sábado, 5 de marzo de 2011

Vamos por la Declaratoria presidencial de Monumento Nacional a la casona del Marquesado en el jardín.


La filosofía contemporánea le dio fin a la historía de las ideologías, y tomando el estudio del llamado periodo del "pensamiento único", inició el abordaje del análisis de las mentalidades. La filosofía de hoy centra su atención en la comprensión de las mentalidades conociéndolas a través de la identidad cultural que opera en la formación de los grupos sociales más activos.


Para el pensamiento occidental-cristiano los valores centrales son los mismos: libertad e igualdad, pero son las mentalidades de los grupos, personas, familias, barrios y ciudades quienes, a la hora de asumir una posición, resultan ser una pluralidad con una gran diversidad de historias al encontrarlos aplicados a su entorno regional. Así se origina el llamado pensamiento complejo: "Pensar globalmente para actuar localmente".


Lo curioso del estudio de las mentalidades es que las investigaciones no se basan en cuestionarios ni en la lectura de textos clásicos de literatura, religión y filosofía, sino en el análisis de los espacios edificados, en las tradiciones culturales y en los reglamentos internos de las instituciones. No toman al discurso hablado como la fuente de información principal, sino a los espacios construidos, los rituales sociales respetados y a las normas tácitas o manifiestas.


Las ciudades son la fuente principal para el estudio de las mentalidades, no propiamente de la cultura, que podemos considerar igual para una región. Por ejemplo: Celaya, Salamanca, Salvatierra y Acámbaro participan de una misma cultura pero no de una misma mentalidad, la cual se manifiesta de manera obvia en las fachadas de las calles, en las decoraciones interiores de las casas, en la observancia de las reglas sociales y en la participación de las tradiciones.


La única que se diferencia de las tres restantes con notas especiales es Salvatierra. La diferencia que salta a la vista de cualquier observador es que el paisaje urbano está muy destruido por la invasión comercial en las zonas céntricas de Acámbaro, Celaya y Salamanca.


La mentalidad de los salvaterrenses les hizo conservar con aprecio el patrimonio colonial visible en conventos, templos, haciendas, plazas, casonas, canales y fábricas textiles. La mentalidad de los salvaterrenses se explica con dos historias y una biografía: las historias de la Virgen de la Luz, de la fábrica Carolina y Reforma y la biografía de Federico Escobedo. Cuando un visitante llega a la ciudad y ya las conoce, se integra fácilmente a los círculos sociales más diversos y es aceptado si se refiere a ellos con el respeto debido.


Pero, de los tres símbolos mencionados, particularmente, el nombre de Federico Escobedo es conocido por los habitantes de barrios y colonias que, sin embargo, no ubican el domicilio de su casa natal en el jardín principal. No saben que se trata de una solariega casona señorial que es el emblema artístico del estilo porfirista suntuoso en la arquitectura doméstica, y que encierra en sus corredores, espejos y recibidores la imaginativa nostalgia de lo que fuera la muy noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra, pues es una casa museo ganadora del décimo premio estatal a la conservación del patrimonio cultural edificado, en la categoría de inmueble habitacional del año 2009.


Los trabajos de mantenimiento a la fachada están recientemente concluidos y ahora saltan a la vista sus símbolos y los decorados con follaje de ramas de laurel y flores labrados en cantera. En el medallón central de cantera están las iniciales del nombre de Soledad Cos, quien fuera la propietaria en 1910, repitiendo las iniciales en los vidrios esmerilados de las puertas interiores y en las ventanas de la fachada.


En la puerta de madera están los rostros de dos leones que recuerdan el escudo de armas de la familia López de Peralta, donantes de las extensiones territoriales que fundaron la ciudad. También están las medias conchas de los franciscanos, quienes tenían la casa cural ahí en el siglo XVIII, indicando con ello que la Orden religiosa es el medio para dar de beber el agua viva de la predicación evangélica.


En el recibidor está un arco de cantera con sus dos columnas enmarcadas, son una entrada estrecha para caballos y carruajes, pues era la casona del Marquesado, donde vivieron los administradores de los López de Peralta, la familia Luyando que emparentó con ellos y procrearon a la que sería la primera Marquesa de Salvatierra, y bajo ese arco sólo pasaban personas.


La mentalidad de los salvaterrenses del centro de la ciudad se va dibujando con la descripción de la casa natal de Federico Escobedo, quien era sobrino de Soledad Cos de Vega y fue un eximio poeta sacro, traductor de la Rusticatio Mexicana escrita por Rafael Landivar en Bolonia Italia en 1782.


Federico Escobedo fue canónigo de la catedral de Puebla de los Ángeles, jefe de redacción de la revista católica "La espiga de oro", secretario académico de la Universidad Católica Angelopolitana, individuo de número de la Academia Mexicana de la Lengua como, también, de la Española y la Colombiana. Fue uno de los tres más grandes árcades romanos de México, con el nombre de Tamiro Miceneo, pues dominó el latín culto como si fuera su lengua materna, y es considerado el último humanista clásico de la zaga latinista formada por la generación de los jesuitas Clavijero, Guevara, Abad y Landivar.


Los intelectuales poblanos disfrutan mucho al saber que la casa natal de su maestro y confesor es la casa habitación más bella del estado de Guanajuato, y más ahora con la limpieza y reposición de las piezas de cantera faltantes realizada por la familia Ortiz Ramírez, quienes tienen parentesco con Consuelo (la nacaranda) y María Duval, cuyas infancias transcurrieron en esta casona acompañando a su abuelita Clara de Jesús Vega Cos en largas temporadas vacacionales.


La sociedad civil salvaterrense, las familias con una mentalidad tradicional y conservadora, efectivamente cuidan el patrimonio arquitectónico del centro histórico, y esperan de su vecina, la presidencia municipal, acciones perceptibles en la obtención de la declaratoria de Ciudad de Monumentos para Salvatierra.
La casona que fuera sede del marquesado, de la notaria franciscana y la inspiración infantil del poeta Escobedo, muy bien podrá obtener la declaración de monumento histórico nacional, que podemos pedir como una iniciativa ciudadana y, entonces, sólo faltará que el gobierno municipal de Salvatierra realice su parte con la gestión de declaratoria nacional para los conventos de San Ángelo Mártir, Capuchinas y San Buenaventura, también con el puente de Batanes, el canal de Gugurrones, los portales de la Luz y de la Columna, el santuario de la Virgen de la Luz, el barrio de San Juan y el Mayorazgo. 
Salvatierra es ya un trascendente Pueblo Mágico del estado de Guanajuato, y por ello debemos ir obteniendo los nombramientos culturales que se otorgan.

No hay comentarios: