Las moradas se van definiendo como espacios territoriales en la ciudad carmelitana que es Salvatierra. La quinta Morada es directamente la oración en el templo, escuchando las enseñanzas de Jesucristo para tomar el camino de unión con Dios.
El templo Carmelita considera santa Teresa, la presencia de los predicadores, que enseñan y explican los evangelios a gente con pocas letras, pero afirma, que en la unión con Dios no se trata de entender a la perfección la predicación, sino practicar la caridad, hacer vida y obras cristiana, pues es sabido que grandes predicadores se han perdido de la gracia divina.
Para santa Teresa de Jesús, el templo es como una bodega de vino, a donde el alma es metida a meditar y conversar con Dios, distinta a la meditación personal en el jardín, que es sólo preparación para decir la unión con Dios en la oración.
La imagen icónica de la bodega de vino es traducida en la arquitectura del templo del Carmen de Salvatierra, como un espacio sencillo, humilde y despejado de adornos, como se constata en la foto de la nave principal, que tiene muros blancos y pocos adornos de decorado. Santa Teresa describe el recinto sagrado con esta expresión:
"¿No habéis oído que ya aquí lo he dicho otra vez, aunque no a este propósito de la Esposa, que la metió Dios a la bodega del vino y ordenó en ella la caridad?."(M V, 2-12)
La caridad es la real unión espiritual del alma con Dios. En el caso de los carmelitas descalzos de Salvatierra, llevaron a cabo tareas de educación de las mujeres, de la instrucción elemental y de una tarea económica de producción agrícola, edificaciones públicas, financiamiento de créditos y tareas de salubridad pública para combatir las pestes y enfermedades endémicas.
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