Palabras del cronista de la ciudad de Salvatierra, don Luis Castillo Pérez, la noche del 10 de noviembre de 1999, para cerrar el homenaje de ese día al señor canónigo don Federico Escobedo.
Intervención de Luis Castillo:
Después de ésta intervención del maestro don Jesús García y García, únicamente me queda agregar dos o tres experiencias mías que tienen que ver con nuestro ilustre paisano don Federico Escobedo y Tinoco.
Recuerdo con agrado que el señor canónigo vino a celebrar con nosotros la coronación de Nuestra Señora de la Luz. A mi me toco acompañarlo a un pequeño paseo por nuestra ciudad natal. Por dondequiera que pasaba iba él haciendo recuerdos de su niñez y de su temprana juventud. Luego, como nos pareció que aquello podía ayudarlo a una visión más vasta del terruño, lo llevamos a que subiera al mirador aquel que tenia, junto al río, el señor luna, a cuya casa se entraba por la calle Guillermo Prieto, en la bajadita al puente de Batanes. Aquella especie de torre estaba todavía en condiciones de uso y pudimos llegar hasta arriba. Conmovía ver como don Federico se extasío por largo rato contemplando el panorama. Allí, sin mas tramite, se puso a componer su poema « Acuarela «, aquel que empieza:
Desde enhiesto mirador
que surge como atalaya,
¡ Como mi vista se explaya
de mi tierra en derredor!
que surge como atalaya,
¡ Como mi vista se explaya
de mi tierra en derredor!
Recitó su poema en la velada literario-musical que tuvo lugar el día siguiente, y ya no tuve la suerte de verlo mas, porque enseguida tuvo que regresar a Puebla.
Cuando se decidió, después de su muerte, que una de nuestras calles llevara el nombre del ilustre humanista que tanto lustre dio a su patria chica, nos encontramos con que las autoridades se negaban a los cambios para no restar homenaje a las figuras históricas, entre ellas los héroes revolucionarios.
Propusimos que la calle de Alvaro Obregon, muy pequeña pero muy céntrica, llevara el nombre del señor canónigo Escobedo, pero, imagínense ustedes, ¡ cómo iba a permitirse ese desacato! Entonces argumentamos que el llamado Manco de Celaya tenia ya bajo su nombre no una sola calle sino una colonia, la que antiguamente llevo el nombre de Ranchito de San Elías. Así se allano aquella dificultad y por ello tenemos nuestra calle de Federico Escobedo.
En la ciudad capital, a iniciativa de Jesús Pompa Calderón, fundamos a principios de los años sesentas el Circulo de Salvaterrenses Residentes en México. Sacamos la revista San Andrés y al principio hubo mucha actividad. Pompa se puso a tramitar que la Secretaria de Educación dotara a Salvatierra con una biblioteca pública. El asunto tardaba y Pompa quiso regresar a Salvatierra impulsado por personales proyectos. Así fue como me hizo el encargo de que atendiera yo aquel asunto. Afortunadamente todo se fue resolviendo, aunque lentamente: escribimos a la Secretaria; escribimos al H. Ayuntamiento, que era presidido por don José Jiménez Díaz; se consiguió el local.
Pero había que asignar un nombre a la biblioteca, y nos pareció que él mas indicado era el de nuestro árcade romano, el ilustre padre Escobedo.
Pero sucedió que ya había en Salvatierra una biblioteca con ese nombre: la de la escuela primaria urbana Articulo 123 « La Reforma «. Hubo que ponerse en contacto con el director de esta, don José Trinidad Hernández Acosta, quien, galantemente, cedió el nombre y por ello tenemos nuestra biblioteca publica « Federico Escobedo y Tinoco «.
Con estos sencillos recuerdos quiero sumarme al homenaje que hoy se rinde al humanista coterráneo.
Cuando se decidió, después de su muerte, que una de nuestras calles llevara el nombre del ilustre humanista que tanto lustre dio a su patria chica, nos encontramos con que las autoridades se negaban a los cambios para no restar homenaje a las figuras históricas, entre ellas los héroes revolucionarios.
Propusimos que la calle de Alvaro Obregon, muy pequeña pero muy céntrica, llevara el nombre del señor canónigo Escobedo, pero, imagínense ustedes, ¡ cómo iba a permitirse ese desacato! Entonces argumentamos que el llamado Manco de Celaya tenia ya bajo su nombre no una sola calle sino una colonia, la que antiguamente llevo el nombre de Ranchito de San Elías. Así se allano aquella dificultad y por ello tenemos nuestra calle de Federico Escobedo.
En la ciudad capital, a iniciativa de Jesús Pompa Calderón, fundamos a principios de los años sesentas el Circulo de Salvaterrenses Residentes en México. Sacamos la revista San Andrés y al principio hubo mucha actividad. Pompa se puso a tramitar que la Secretaria de Educación dotara a Salvatierra con una biblioteca pública. El asunto tardaba y Pompa quiso regresar a Salvatierra impulsado por personales proyectos. Así fue como me hizo el encargo de que atendiera yo aquel asunto. Afortunadamente todo se fue resolviendo, aunque lentamente: escribimos a la Secretaria; escribimos al H. Ayuntamiento, que era presidido por don José Jiménez Díaz; se consiguió el local.
Pero había que asignar un nombre a la biblioteca, y nos pareció que él mas indicado era el de nuestro árcade romano, el ilustre padre Escobedo.
Pero sucedió que ya había en Salvatierra una biblioteca con ese nombre: la de la escuela primaria urbana Articulo 123 « La Reforma «. Hubo que ponerse en contacto con el director de esta, don José Trinidad Hernández Acosta, quien, galantemente, cedió el nombre y por ello tenemos nuestra biblioteca publica « Federico Escobedo y Tinoco «.
Con estos sencillos recuerdos quiero sumarme al homenaje que hoy se rinde al humanista coterráneo.
Nota del Editor: Arriba, la foto del cadáver de don Federico Escobedo, quien falleció el 13 de noviembre de 1949, en la ciudad de Puebla; y el cronista don Luis Castilló, después de ésta intervención, falleció el 13 de noviembre de 1999 en Salvatierra, Gto.
1 comentario:
Un ilustre Salvaterrense, mi Abuelo Luis Castillo Pérez, y toda una coincidencia el aniversario luctuoso de ambos personales. Atte. Su nieto Ricardo Rodríguez Castillo
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