jueves, 11 de septiembre de 2025

Las penurias de la ciudad y su jurisdicción en la Guerra de Independencia

Las penurias de la ciudad y su jurisdicción en la Guerra de Independencia

Miguel Alejo López
Cronista de Salvatierra

    


    En 1803 Salvatierra era contada entre las ciudades importantes de la intendencia de Guanajuato. Se le conocía por su gran potencial agrícola, fue reconocida su producción de caña de azúcar, vino, aceite, trigo y maíz, en fin, era el granero de la nación. Cuando se inició la Guerra de Independencia se vivieron momentos críticos. Fueron los realistas los que en esa época dominaron la ciudad con la colaboración del vecindario, pero no sucedía lo mismo en el resto de la jurisdicción.

    A partir de 1811 se comenzaron a sentir los estragos de la guerra. La agricultura se desplomó porque los guerrilleros insurgentes incendiaban las haciendas y asolaban las partes aledañas de los pueblos con guarniciones. Para privar de recursos al gobierno, quemaban los pastizales para destruir el forraje de la caballería. La situación provocó que los productos escasearan y alcanzaran precios elevados.

    En el año de 1812 Agustín de Iturbide inició su campaña por el Bajío y los Valles Abajeños para exterminar las guerrillas. Fue hasta el 29 de abril de 1813, cuando el virrey Félix María Calleja lo nombró comandante de las Armas en toda la intendencia de Guanajuato. Para la defensa de las poblaciones se crearon milicias que tuvieran el apoyo moral y económico de sus habitantes para formar los Cuerpos Mixtos Urbanos de Realistas Fieles. Casi todas las poblaciones de la intendencia los formaron, aunque hubo ciudades que no lo hicieron, entre ellas Salvatierra, lo que provocó que fuera invadida frecuentemente por uno y otro bando, castigando cada uno de éstos a los vecinos que tenían por contrarios. La ciudad terminó asolada y destruida, los conventos frecuentemente fueron usados como guarniciones. Los vecinos, tanto ricos como pobres, soportaban los atracos de los guerrilleros, que les exigían dinero, los productos de sus cosechas y ganado para alimento de sus tropas, y bienes que tuvieran de valor.

    El teniente coronel realista Fernando Romero Martínez de las tropas de Querétaro, con cien infantes del Regimiento de la Nueva España, setenta caballos, dos cañones y dieciséis artilleros, desbarató una partida de insurgentes en la hacienda de San José del Carmen. El temido insurgente Albino García, inundó el Valle de Santiago y las inmediaciones de Salvatierra de junio a septiembre de 1811, abriendo los canales de las acequias y excavando zanjas camufladas para impedir el paso de la artillería. Por su parte, en ese tiempo el jefe realista José de la Cruz informaba a Calleja que el guerrillero se hallaba en Salvatierra con 3 000 hombres y dos cañones. En agosto de ese año, el jefe realista Linares enviado por Trujillo a Cuitzeo, de regreso a Guanajuato, batía al insurrecto Rafael Ruiz en las inmediaciones de la ciudad 169.

    El 28 de septiembre de 1811, el realista Guizarnótegui atacaba al sacerdote dominico insurgente fray Laureano Saavedra, el cual, habiendo fracasado en su intento de tomar Celaya, se había fortificado en el convento del Carmen de Salvatierra, fue derrotado con pérdida de mucha gente, 3 cañones de bronce y dos de madera. Este mismo capitán realista, enviado por Diego García Conde, destruyó el 3 de marzo de 1812 las fortificaciones que había construido en la ciudad el insurgente Escandón, quien se puso en fuga. El coronel José Tomás Razo de la Cruz por encargo de la Junta de Zitácuaro, recibió la encomienda de insurreccionar y combatir en la región de Salvatierra, con la intención de cortar las comunicaciones realistas entre las plazas de Celaya y Acámbaro. Murió en combate el 11 de Julio de 1815, contra las fuerzas del capitán José de Barrachina. La lucha se desarrolló desde el puente de Batanes continuando por la calle Hidalgo, para que los insurgentes, que habían tomado la ciudad, emprendieran la retirada rumbo a la hacienda de San José del Carmen, fue abatido en la plaza del Carmen170.

    Los carmelitas por la gran cantidad de propiedades agrícolas y ganaderas que poseían, que implicaba también poseían sustanciosas cantidades de dinero y artículos de gran valor. El convento como sus haciendas, los hizo un blanco natural del acoso de los guerrilleros.

    Desde finales de 1811, el prior fray Ruperto del Monte Carmelo y su comunidad de religiosos, buscó refugio en el convento de Celaya, dejando desamparo el de Salvatierra, que a menudo era usado como fortificación por las partidas de ambos bandos que llegaban a la ciudad. Sobre acoso de que eran objeto, el definitorio de la orden, trató el asunto el 30 de abril de 1813, en el que el prior de Salvatierra, solicitaba se le condonara una deuda de dinero perteneciente a la hacienda de Maravatío171, que le había sido arrebatada por los guerrilleros. El 8 de noviembre de 1813, el definitorio, ordenaba al prior de Salvatierra, que abandonara del convento de Celaya y regresase a su convento, que lo había dejado desamparado desde hacía dos años: La situación tomó otro curso. Existe la evidencia de que los carmelitas regresaron al convento de Salvatierra, no sin causar el disgusto de Iturbide, por haber hecho el traslado sin su autorización, arguyendo que eran un mal ejemplo para los vecinos fieles al gobierno español, y trataban de que los rebeldes tuvieran una buena opinión de ellos; decidió darles un escarmiento, comunicándole al virrey Calleja lo siguiente en el mes de marzo de 1814:

    En el Bajío operaban varios guerrilleros, entre ellos el padre Torres. Uno de sus subordinados de apellido Rosales, asaltó a los carmelitas refugiados en la hacienda de San José del Carmen. El hecho lo notificó Iturbide al virrey.

    El virrey Calleja le contestó haciéndole ver la necesidad de establecer en Salvatierra la guarnición compuesta por las milicias de ciudadanos, que se establecieron hasta diciembre de ese año con el nombre de “Fieles de Salvatierra: Al término de la Guerra de Independencia, el convento quedó destruido e inservible. El prior de Salvatierra, reportó en 1822, que habían realizado un gasto de 17 121 pesos con 3 reales en restaurarlo y rehabilitarlo.172

    Desde principios del mes de diciembre de 1814, Iturbide estableció su cuartel general en Salvatierra y acantonó su tropa en la hacienda de Panales, donde organizó las defensas y los cuerpos mixtos que no se habían formado. El 6 de enero de 1815, escribió en su diario: “Los realistas de esta ciudad han jurado hoy por Generala de sus armas a la Santísima Virgen de la Luz. Protectora de este suelo; y en acción de gracias por el establecimiento de la guarnición se ha celebrado una solemne función de iglesia, con sermón y asistencia de los Prelados, oficialidad y todo el vecindario”. Es muy importante aclarar que no fue pues Iturbide quien la nombró Generala, sino los propios salvaterrenses pertenecientes a la guarnición o Cuerpo Mixto Urbano de Defensa.

    La situación económica fue desesperante, los agricultores fueron los que más afectados por la carga financiera de las contribuciones que se les imponían para mantener a las guarniciones militares destinadas a la protección de la ciudad. Por las penurias y hasta la imposibilidad de continuar contribuyendo con el gobierno.173

    Como se puede apreciar, la elite económica local, como en toda la Nueva España, ya estaban cansados de la guerra costeada a costa de sus propios peculios. Comenzaría a tomar forma la idea de terminarla con la independencia de España.

____________________

Notas de referencia

168 A.G.N. Inquisición. Salvatierra. Año de 1810

169 Zamacois, Niceto de. Historia de México, J.F. Parres y Cía. Editores. Barcelona 1878, Tomo IX, Cap. XVI. p. 702. 170 Gaceta del Gobierno de México, 22 de agosto de 1815. pp. 1-2.

171 Los inmuebles y tierras de los carmelitas de Salvatierra, como la huerta del convento, la cuadrilla del Carmen, la hacienda de San José del Carmen y otras, eran propiedad del convento. La excepción era la hacienda de Maravatío, que pertenecía a la Provincia y era administrada por ella.

 

No hay comentarios: