jueves, 15 de abril de 2010

La industria hidráulica de los molinos de trigo en Salvatierra.

El casco de lo que fue llamado el molino de la ciudad, se conserva en buen estado, conciderando que en 1631 ya estaba en funcionamiento. La producción de harina de trigo realizada en modernos sistemas motrices hidráulicos, es la principal causa de la llegada de aproximadamente 30 familias españolas traídas por Gabriel López de Peralta, y entre ellas venía el escribano Agustín de Carranza y Salcedo, que años después sería el principal gestor de la fundación de la ciudad.

A comienzos del siglo pasado, este barrio era conocido como el barrio de los oficios, que es un dejo de la actividad colonial del sitio urbano.

La colonia de españoles que desde 1600 estuvieron llegando al valle de Guatzindeo, y particularmente, las familias que llegaron para atender a los, molinos de la Ciudad en 1618, de La Esperanza y al del Mayorazgo, instalado en 1631, los tres molinos le dieron una impronta cultural a la Congregación de San Andrés Chochones, reconocida oficialmente por el Virrey en 1639.

El rasgo cultural específico del asentamiento español, era que se trataba de castellanos que radicaban en el pueblito con la finalidad de asequirse un trabajo que desarrollaban ellos con su manos y capacidad técnica. Manejar un molino hidráulico requería de una preparación en oficios y sentido de la física. Un molino requirió de herreros de mantenimiento, carpinteros, contables, guardías, arrieros, panaderos, médicos, albañiles, coordinadores del trabajo, escribanos de la Alcaldía Mayor de Celaya para las propiedades, sacerdotes, servidumbre doméstica y demás oficios.

Este suceso industrial de los tres molinos en un valle fértil, puso a los habitantes de la congregación en condiciones de abrigar el sueño de fundar una ciudad, y lo consiguieron, al grado que en el acta constitutiva de fundación del 9 de febrero de 1644, le son otorgados los mismos privilegios y prerrogativas de la ciudad española de Puebla de los Ángeles, que hoy es la capital humanista de América.

La industria de la molienda hidráulica se convirtió en un clauster, en lo que se denomina en la teoría económica como polo de desarrollo, en una industria insignia en la época colonial, cuya característica fue promover la instalación de otras industrias como la del tejido para los costales, tanto de tul como de algodón; la del transporte de tracción animal; la agricultura de trigo; de la construcción y de sistemas de almacenaje; el comercio de utencilios fabriles y domésticos provenientes de la región; mesones para el hospedaje de los visitantes prominentes y de las caravanas de arrieros; panaderías, velas, vestidos, zapatos, armas, talabartería, cárnicos y lácteos.

Las escuelas de instrucción elemental florecieron, lo mismo que las actividades culturales, festejos patronales y artesanías de ornato para las fiestas religiosas y domésticas.

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