miércoles, 23 de julio de 2008

Una comunidad espiritual propia y necesitada de libertad, expresa la Rusticatio Mexicana

En efecto, la imagen de América que el poeta nos ofrece no puede sino fomentar sentimientos de libertad sea para el lector de su época -a quienes incita al cam­bio- como para el actual no es un folklorismo o cos­tumbrismo pintoresco y hueco el que Landívar propone, sino la amorosa y seria búsqueda de lo propio, es decir, de la nacionalidad guatemalteca. Efectivamente, el naciona­lismo landivariano no es nunca sólo un hecho literario, si­no también y sobre todo una vivencia profunda y dolorosa y asimismo profesión de fe. Si bien lo americano constitu­ye la materia temática del poema, el asunto es visto, sen­tido y expresado con la autenticidad que sólo la vivencia directa proporciona al escritor. Quizás fuera necesario que Landívar sufriera el destierro para que lo autóctono brotara con toda magnificencia en su literatura. La pers­pectiva lejana hacía cobrar relieves dolorosos y soberbios a la tierra dejada atrás y siempre buscada.
Nuestro autor estaba consciente de que el nuestro era un continente mestizo culturalmente. En él conver­gían tres mundos: el clásico derivado de la cultura greco­latina y de la cultura europea vigente hasta el siglo XVIII. El español, enraizado en el anterior, pero conocido por los mestizos en su aspecto colonialista, es decir de im­posición. Y por último, el americano, con su expresión más auténtica: el indio. En nuestro autor esta coyuntura cultural se manifiesta de la siguiente manera: lo clásico a través de la cultura adquirida y la estancia en el extranje­ro; lo español a través de la vivencia colonial en todos sus niveles; y lo americano por sus orígenes vitales y su con­tacto con los aborígenes sea en Guatemala como en Méxi­co. En su poema aparecen los orígenes más profundos de nuestro mestizaje en el nivel lingüístico, pues se manifies­ta tanto la lengua latina -lengua madre del español-, co­mo vocablos provenientes de lenguas indígenas que Lan­dívar introduce en su obra, latinizándolas. Creemos que este es uno de los ejemplos más irrefutables e interesan­tes de mestizaje que la obra ofrece. Landívar, pues, como hombre y como escritor participa de esos tres niveles ge­nerativos del texto. Y allí también encontramos un esbo­zo de síntesis.
Sin embargo, el propio Landívar al mismo tiempo que manifiesta tendencias independentistas a través de una visión culturalista y mediante un objeto artístico­-cultural -el poema- no puede desprenderse de utilizar instrumentos y recursos de estilo típicos de una cultura dependiente. (Con esto no especulamos que debería haberla escrito en lengua quiché, por ejemplo, en vez de la­tín. Ya explicamos las razones que nos inducen a comprender la razón de no haber utilizado el español, len­gua más cercana al mestizo americano). El poeta guate­malteco vive un momento de una cultura dependiente, pe­ro que ya ha empezado su fase de independización, y él participa culturalmente de esa fase.
De allí, en nuestra opinión, que la originalidad de la obra landivariana reside precisamente en su esbozo de síntesis y no consideramos la aparición imperfectamente amalgamada de elementos contrastantes como un defecto de hibrides, sino como el inicio de una nueva y propia lite­ratura, anunciadora de síntesis posteriores en el campo li­terario y nacionalista.
A lo largo del poema, Landívar nos va diseñando un prototipo ideal de naturaleza y de hombre. Esto podríamos encontrarlo en cualquier utopía o literatura utópica. Sin embargo, lo que a nuestro juicio nos parece valioso es que nuestro poeta traza una utopía americana con algunas posibilidades de ser realizada o las cuales a lo sumo, continúan potencialmente abiertas. La intención de Landívar sobrepasa los límites meramente estéticos li­terarios y adquiere connotaciones éticas extratextuales.

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