domingo, 3 de agosto de 2008

Canto secular a Salvatierra, por José Luz Ojeda López,

Salvatierra: En esta hora suprema. ,
en que llevas tres siglos en la frente inviolada. ,
yo deshojo, a tus pies, un poema
en el que va tu nombre, como una llamarada.
Tu nombre, que aprendí cuando era niño. ,
sin saber de tu gloria. ,
y que hoy te dice el alma, vibrante de cariño. ,
al cantar el poema de tu Historia.
Dame, para decirlo, tus voces más hermosas:
la risa de cristal de tus mañanas. ,
la queja de tus aguas rumorosas
la oración inmensa que saben tus campanas.
Que sea mi poesía
nota de tu armonía. ,
rumor de tus rumores
y gota de una onda del gozo de este día...
¡tierra de mis amores,
vaso de mis ternuras, ciudad mía!
°
° °
Un valle de dulzura regalada. ,
cruzado por un río, vibrante de rumores. ,
que se destrenza en múltiples cascadas. ,
donde canta la luz, hecha colores.
Una mágica cinta de sabinos. ,
--toldería magnífica y umbrosa. ,
que traspasan las aves con su aljaba de trinos. ,
y el viento, con su queja misteriosa--.
Y, en el confín austero. ,
una cumbre soberbia, que semeja un coloso
que dibuja la audacia de su perfil señero. ,
en el azul del valle luminoso.
Bravas tribus errantes se rinden al deseo
de habitar aquel plácido paraje. ,
al que, en su duro y áspero lenguaje. ,
dan el nombre jovial de "Guatzindeo".
Pero una de sus claras madrugadas
irrumpe en el valle de ensueño y maravilla. ,
recias huestes armadas, que llevan en los cascos y celadas. ,
el polvo de la tierra de Castilla.
Vibra el aire en clamores. ,
se nubla el Sol de dardos espartanos,
y, tras el duro choque, se elevan vencedores
los brazos castellanos.
Detrás de la armadura del guerrero. ,
viene la paz, y viene la dulzura. ,
en el tosco sayal del misionero.
Ya no silban las flechas en la llanura. ,
los ídolos se ruedan en pedazos. ,
y la Cruz se levanta entre los muertos. ,
la frente, hundida en el azul, los brazos. ,
inmensamente abiertos...
A su sombra florece la primera capilla. ,
que construyen las manos ya cristianas. ,
y que pronto es como una primavera
de evangélicas rosas franciscanas.
°
Han pasado los años. Una noche escogida. ,
dos hombres, --un hidalgo y un pobre religioso. ,--
contemplan, con asombro, la capilla encendida. ,
bajo el cielo silente y luminoso.
No sueñan: ¡la capilla resplandece!
Corren, entran en ella. ,
pero todo fulgor se desvanece:
sólo, entre unos escombros, aparece
la dulce imagen de una Virgen bella.
Es, en verdad, radiante su hermosura.
En su rostro suave
hay manojos de rosas de divina frescura. ,
en su mirada, un rayo de ternura. ,
que a vida eterna sabe. ,
en su actitud, un inefable encanto. ,
y, en las alas del manto. ,
toda la anchura de su amor profundo. ,
no sólo para un pueblo: ¡para un mundo!
¿Quién te trajo a mi valle milagroso?.
¿Cómo estás olvidada. ,
si tienes en el rostro esplendoroso. ,
el incendio del Sol, en la alborada?.
¡Tú serás Luz: que tiene la del día!.
¡Tú serás Reina de la tierra mía...!
Una ciudad se funda. ,
que será el corazón de aquella tierra
que el río, con sus dádivas, fecunda.
Se funda una ciudad: ¡es Salvatierra!.
Un puente las dos márgenes abraza. ,
y, después de algún tiempo, sobre alfombras de flores. ,
¡por él la Virgen pasa. ,
camino a la ciudad de sus amores. ,
para darle su amparo. ,
para darle una gloria. ,
una esperanza, un faro. ,
un amor, una vida y una Historia...!
°
Un templo se levanta, como un inmenso anhelo.
¡Ella está en Salvatierra, y en Salvatierra, el cielo!.
Ante su altar se postran los prelados. ,
alguaciles mayores. ,
alcaldes, regidores. ,
y jueces, y justicias y soldados.
Y de las manos bellas. ,
de las manos abiertas y amorosas. ,
descienden los milagros, como lluvia de rosas
y rosarios de estrellas.
Iturbide, el caudillo. ,
se postra ante la Imagen soberana. ,
y le deja, al partir, un nuevo brillo:
¡el brillo de su regio bastón de Capitana!.
Ya corren confundidas. ,
en una sola historia, dos historias:
palmas entretejidas. ,
que confunden sus ramos y sus glorias.
Buscando en mis recuerdos, desde niño. ,
yo no sé de otra cosa en Salvatierra
que de estos dos cariños, que forman el cariño
y el amor de los hijos de esta tierra.
¿Qué lazo inmaterial los ha reunido
en un solo tesoro?.
¿Qué abrazadera de oro
en un haz apretado, los ha unido?.
Es la mano divina
del Amor. Él, que no hace un caserío. ,
ni eleva una colina. ,
ni arroja por un cauce la canción de algún río. ,
sin encenderlo todo a su deseo
--y su deseo es cause de ternura--. ,
¡hizo el valle de luz de Guatzindeo,
para la Luz inmaculada y pura!.
Pero hizo todavía
otra cosa más bella:
¡hizo la Luz divina de María. ,
para encender una vida con Ella!.
Por esa Luz, que envía sus fulgores
a regiones lejanas. ,
--un mensaje de luz, en los clamores
de plata y de cristal de sus campanas. --
¡por Ella se difunden los acentos
y el rumor de esta tierra. ,
y, con su dulce nombre, va en los vientos
el nombre musical de Salvatierra...!
Así van hasta Roma, en un día de oro. ,
y retornan unidos, --como nunca en su historia--. ,
en la Bula inmortal, que es su tesoro. ,
su grandeza y su gloria.
Jamás ha conocido Guatzindeo
otra fecha más pura, y otro Sol más radiante.
¡Aun parece que veo. ,
y que vivo en el alma el dulce instante!.
¡No sueño! ¡Salvatierra se alza en pie, reverente. ,
levanta las dos manos María. ,
y todos sus tesoros se vuelven pedrería. ,
sobre la albura intacta de su frente!.
¡Que cante el bronce, con su voz más pura!.
¡Que se rompan los pechos, que el corazón estalle. ,
y que ruede esta voz por la llanura!.
¡la dulce Virgencita ya es Reina de mi Valle!
°
° °
Salvatierra: Este día, de tierras muy lejanas
has llamado a tus hijos, con el sonoro acento
del rumor de tu Lerma y el son de tus campanas. ,
que vibran, como un cántico en el viento.
Y, escuchando tu voz, hemos venido
a tu valle de ensueño y a tu sombra divina. ,
como vuelve, en las tardes, a su nido. ,
cantando, la viajera golondrina.
Para ver en tu frente
el Sol de los tres siglos de tu Historia. ,
¡y reclinarnos en tu pecho ardiente!. ,
¡en tu pecho de madre! y, dulcemente. ,
sentirnos tuyos... y sentir tu gloria!. ,
¡Que vivas muchos años...!. Mas, si un día
talaran tus hortales. ,
y tu divina sabinera umbría. ,
si cayeran tus casas coloniales. ,
si las aguas del Lerma no cantaran
en su cauce riente. ,
y, ya sin su canción, se derrumbaran
los arcos centenarios de tu puente...
¡que en esa hora trágica y cerrada. ,
--que no habrá de sonar para tu Historia--. ,
vibre en tu corazón la llamarada. ,
que es tu Sol, y tu lábaro y tu gloria...!
Salvatierra, a 9 de febrero de 1944.
Este poema obtuvo el primer lugar, en el certamen de los juegos florales, del Tercer Centenario, de la fundación de la noble y leal ciudad de San Andrés de Salvatierra, otorgáronle de premio una medalla donada por el Senado de la República, cien pesos y un diploma del comité de festejos. Fueron jurados: el poeta Enrique González Martínez, y el filósofo Jesús Guisa y Azevedo.

No hay comentarios: