lunes, 14 de junio de 2010

El molino como centro de la actividad económica, social, sentimental y tecnológica de la ciudad, por Miguel Alejo López

Del metate al molino

Miguel Alejo López
Cronista de la Ciudad de San Andrés de Salvatierra

En estos días he experimentado una espontánea alegría, será que ya están próximas las fiestas patrias que conmemoran el Bicentenario del inicia del movimiento de Independencia y el Centenario de la Revolución, no lo creo, más bien es porque mi mente ha estado ocupada con deliciosos pensamientos sobre las mujeres, y a que hombre, sin importar su edad, condición social, nivel cultural o, afiliación partidista o religiosa, no se le alegra el corazón cuando éstos vuelan hacia el bello sexo. Lo que ha dado píe a que trate de profundizar un poco sobre la enervante esencia femenina escribiendo este modesto texto al que titulo: “Del metate al molino”. Aunque parezca intrascendente, uno de los grandes inventos de la humanidad lo ha sido el molino, y más específicamente los molinos de nixtamal para producir la masa y la tortilla, alimento obligado del pueblo mexicano. La invención del molino fue más allá, se convirtió en el elemento esencial a través del cual la mujer inició el largo peregrinaje para lograr algún día, la equidad de género por medio de la educación informal impartida por las mismas mujeres, es decir, de mujer a mujer. Es sencillo entenderlo; bajo el imperio masculino la mujer fue siempre súbdita del metate, éste la mantuvo por siglos presa dentro de las cuatro paredes de lo que fuera la cocina sin dejarla ver lo que ocurría al otro lado de la cerca. Al surgir el molino, necesariamente la mujer tuvo que salir a la calle, y con esto, acceder a la socialización completa por medio de la comunicación, información y chismes que fue compartiendo con otras mujeres, llamémosles amigas, vecinas, comadres o lo que sea, y de paso, tuvo también la oportunidad de ver a otros hombres, distintos al marido, al padre o a los hermanos y por qué no, la dulce posibilidad de escoger con más libertad a un hombre como esposo, novio y hasta amante.

Todavía a mí no me queda claro eso de la equidad de género, bueno, lo del género claro que si; pero la equidad quiero entenderla, como si en igualdad de condiciones hombre y mujer tienen el mismo derecho a algo. Esto se comprueba al observar como hoy las mujeres comienzan a actuar en todos los campos del quehacer humano, por lo que los hombres no sabemos si hablar de equidad y género o de supremacía femenina y liberación masculina, sino nada más démosle una vista a la actual administración municipal, predominan las mujeres en los cargos de mayor importancia.

La principal variación que ha habido en la actuación de las mujeres desde el principio de los tiempos a la fecha, no han sido la comunicación, los medios de transporte, los descubrimientos científicos, los cambios políticos y sociales. Lo que más diferencia a la época actual de tiempos anteriores, es que los objetos que antes perseguían las mujeres eran muy diferentes a los que perseguía el hombre, en tanto que hoy en día son los mismos. Me explico: antiguamente el único objeto de la mujer era el de amar y ser amada; en la actualidad en cambio, además de seguir siendo fiel a su objeto primitivo, persigue otros, tales como ganar dinero por otros medios que el de ser amada, ocupar una curul, regiduría o jefatura de alguna oficina de gobierno, pilotear un avión, asaltar un banco, dar a luz sin dolor, amar sin dar a luz, arruinar al marido haciendo compras excesivas y, eventualmente enseñar las piernas y el ombligo para conseguir marido para después arruinarlo, a esto se le llama objeto por etapas. Es decir, los objetos de la mujer ahora son ilimitados y por naturaleza consiguen lo que quieren, desde una muñeca cuando son niñas hasta una pensión en la edad madura, recetas de cocina, un piecito o retoño de alguna plantita, cambio de un billete de mil pesos, condonación de multas, mejores precios en los artículos de consumo aunque éstos ya estén rebajados y al dos por uno. Por lo que ahora luchan las mujeres es dejar de ser mujeres objeto, si: objeto de admiración, de adoración, de inspiración, de placer, de ruina, de litigio, de guerras, recordemos que Helena desencadenó la guerra de Troya, Cleopatra perdió Egipto a manos de los romanos por andarse metiendo con Marco Antonio, y Julieta por seducir a Romeo provocó la destrucción de dos ilustres familias de Verona. También es objeto de precisión, si leyeron bien, de precisión; saben con una exactitud milimétrica: cuanto gana el marido, cuantos años tienen las amigas y vecinas y hasta en qué mes de embarazo va alguna de ellas

Para el hombre que busca la liberación, a medida que va conociendo mujeres va venciendo su timidez, hasta llegar a perderles el miedo y creer que las puede dominar con una mirada. ¡Vana ilusión y temeraria creencia! Es lo mismo que ocurre con las motocicletas: el verdadero peligro surge cuando uno cree que ya sabe manejarlas y se lanza por esas calles de Dios a cien kilómetros por hora, entonces es cuando se corre el riesgo de darse el gran batacazo. De igual manera es cuando el hombre ya es capaz de hablar a cualquier mujer sin tartamudeos y sofocos, y sin ponerse colorado; se arriesga imprudentemente a tutearla, con el resultado de que va a dar de cabeza al matrimonio, igual que el motociclista va a dar de cabeza contra un poste. Sólo que éste puede dejar tirada la moto en la calle, y en el otro caso, el varón no puede permitirse semejante lujo.

Todo anteriormente expuesto sobre la mujer, en Salvatierra no experimenta cambio alguno. Si analizamos nuestra historia local, nos daremos cuenta que de las diez personas que ostentaron el título de Marqueses de Salvatierra, la mitad fueron mujeres; además, los religiosos carmelitas, que conformaron nuestra ciudad, su poder se debió a las actuaciones, por debajito del agua, de dos mujeres: de doña Paula Henríquez de Guzmán que prácticamente les regaló la hacienda de Maravatío y de doña Josefa Bocanegra que les vendió a precio de ganga la hacienda de San José del Carmen, con lo que se adueñaron de buena parte del actual territorio municipal; y la consolidación de la colonia Álvaro Obregón a finales de la década de los treinta del siglo pasado, mejor conocida como el Ranchito, se debió a las decididas acciones del comité femenino de apoyo; y ni qué decir de nuestras leyendas, el noventa por ciento de ellas tienen como protagonistas a mujeres, desde la Taconuda del Biombo hasta la Muchacha del Mirador.

En la actualidad no cantan mal las rancheras. Si un fulano, mengano o perengano, se atreve a acercarse a más de cinco metros de distancia de Ntra. Sra. de la Luz, las piadosas damas de su asociación cargan como un batallón de dragonas contra el pobre infeliz y lo tunden a pellizcos, codazos, arañazos, patadas, y una que otra llave como las que hacia El Santo en la lucha libre; o, en la venerable Orden Seglar Franciscana no existe hermano tercero que se atreva a hacerle sombra o moverle el tapete a la Hermana Ministra; y en la ya tradicional Procesión del Silencio que se lleva a cabo cada Semana Mayor, los hombres se limitan a cargar con las pesadas cruces o vestirse de romanos, mientras las mujeres, que son mayoría, lucen preciosas con sus ropajes excelentemente diseñados, llevando consigo los símbolos de la Pasión, como la corona de espinas, el látigo, los clavos, el lienzo de la Verónica, y hasta la enorme víbora que la joven doncella acaricia con una ternura como si fuera un osito de peluche.

Por tanto, hoy nos urge como comunidad, el desarrollar una verdadera educación, formal o informal, no importa, para que tanto hombres como mujeres entendamos lo que es la equidad de género para tener una sociedad más justa y honesta, donde la mujer ocupe el lugar que debe corresponderle como ser humano.

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