sábado, 6 de marzo de 2010

La reconquista de un promotor cultural

El miércoles conversé con José Guadalupe Sánchez y su frágil esposa Ticho, era una tarde de clima templado, los tres sentados bajo la sombra de las esmeradas ramas de un árbol centenario del jardín principal de Salvatierra. Mientras me platicaba su carmelitana labor de promotor cultural en el sumplemento "El paso de los héroes", del periódico El Sol del Bajío, en cada una de las consabidas pausas de su relato, no dejaba de recordar la situación de haberlo conocido como uno de los alumnos de la clase de Lógica Simbólica, era, entonces, un exhaltado dicente, uno de esos seis románticos estudiantes, a quienes les impartí la asignatura en la licenciatura de Humanidades de la Universidad de Celaya, en 1991.
El Modus Ponendo Ponens era uno de sus dolores de cabeza, según me confesó una década después y, además, de que había acreditado la materia de una manera inconfesable, por que no se quería acordar de las tormentosas horas de clase. Pero hoy tiene una gran sensibilidad artística, un gran bagaje de apertura cultural como ningún periodista de estos rumbos del sur. Y, sobre todo, un muy despierto sentido de la curiosidad, una cierta actitud de aprecio a la filosofía de la cultura.
La conversación con Ticho y José Guadalupe me recordó las memorables conferencias de Carlos Monsiváis de 1975, en Morelia, sobre el porvenir de la cultura regional, que, decía entonces, el buen Monsi, sería el centro del quehacer social, económico y político. Y ahí, teniendo como paisaje las enhiestas torres parroquiales y el quiosco de rancio linaje porfirista, muy puntualmente volví a escuchar, ahora en tiempo presente, en voz de José Guadalupe, lo que fueron hace 25 años anticipadoras ideas prospectivas, planteadas como objetivos deseados para el futuro de la actividad cultural.
El martes 10 de marzo saldrá publicado el suplemento del Bicentenario coordinado por mi ex-alumno, y verán por primera vez, la luz de la letra impresa los posteos del blog Arcadia Salvaterrense, será el paso de la globalización a la regionalización, una forma de ser del aforismo de los nuevos tiempos: "Pensar globalmente para actuar localmente". Y hoy, 25 años después de este movimiento global-regional, José Guadalupe es un adelantado a la manera de la reconquista de los castellanos sobre la expulsión de los moros de la península Ibérica, dejando constancia escrita de su paso por las ciudades del Bajío, dejando en libertad a la imaginación.
Y para Ticho, su esposa, es un viaje de regreso a Itaca, a su hogar, con un gran orgullo de difundir los secretos culturales de su suelo natío.

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