miércoles, 14 de julio de 2010

Fray Andrés de San Miguel en Celaya, antes de pasar a Salvatierra.

EL CONVENTO DEL CARMEN DE CELAYA
La siguiente obra en la que se encontró nuestro arquitecto fue la del Carmen de Celaya, como lo afirma fray Manuel de San Jerónimo. Durante el levantamiento del segundo edificio que substituyó al que servía desde 1597, cuando fray Pedro de San Hilarión había fundado la casa. Al mismo fray Andrés debemos un comentario que nos da idea de la pobreza de aquella primera obra:
Este trienio [1597 - 1600] hicieron una iglesita baja de dos naves, las paredes de adobes y pilares de madera. .. Negoció el padre prior fray Andrés de la Asunción que viniésemos a vivir a Celaya el padre fray Mateo de la Cruz y yo, donde llegamos a 23 de octubre del año de 1601 ...
Era el convento una casa pequeña, partida en pocos aposentos y coro; lóbrega, obscura y por el mucho salitre muy terrosa. Las paredes por de fuera, como eran de adobes y las más antiguas de la villa, estaban por el salitre comidas los cimientos más de la mitad y apuntaladas con horco- nes. Por de dentro, donde no estaban tan gastadas las paredes, estaban las vigas podridas y muchas de ellas quebradas y apuntaladas. Con esto se llovía sin remedio y así en estos tiempos, cada uno con su frazadilla buscaba algún seguro donde meterse.
El proyecto para hacer una nueva obra, aparece considerado en el acta del 24 de octubre de 1629 del Libro de Definitorios, resultando de la discusión la decisión de las autoridades de reparar el convento, encomendando la tarea al lego y "obrero tracista" fray Andrés de San Miguel:
En dicho día veinte y cuatro de octubre del año de mil y seiscientos y veinte y nueve, en la sesión primera de la mañana se determinó que el hermano fray Andrés de San Miguel, lego y obrero tracista de esta nuestra Provincia de Nuestro Padre San Alberto, delinee y trace la casa de nuestro convento de Celaya, la cual traza y modelo tenga obligación de guardar el prior que es o fuere, sin alterar en cosa de ella sin consultar el parecer del dicho hermano fray Andrés. Y esto se determinó así por la comisión particular de nuestro Padre General fray Juan del Espíritu Santo a este Definitorio, para que pueda disponer y ordenar lo que le pareciere y conviniere en materia de obras, no obstante el precepto que está puesto por orden de nuestro padre fray Esteban de San José, que fue Provincial en esta Provincia y mandado que le guarde por nuestro Padre General.
Con determinación mandaban los definidores observar la traza del lego arquitecto, o en todo caso, no alterada sin consultado previamente con él. El duelo entre las autoridades monacales y el religioso arquitecto, concluía con la preponderancia del último. En sus tratados del Manuscrito de Texas, fray Andrés recordaba las contrariedades que había soportado, en años anteriores, por la intromisión de sus superiores en las labores de construcción, con resultados poco afortunados para la estética de las obras.!» Para 1629, cuando se proponían las reparaciones en Celaya, el hermano lego podía decir, con acento de alivio:

... pero ya gloria a Dios la provincia está libre de semejantes contiendas, porque lo que se traza se ha de obrar ...

Volviendo al convento, es poco lo que se puede decir de su fábrica: era como casi todos, de iglesia sencilla con cubierta de tijera y con un cimborrio apoyado en sus paredes. Para 1685, el prior fray Juan de Santa María solicitaba licencia ante los padres definido res para des techar la armadura, muy dañada por el "tiempo y la polilla" y para cubrir el templo de bóveda, lo cual le concedieron en sesión del 26 de octubre. Hacer la bóveda implicaba modificar la altura y deshacer algunos arcos y la media naranja, lo que se hizo por consejo de un maestro cuyo nombre no mencionan, quedando tras estas modificaciones seriamente alterada la estructura anterior, de la que no se aprovecharon, sino en parte, las paredes maestras. De un dato escueto, proporcionado por Rafael Zamarroni. Se deduce una reconstrucción más, que en todo caso no afectaría profundamente el aspecto del edificio.
El is de julio de 1802, durante la celebración de las festividades de Nuestra Señora del Carmen, un incendio acabó definitivamente con la iglesia; se había iniciado en un altar de trapos y trementina y se extendió abrasando la iglesia íntegra. Mas aparte del susto, no parece que a los-celayenses mortificara mayormente el siniestro, pues viviendo en plena época neoclásica, cuando crecía la fama del nombre de Francisco Eduardo Tresguerras, iniciaron de inmediato la reposición del templo, sin gran pesadumbre, encomendándolo al polifacético artista celayense.
De la iglesia destruida no quedaron sino comentarios despectivos, resultado de la incom- prensión entre la moda neoclásica y los estilos precedentes. Bien pobre por cierto debía pa- recer, a la elegancia del primero, la austera arquitectura carmelita del siglo XVI, como el mismo Tresguerras lo dice en una carta citada por Zamarroni :
La iglesia era oscura, mezquina y dominada por las calles, como construida en 1595.

Crítica que encuentra eco en José Guadalupe Romero:
La primitiva era de feo aspecto y de arquitectura muy común ...

La obra de Tresguerras, que es el actual Carmen, orgullo de Celaya, fue terminada y dedicada en el año de 1807.

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