lunes, 14 de julio de 2008

Homenaje a Federico Escobedo.

Homenaje del Centro Histórico a Federico Escobedo.
Del 3 al 20 de septiembre de 2008, Club de Leones, Salvatierra, Gto.

Introducción.
Con la finalidad de explicar la formación de la nacionalidad mexicana, vista como un proceso de toma de conciencia individual, de quien es parte de un ser social capaz de darse un país propio, con leyes y gobierno independiente, la Delegación del Centro Histórico realiza la presente exposición, centrada en la contribución que hizo, en el siglo pasado, el salvaterrense Federico Escobedo Tinoco, con la excelente tarea de divulgación de la obra cumbre de la literatura del siglo XVIII, que permitió definir la creación de la identidad americana: “La Rusticatio Mexicana”.
La “Rusticatio Mejicana”, es un largo poema escrito en hexámetros latinos, publicado en 1782 en la ciudad de Bolonia, Italia, por el guatemalteco Rafael Landívar, que era un sacerdote de la orden religiosa de la Compañía de Jesús, quienes fueron expulsados del Imperio Español en 1767. Presentamos, en imagen digital, fragmentos de los versos que componen la obra, además de mostrar un ejemplar original de la edición de 1782 y los manuscritos autógrafos de la traducción del salvaterrrense Federico Escobedo, Tamiro Miceneo entre los arcades romanos, que tiene en custodia la biblioteca “José María Lafragua”, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. La celebración del Bicentenario de la Independencia de México es el marco propicio para difundir los valores cívicos de libertad, participación, igualdad, justicia y origen nacional, comprendiéndolos como un proceso permanente en la historia, así lo confirma la tarea de traducción realizada íntegramente en versos castellanos por nuestro ilustre paisano.

Rafael Landívar.

Estamos descubriendo en este 2008 a Rafael Landívar como un nacionalista que afirmó la igualdad de los americanos con la capacidad cultural de los europeos. La belleza de los campos mexicanos, su industria, ganado, minerales, rebaños, aves, volcanes, pastores y su patrimonio de buscar utópicas sociedades solidarias, no mezquinas, no guerreras, no egoístas ni ambiciosas por el oro, descritas en la grey de los castores mexicanos relatado en la obra “Rusticatio Mexicana”, que es traducida como “Un paseo por los campos de México” por Octaviano Valdés, y como “Geórgicas Mexicanas” por Federico Escobedo, recordando al poeta latino Virgilio.
El valor de la obra de Landívar en este comienzo de los festejos por el Bicentenario de la Independencia de México, reside en su contenido poético, histórico, filosófico y cívico con el que nos damos cuenta de cómo se formó nuestra sensibilidad artística para emocionarnos con nuestra mexicanidad. La obra enaltece los valores como único medio para una sociedad feliz, basada en la templanza, el trabajo constante, la prudencia, el compañerismo y la organización social equitativa. En otras palabras, Landívar propone erradicar de las tierras americanas la ambición del oro, la inclinación por la guerra a los pueblos y la existencia de gobiernos déspotas, y en su lugar fomentar la vida pacífica y poética, a semejanza de la ideal Arcadia de los griegos.
En muchos pasajes de la obra, la traducida por el guanajuatense Escobedo, vemos más una descripción de estos campos del Bajío y de las minas de la Valenciana, que de otras regiones de México y Guatemala. La ciudad de Santiago de los Caballeros, la antigua ciudad de Guatemala, es una descripción que, en algunos versos, se corresponde, como una gota de agua, con una descripción de la muy noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra. Como que Landívar nació ahí en 1731 y Escobedo en Salvatierra en 1874.
El mausoleo de Rafael Landívar en la Antigua Guatemala, es un monumento a la unidad de México y Centro América, es la expresión de un alma continental, de una identidad americana cuyas capacidades espirituales son las mismas de todos los pueblos del mundo. Landívar murió en Bolonia en 1793 y dejó escrito, con nostalgia de no ver a su amada Guatemala, su pensamiento sobre el camino para la libertad de los hombres americanos: la ciencia nueva basada en la investigación de la naturaleza, la invención de nuevos artilugios para el trabajo agrícola y un conocimiento extenso de la propia geografía natural y humana.
De la lectura de los fragmentos que se muestran en la presente exposición podemos concluir que Landívar sigue vigente en su principal propuesta: son los valores la clave para fundar una sociedad con desarrollo humano y sustentable.

Federico Escobedo.

Los lectores de Federico Escobedo descubren las grandes influencias de Landívar en sus poemas de madurez. Hay una misma manera de ver al pueblo y a los campos mexicanos, a los paseos por la Sierra Negra del estado de Puebla, a la semejanza de los jardines de la ciudad de Puebla con los jardines de la ciudad de Salvatierra, a la comparación del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl con el Culiacán y de los ríos Xolóatl y Tecolutla de Teziutlán con el rió Lerma del valle de Huatzindeo.
Escobedo le dedico cerca de 20 años a la traducción de la “Rusticatio Mejicana”, la última versión de 1934, se la donó a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Leer a Federico Escobedo es una acción de latinoamericanos bien nacidos, quienes no pueden menos que corresponder de esa manera a sus esfuerzos por aportar valores a la cultura humanista, y cuyo legado hoy enaltece no sólo a Salvatierra y a Puebla, sino al género humano.
El gran valor de la gesta de Independencia de México requiere no sólo de actos cívicos escolares, sino de alimentar permanentemente el espíritu de libertad, de fe en nosotros mismos y de visión de futuro, actualizando el anhelo de quienes concibieron la fundación de la identidad nacional mexicana, como lo hicieron sor Juana Inés de la Cruz y Rafael Landívar, por citar a los dos más apreciado por Escobedo, de entre muchos más.
México esta en el alma de todos los mexicanos, independientemente de sus posiciones en las luchas políticas. El licenciado Tirso Rafael Córdoba fue un funcionario del Imperio de Maximiliano, que siendo viudo se ordenó de sacerdote, llegó a Salvatierra como párroco y fundó una escuela de instrucción superior para la educación primaria en 1885. Este funcionario del Segundo Imperio influyó en nuestro nacionalista Escobedo para despertarle la vocación literaria y encauzarlo a viajar para estudiar desde temprana edad, en las mejores escuelas humanistas de Latinoamérica, residentes en la ciudad de Puebla de los Ángeles.
Curiosamente, cuando muere Federico Escobedo en 1949, era presidente municipal de Salvatierra uno de sus compañeros de clase, también discípulo del académico de la lengua Tirso Rafael, el doctor Ramón Ruiz Argomedo, quien colabora en la realización de los homenajes póstumos realizados al arcade romano Tamiro Miceneo, por sus compañeros de la Academia Mexicana de la Lengua, entre quienes figuraba José Vasconcelos. Su colaboración residió, en aquel entonces, en promover la venta del libro “Aromas de Leyenda” de Escobedo, para costear con ello la construcción de un busto que tuvo una toga de tribuno romano para inmortalizar a nuestro paisano. El poema “Flor que llora”, es el epígrafe que está pintado en mosaicos de cerámica de Talavera en el monumento poblano y, de ese poema, Federico Escobedo redactó una copia en los días posteriores a la coronación pontificia de Nuestra Madre Santísima de la Luz; lo dejó en su casa natal de Salvatierra, para recordarnos el espíritu de amor por una patria que es bella "Como una flor que llora colgada en el abismo".

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