martes, 20 de julio de 2010

El tema del agua en el Tratado del sabio renacentista edificador de San Andrés de Salvatierra

* DE LA NATURALEZA Y SITIO DE LAS AGUAS
por fray Andrés de San Miguel

El agua es naturalmente fría y húmeda, y más pesada que el aire y no tanto como la tierra, por cuya causa tiene su propio sitio y lugar en la redondez y superficie de la tierra, como se escribe en el Génesis, Capítulo 1, de donde se colige claramente que toda la haz de la tierra estaba rodeada y circundada de las aguas, pues fue menester que Dios les mandase que se apartasen y retirasen a una parte y lugar para que areciese la tierra y así pudiese fructificar y tuviese lugar de producir yerbas, árboles y plantas, para el sustento de los hombres y mantenimiento de los demás animales de la tierra y aves del aire, y aunque el eterno soberano Dios mandó a las aguas que se retirasen a una parte, no por eso les dio lugar contrario a su propia naturaleza, como algunos han pensado antes.
Así como el creador dispone y ordena todas las cosas suavemente, así ordenó su divina providencia que en la redondez de la tierra hubiese muchas y muy grandes concavidades adonde al agua, como flexible y pesada se retrujese, y como en lugar propio y natural estuviese sin recibir fuerza ni violencia alguna. Lo más bajo de toda la superficie de la tierra es el lugar y sitio de la mar y por eso todas las aguas de los ríos y fuentes, por ser deleznables, van a porfía corriendo a la mar como lugar más bajo y su natural, porque, como la tierra es redonda y el agua lo es también, no tiene quietud, reposo ni descanso, hasta llegar a su centro y natural asiento.
También es verdad que fue menester que el sumo hacedor de todas las criaturas pusiese término a las aguas, para que no saliesen de sus términos, porque siendo el agua de su natural tan flexible y tan fácil de moverse y de convertirse de una a otra parte, fuérale muy fácil tornar a cubrir la tierra y abrazarse con toda ella, como lo estaba al principio de su creación y lo estuvo en el tiempo del diluvio general, y esto pudiera suceder no sólo por las grandes conmociones que causan en la mar los grandes vientos y empestades, sino también con las grandes hinchazones y crecientes que la Luna suele causar en esas extendidas aguas y profundos mares, a cuyo ímpetu y fuerza ningún poder natural bastara, si Dios Nuestro Señor no les pusiera aquel freno de su eterno y poderoso mandamiento, para que no pasasen los límites de sus términos y riveras.
El agua es un elemento muy eficaz y más poderoso que los demás elementos, pues se abraza con la tierra, apoderándose de ella, y se sube con la virtud del sol por los altos aires, causando muchas nieves, lluvias y rocío, nieves, granizos y nieblas y finalmente, con su fuerza natural, vence y mata al fuego, siendo un elemento tan fuerte y voraz y consumidor. Es el agua muy importante y principal medio y remedio de nuestra vida corporal y espiritual, pues Dios Nuestro Señor ordenó que no solamente sirviese de refrigerio y conservación del calor natural, pero quiso que nuestra regeneración y bautizo fuese por medio del agua, de lo cual escribe Moisés, Génesis Capítulo 1, que también fue medio para limpiar y purificar el mundo de los grandes pecados que antes del diluvio había en la tierra, subiendo más altas que el más alto monte quince codos, sin dejar cosa viva en todo el Universo, salvo los que por mandamiento de Dios entraron en el Arca de Noé.
Del agua dijo Tales de Mileto ser principio de las cosas y de la conjunción humana; Eurípides dijo que el aire y la tierra, con la lluvia del cielo, engendraban todas las cosas. * ¿Pero quién negará que la agua sea a los animales como pasto del calor y alimento de la vida? ¿Pues qué diré de las yerbas y plantas y árboles y de lo demás de que los hombres usan? Cosa cierta es que todas las cosas que en la tierra se crían y todas las que crecen, si les quitasen el agua, se desvanecerían y convertirían en nada.
Junto al Éufrates echan los ganados del pasto, porque se engordan mucho más de lo que conviene en aquellos prados, y dicen ser la causa la abundancia de la humedad y que en la mar se crían cuerpos grandísimos, porque el agua les da mucha copia de nutrimento. Aristóbulo dice haber él visto más de mil pueblos desiertos, por haberse el Río Indo apartado por otra parte; Jenofonte hace mención que a los reyes de Lacedemonia, por causa de mayor grandeza, se les daba que tuviesen un estanque de agua junto a las puertas delante de la casa. En las bodas y en los sacrificios, y casi en todas las cosas sagradas, por muy antigua costumbre se aplica el agua y de ella usamos todo el tiempo, así en salud como en enfermedad. Los masagetas llenaron la 'región de agua en muchos lugares cortando el río Arago; el Tigris y el Éufrates fueron metidos en Babilonia porque estaba edificada en seco, y Semirámides metió una acequia en la ciudad de Ecbatana, por un monte cavado en alto veinticinco estadios, con fosa de ancho [de] quince pies. Desde el Río Coro de Arabia, hasta los lugares desiertos y secos, guió el agua el rey árabe esperando en aquel lugar a Cambises con una acequia, según Herodoto, hecha de cueros de toro. En Sarnas era admirable, entre las obras raras, un foso de largo de setenta estadios, guiado por un monte de ochocientos pies de alto. Admirable fue también la mina de Melgara, obra de alto veinte pies, por la cual se guiaba una fuente a la ciudad de Pera. La ciudad de Roma, como excedió a muchas en grandeza, así en artificios de guiar grande abundancia de aguas que en ella entran.

Diferencias de aguas

No todas las aguas son buenas par el uso de ellas, porque unas se hallan calientes y otras frías, unas dulces, otras amargas y otras acedas; unas muy puras y otras cenagosas, unas viscosas y otras untosas, unas saben a pez y otras que, a las cosas metidas en ellas, las convierten en piedra.
Y otras hay que, en una misma corriente, corren parte claras y parte turbias; otras que en una misma madre son aquí dulces y allí amargas.
Hay también otras cosas dignas de memoria, con 'las cuales las aguas difieren mucho por natura y 'fuerza, que hacen mucho para el daño o salud de los hombres; otras aguas hay milagrosas como las del río Arcinoe en Armenia, del cual escriben que despedaza las vestiduras que en él se lavan, y de la fuente de Diana, junta a Camerino, que no se incorpora su agua con el vino, En el 'Pueblo de Bri de los garamantes, hay una fuente que de día se enfría y de noche hierve. Junto a los segestanos el Helbeso, en medio de su corrida súbitamente hierve; en Epiro hay una fuente que llaman sagrada, en la cual las cosas que arden se apagan y las apagadas se encienden, en Eleusina hay otra fuente que salta al son de las zampoñas; los animales extranjeros que beben en el río Indo mudan los colores; en la ribera del mar Eritreo hay una fuente de la cual, si beben las ovejas, mudan el vellón en color negro; en las fuentes de Laodicea, el animal que se concibe junto de ellas nace de color rubio; en el campo de Gadarena hay una fuente la cual, si la gusta el ganado, pierde los pelos y las uñas; junto del mar Hircano hay un lago en el cual el que se lava se hace sarnoso y se cura con sólo aceite; en Susa hay un agua que hace caer los dientes; junto al estanque de Zelonio hay una fuente que los que de ella beben se hacen estériles, y cerca de ella otra que los fecunda: en Chía otra que vuelve locos y otra que sólo gustada mata riendo; hay también otra con que si se lavan mata y en Arcadia, junto a Nonagro, hay un género de agua que por una parte es muy pura y por otra tiene tanta fuerza de veneno que no se puede retener en algún metal.
En Córcega se dice hubo una agua que soldaba los huesos quebrados y conque se curaban los venenos. y hay también, en otras partes, que causan a los que las beben buen ingenio y adivinador; hay en Córcega otra fuente buena para los ojos, y si algún ladrón negare el hurto allí delante, con juramento, y se lavare los ojos, quedana ciego.
Cuatro cosas hacen a nuestro propósito acerca de las aguas: La primera que la halléis, la segunda que le guiéis, la tercera que la escojáis, la cuarta que la conservéis. Pero primero diremos algunas cosas que pertenecen al general uso de ellas y no trataré aquí de ellas cosas de los filósofos, si las aguas van a la mar como a lugar donde reposan, o si se hacen con las influencias de la Luna, que la mar por momentos se aumenta y a veces se disminuye, porque ninguna cosa aprovechará para nuestro propósito; pero no dejaré de decir lo que vemos con nuestros ojos, que el agua naturalmente va a las partes más bajas y no sufre que el aire esté más bajo que ella, y que aborrece la muda de los cuerpos más livianos y más pesados que ella y que desea henchir todas las formas de concavidades adonde ella corre y que, mientras más le prohíben ir su camino, tanto más pertinazmente con sus fuerzas lucha y restriba en contrario, y que nunca sosiega, hasta que, según con sus fuerzas, consigue las cosas que para su quietud desea y que, conseguidos los asientos donde sosiega, solamente contenta consigo, menosprecia todas las demás cosas mixtas y en su
madre se contiene con los extremos labrios, hasta que pone su más alta superficie en parejo igual de su altura.
Hay algunos que afirman que las aguas que perpetuamente corren no se derraman como recogidas en vaso, sino que por continuo movimiento son engendradas en los lugares de donde mana el aire, y no de todo, sino que aquel que últimamente está más aparejado para ser hecho vapor, porque está la tiera, y principalmente los montes, como una esponja llena de poros; por los cuales, concebido el aire, se espera con el frío y se une.
Esto les parece ser así, lo uno por los demás indicios y lo otro porque se ve que los grandes ríos nacen de los grandes montes. Otros no llegan del todo a este parecer, porque dicen que hay también grandes ríos, como el Pírarno y otros, que son navegables y nacen en tierra llana, por lo cual el que dijere que la tierra bebe los humores de las lluvias y con su peso y sutileza penetran y corren por los lugares vacíos, ¿por ventura el tal no será de reprobar, y es cosa cierta que en las regiones de pocas lluvias hay falta de ríos? Sabemos que la esponja se humedece con la humedad del aire y de ahí hacemos balanza con que pasamos los pesos y sequedades de los vientos y aire; empero yo no negaré que el jugo del aire nocturno no sea atraído por la superficie de la tierra, o que puede entrar de suyo por los poros o ser fácilmente convertido en humor aunque ninguna cosa tengo yo averiguada, cerca de mí, que la pueda bien afirmar. Tan varias son las cosas que acerca de los escritores hallo, y tantas y tan diversas se ofrecen de suyo al que las considera, y es cosa clara que en muchos lugares, o por terremotos o de suyo repentinamente manaron fuentes y corrieron mucho tiempo, y que faltaron en varios tiempos, de suerte que unas se desaparecieron por el estío y otras por el invierno, y fuentes que después se secaron tornaron otra vez a manar, con grande copia de agua, yaguas de fuentes que no solamente manaron dulces de la tierra, sino también del medio de las olas de la mar.

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