miércoles, 31 de agosto de 2011

Reconsideraciones al cronista Miguel Alejo sobre el retrato de la primera marquesa de Salvatierra

María Manuela Esquivel y Serruto, vivía en la esquina de Hidalgo y Madero, en la casa antigua de dos pisos
Medallón de identificación

HISTORIA SALVATERRENSE: AÑADIDURAS Y RECONSIDERACIONES

Las muchachas de los retratos
Por J. Jesús García y García

Arcadia Salvaterrense acaba de publicar “Hallazgo del ‘bloggero’ Benjamín Arredondo sobre la identidad cultural de Salvatierra”. Y ello me ha venido muy a modo para hacer una rectificación que si la aplacé por mucho tiempo fue porque me cohibía poner en entredicho a mi estimado don MiguelAlejo López, diligente y muy meritorio cronista de Salvatierra, quien, cuando sacó a luz su Historia y evolución de Salvatierra(1ª. ed., 2004), dijo que la imagen de la portada correspondía a doña Francisca Catalina Gerónima López de Peralta Sámano Turcios Luyando y Bermeo, primera marquesa de Salvatierra. Tal afirmación está contradicha en la imagen misma, donde con un poco de esfuerzo puede leerse:“Doña María Francisca, hija legítima de Don Antonio José de Esquivel y de Doña Anna María Serruto nació en la ciudad de Salvatierra de Michoacán en 15 de agosto de 1764 (?), y tomó el hábito de Recoleta en el Sagrado Convento de Santa Brígida de la Ciudad de México, en 3 (?)de abril de 1786”.Lo de “Salvatierra de Michoacán” tiene su explicación, por supuesto, en que Salvatierra, en lo eclesiástico, siempre ha dependido de la curia episcopal moreliana.
Por su parte, el “Hallazgo del ‘bloggero’ Benjamín Arredondo…” muestra el retrato de doña María Manuela Esquivel y Serruto, hermana de la mencionada en el párrafo anterior, originarias ambas de Salvatierra. El señor Arredondo comenta: “…comprobamos el altísimo nivel social que esa ciudad guanajuatense adquirió durante el periodo colonial. Si observamos los detalles, el hecho de que María Manuela lleve en ambas manos pulseras con al menos cien perlas en cada una de ellas y el collar y los aretes, también de perlas, denota el poder adquisitivo de su padre, don Antonio José Esquivel y Vargas. Vemos, así como la moda lo marcaba en ese final del siglo XVIII, que de su cintura penden dos relojes.
“12 de febrero de 1777 fue el día en que nació María Manuela, era la hija menor y la más bella. En este retrato quizá esté en sus quince años, por lo que supongo fue ejecutado en 1792. Más información de tan noble familia no he podido encontrar, pero seguramente alguien de Salvatierra tendrá algunos datos que nos pueda compartir”.
Las representadas en estos retratos fueron hijas, como arriba quedó mencionado, de don Antonio José de Esquivel y Vargas y de doña Ana María Serruto Nava, quienes contrajeron matrimonio en la parroquia de la Asunción, Sagrario Metropolitano de la ciudad de México, el 24 de abril de 1763. Inmediatamente se vinieron a vivir en Salvatierra y aquí nacieron sus catorce hijos. La cuarta de ellos es la que nos quisieron hacer pasar como la marquesa y que terminó sus días encerrada en el convento de Santa Brígida. Su nombre completo (con la ortografía con que la registraron) fue María Francisca JosephaYgnasiaAsempsiónYnésEsquibelSerruto, y fue bautizada el 16 de agosto de 1768 en el templo parroquial de Nuestra Señora de la Luz. La otra chica, la guapa que nos presenta el señor Arredondo, no fue la última sino la antepenúltima de la familia. Fue bautizada el 19 de febrero de 1777 en la misma parroquia con el nombre de María Manuela Josefa Esquivel Zerruto.
La familia Esquivel y Vargas jugó un papel importantísimo en Salvatierra, donde empezó a dejar huella en las actividades comerciales, agrícolas y políticas de la región a partir de la década de 1661-1670. Para 1683, cuando se levantó un padrón de la ciudad, había ya tres casas de Esquiveles: las encabezadas por don Joseph de Esquivel y doña Juana de Figueroa, la de don Antonio de Esquivel y doña Ana Teresa de Landa, y la de don Gerónimo de Esquivel y doña María Ana de Contreras. Sus miembros llegaron a ser muy numerososy permanecieron en el distrito salvaterrense hasta finalizar el siglo XVIII. De esta familia formó parte el santo sacerdote, encomiable escritor y capaz rector fundador del seminario sacerdotal moreliano, don Agustín Francisco Esquivel y Vargas.
En noviembre de 1781, al bautizar a Ana María Ysabel, el matrimonio que componían don Antonio José y doña Ana María concluyó su misión procreadora, y poco después la familia entera se mudó a la ciudad de México, donde se desenvolvió con buena fortuna: entre otros logros, José María (Joseph María Antonio Ygnacio Regalado de Santa Matilde) fue un distinguido abogado que desempeñó puestos importantes en el gobierno virreinal, las jóvenes casaderas encontraron marido, y quedaron enlazadas esa familia y la de los Ariscorretas, que serían prominentes políticos en el Estado de México ya en la época independiente.

1 comentario:

Benjamín Arredondo dijo...

Pascual:

Gracias por el aporte, ahora ya sabemos bien a bien quién es tan bella dama de la antigua y noble Salvatierra. Pondré enlace a esta nota desde mi artículo.

Saludos