Pedro Arizmendi Gugorrón con su esposa Antonia de Bilbao Palomino y sus hijos, formaron una acaudalada familia de mineros avecindada en San Luis Potosí. Don Pedro obtuvo en la segunda mitad del siglo XVI grandes extensiones de tierra mercedadas por la autoridad virreinal sobre el camino de San Felipe a San Luis Potosí y Zacatecas en el norte de lo que hoy es el estado de Guanajuato.Asentadas estas propiedades en la ruta de la plata, no producían los granos suficientes para alimentar a la creciente población que trabajaba para sus minas.
Pedro Arizmendi fijó su atención en las fértiles tierras del sur, concretamente en un pródigo valle bañado en toda su extensión por el caudaloso río Grande. Ahí estaba la solución para proveer de alimentos a su hambrienta población minera.
Su primera acción fue obtener en 1618 del virrey don Diego Fernández de Córdoba la licencia para hacer una saca en el río Grande y llevar agua por el llano de Chochones para establecer un molino de harina en ese lugar(molino de la ciudad).
En 1620 consolida su propiedad sobre las tierras de las estancias de Culiacán, el Potrero, y Corralejo, al oriente del río Grande frente a las labores de Guatzindeo propiedad de los Hernández y hasta topar con las tierras del Mayorazgo de Tarimoro propiedad de don Gabriel López de Peralta mediante una merced tierras que le otorgó la autoridad virreinal, tres años después, continua ampliando sus dominios al comprar a don Gabriel una buena parte de sus tierras ribereñas al río libres del mayorazgo.
Con acciones de esta índole la familia Gugorrón fue conformando un emporio de producción agrícola y manufacturera que culminaría con la creación de las estancias y haciendas de San José Gugorrón (San José del Carmen), la Magdalena de Gugorrón, los Negros de Gugorrón, San Antonio Gugorrón, San Francisco y Guadalupe Gugorrón, y la hacienda del Molino Gugorrón (hacienda de Sánchez).
Pedro Arizmendi Gugorrón, sin avecindarse en estas tierras y ajeno a la vida del valle y de Chochones, es el primero que emprendió la actividad económica a gran escala supeditando la producción local a la minería como actividad de primer orden en la Nueva España, creando de esta manera la dependencia económica de la región a otros polos de desarrollo por lo general lejanos que si experimentaron rápidamente el progreso gracias a la riqueza producida por estas tierras.
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