jueves, 8 de julio de 2010

La tradición familiar de vivir en las señoriales casonas de Salvatierra.

El premio a la conservación del patrimonio cultural edificado del estado de Guanajuato se ha entregado diez veces, y el primer lugar para la categoría de Inmueble Habitacional Mejor Conservado ha sido en tres ocasiones para las casonas de Salvatierra, un acontecimiento facilmente explicable desde la perspectiva de la estética de fray Andrés de San Miguel.
Quienes hayan paseado por Puebla de los Ángeles, La Antigua Guatemala recordarán que las casonas en esas ciudades son inconmensurables. Las dimensiones de los patios, jardines, habitaciones y corredores corresponden más a lo que conocemos como edificios públicos, pero aunque no lo creamos, eran casa habitación de los vecinos principales. Con los cambios en la organización familiar y la nuevas corrientes urbanísticas de mayor confort doméstico y funcionalidad habitacional, las casonas de las dos ciudades citadas hoy están siendo ocupadas por oficinas de gobierno, escuelas y restaurantes.
En Salvatierra tenemos el fenómeno urbanístico de que las casonas del centro histórico son ocupadas por las familias de manera conservadora. ¿A qué se debe que no sean anacrónicas, arcáicas y obsoletas para sentirlas como el mejor lugar para vivir en familia? Más aún, una buena cantidad de candidatos quisieran comprarlas para vivir en ellas, no piensan en adquirirlas para convertirlas en restaurantes o posadas.
La respuesta está en la concepción estética y urbanística enseñada por fray Andrés de San Miguel a las familias fundadoras, indudablemente que el concepto de sustentabilidad habitacional se aplica para valorar la traza de las casonas.
Son inmuebles de proporciones suficientes para dar la sensación espacial de amplitud, simetría y equilibrio en sus corredores, patio y habitaciones. Además cuentan con un trazo en varias etapas: cancel para una estancia de visitas; patio con portales; regularmente cinco habitaciones en torno al patio; jardín doméstico y baño antiguo; establo con comederos y huerta en la parte posterior.
La vida familiar era el centro de la sociablidad, y los requerimientos cotidianos como leche, verduras, frutas y legumbres eran cultivadas en las huertas.
La sociabilidad familiar era promovida por los acogedores espacios sombreados de los portales interiores, y por las habitaciones dedicadas a recibir un cupo de doce personas, confortablemente instaladas, para conversar en tertulias literario musicales.
Sin embargo, lo interesante no es que estemos describiendo una cotidianidad extinguida, no, sino lo admirable es que la vigencia de ese estilo de vida continúa en en las casonas de Salvatierra.
La comunicación a través de la nuevas tecnologías son una excelente red social para promover el espíritu de la ciudad, para alcanzar a valorar la riqueza cultural tangible e intangible existente en Salvatierra, con el fin de disfrutar la vivencia de la cotidianidad que nos legaron genios de la arquitectura como es el caso de fray Andrés de San Miguel y de su inspiradora la autora de las "Moradas", santa Teresa de Jesús.
El arte es la expresión más acabada del hombre y la ciudad es en sí una obra de arte imperecedera como el mejor lugar para vivir.

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