Leer a los poetas de Salvatierra
Ana María de López Tena, J. Luz Ojeda López,
Federico Escobedo Tinoco
Inspiración religiosa
La aventura de la identidad poética
¿Qué permanece en la imaginación por leer a los poetas de Salvatierra?
La principal imagen de la lectura es sobre todo el sobrecogimiento del asombro por conocer otra forma de vivir los mismos lugares comunes. El asombro de conocer las emociones de los poetas por los mismos lugares donde transitamos cotidianamente, con un sentido de vida propio y original en cada uno.
La lectura me transmitió las vivencias de nombrar los espacios como los árboles del jardín, el murmullo del río Lerma con sus huertos, las casonas solariegas, las sombras del barandal en el piso del atrio y el sonido de las campanas. La existencia centenaria de los seres propios de la ciudad, permaneciendo en su lugar, fue una emoción sin referente de tiempo, una plenitud de percepción de los objetos al estar unidos con los sentimientos confesados poéticamente por los poetas.
Al leer a los poetas no sólo percibía lo físico, lo material sino iba junto con ello la vida de quienes los habían palpado, visto y pensado en referencia a un momento de su vida. Leer la palabras en composición poética es un estremecimiento interior al percibir hablar dentro de nuestra imaginación al poeta frente al mismo espacio físico.
Es ahí donde se localiza la identidad, las palabras propias del habla comunitario frente al lugar físico donde fueron concebidas. Y sucede la identidad, la identificación con la imaginación del otro, una unión poética, una comprensión de estar unido con el otro disipando la soledad.
Lo aprendido con la lectura de los poetas de Salvatierra fue un instante de identificación con sus vivencias al estar en los mismos lugares, sentir que estamos unidos sin tiempo, con el mismo estremecimiento estético, guiados por la belleza donde habitan las palabras del poeta.
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