miércoles, 23 de julio de 2008

La ciencia de la Cruz: fe, pasión y triunfo, es la esrtuctura dela Rusticatio Mexicana

En las páginas de la Rusticatio Mexicana asoma una religión cristiana de gran pureza y sencillez, que no necesita inclusive el templo, la liturgia, el rito, el oficiante para ofrecer su adoración a Dios. Con ello no aludimos al panteísmo. El sacerdote poeta obviamente jamás cues­tiona el dogma y la revelación. El suyo es un catolicismo influido de alguna manera por el racionalismo del siglo XVIII -el Dios Arquitecto- pero que no carcome las ba­ses de su profunda fe religiosa. Tampoco profesa Landí­var una fe fatalista porque valora la acción humana. To­memos como ejemplo la arenga del sacerdote a los asusta­dos habitantes del Jorullo. La fe en Dios salva porque in­duce no a la pasiva aceptación de la tragedia -como hubiera sido durante la Edad Media- sino a la utilización de recursos espirituales y materiales para afrontarla. De es­ta manera observamos cómo aun dentro del aspecto reli­gioso, la razón cumple una función útil:
A todos ellos, despavoridos, les dirige la pa­labra el sacerdote: ¿De qué sirve entregarse pu­sllánimamente al dolor tan prolongado, expo­niendo en tanto la vida al extremo peligro? Acelerad la huida; vale más abandonar los cam­pos. ¡Oh! huyamos -dice-, escapemos de la muerte; lo permite el cielo, aconseja la fuga; hu­yamos amigos, Debéis, por estas razones, evi­tar la muerte amenazadora. Dijo, y adelantán­dose a todos, devora el camino por los atajos del abierto valle, desflorando apenas la tierra con el pie fugaz. (L. II, pp. 80-82)
Resulta muy indicativo dentro de la arquitectura de la obra observar cómo ésta se organiza bajo el signo de la cruz: al inicio, el poeta describe una milagrosa cruz de mármol que se encuentra debajo de una fuente que da así prestigio al manantial mexicano:
Agrégase otro prodigio extraordinario como ninguno, insigne, inusitado, memorable. Una gran cruz, cortada de níveo y macizo mármol, pulida por mano de artífice con exigente cincel, yérguese clavada en el profundo suelo del profundo manantial; y tan obstinadamente arraiga­da que ni fuerza, ni arte pueden arrancarla. (: .. ) glorifique la fama sólo al manantial mexicano al cual dio nobleza y nombre el signo de Cristo: (L. I, p. 56)
Y diseñando un trazo circular, el poema termina ba­jo el mismo signo prodigioso cristiano: "la cruz, prenda de amor divino":
La cruz. verdeguea cubierta de florido césped, sin morir nunca, reseca por el frío invernal y ni siquiera amarillarse con las rígidas escarchas. ( ... ) ella sola mantiene sin desmayar el verdor de su mullida hierba ( ... ) El religioso vecindario del célebre pueblo durante largo tiempo conmovido por estos sucesos, con dinero colectado de to­das partes ciñó la cruz de un muro, separándola del profano campo, y asimismo la honra con ofrendas y sahumerios numerosos. (" Apéndice", pp. 372-374)
La religión ofreció sin duda un alivio para el dolor del hombre creyente, cual era Landivar. Algunos de los fragmentos de su tierna devoción mariana son excelentes ejemplos de ello.

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