luna
en número, el tamaño y la fortuna
que en la inestable campaña transparente
arriesgadas tenían,
mientras aguas y vientos dividían
sus velas leves y sus quillas graves-;
así ella, sosegada, iba copiando
las imágenes todas de las cosas,
y el pincel invisible iba formando
de mentales, sin luz, siempre vistosas
colores, las figuras
no sólo ya de todas las criaturas
sublunares, más aun también de aquéllas
que intelectuales claras son Estrellas,
y en el modo posible
que concebirse puede lo invisible,
en sí, mañosa, las representaba
y al alma las mostraba.

Pasa a otra esfera del conocimiento al del alma, y en este tema no se plantea la pregunta de ¿qué es lo que existe? Aquí entra en juego la creencia, y define al alma como un ser que participa de otro Ser más elevado. Y dice que el alma se encuentra en el pináculo de los más altos productos de la Naturaleza. Es superior el alma a todo lo material. Este conocimiento sobre el alma no lo explica, no dice cómo llegó a la conciencia del alma. La define:

(XIV fragmento)
La cuál, en tanto, toda convertida
a su inmaterial ser y esencia bella,
aquella contemplaba,
participada de alto Ser, centellea
que con similitud en sí gozaba;
y juzgándose casi dividida
de aquella que impedida
siempre la tiene, corporal cadena,
que grosera embaraza y torpe impide
el vuelo intelectual con que ya mide
la cantidad inmensa de la Esfera,
ya el curso considera
regular, con que giran desiguales
los cuerpos celestiales
-culpa si grave, merecida pena
(torcedor del sosiego, riguroso)
de estudio vanamente juicioso-,
puesta, a su parecer, en la eminente
cumbre de un monte a quien el mismo Atlante
que preside gigante
a los demás, enano obedecía,
y Olimpo, cuya sosegada frente,
nunca de áurea agitada
consintió ser violada,
aun falda suya ser no merecía;
pues la nubes –que opaca son corona
de la más elevada corpulencia,
del volcán más soberbio que en la tierra
gigante erguido intima al cielo guerra-,
apaenas densa zona
de su altiva eminencia,
o a su vasta cintura
cíngulo tosco son, que –mal ceñido-
o al viento lo desata sacudido,
o vecino el calor del Sol lo apura.

2 comentarios:

Unknown dijo...

muy buen análisis. ojalá pudieras hacerlo en el resto del poema.

Pascual Zarate dijo...

Fanny gracias por tu exhortación,ya publicaré el resto del análisis del poema. Ya puse un fragmento más, espero no perder la continuidad, no vya ser que me pierda en el hilo.