viernes, 29 de octubre de 2010

Narrativa visual de la memoria colectiva urbana

Mirando a lo lejos, la calle Hidalgo termina en una sobria fachada con reloj, y un triangulo de mampostería que rememora los templos griegos, sin cantera que la revista y le de un aire de elegancia, es la actual puerta principal de la fábrica textil "La Reforma".
El edificio es parte de la memoria colectiva de la ciudad, es la inmensidad de un paisaje industrial que nos sorprendía en la infancia, camino al campo deportivo "Reforma".
El espacio que ocupan los salones industriales actuales, formaban parte de la hacienda de "La Esperanza", que en la época colonial fue propiedad de Gabriel López de Peralta, quien recibió licencia del Virrey para utilizar el agua de un canal, en 1618, para fundar un molino.
La Independencia de México trajo consigo a hombres convencidos en la posibilidad de construir una nación soberana, como Lucas Alamán, quien propuso impulsar la industrialización del país como una riqueza mayor a la agricultura e impulso la industria de hilados y tejidos.
Patricio Valencia se hizo acreedor de una leyenda sobre la riqueza que llegó a poseer, pues él era analfabeta. El origen de su riqueza se explica, según la leyenda, por su afortunado hallazgo de un tesoro en las barrancas del Pico de Orizaba.
A Tecla Valencia le atribuyen la iniciativa de montar, en 1842, una fábrica de hilados en su casa de Salamanca, con maquinaria automática que le compró a una casa de Inglaterra.
Patricio Valencia en sus viajes a Orizaba conoció a un inteligente joven español, Eusebio González, a quien contrato para que trabajara en su comercio y en la fábrica de hilados.
La exitosa integración de Eusebio al negocio de los hermanos Valencia, lo llevaron a proponer construir una fábrica textil en Salvatierra, para aprovechar la energía hidráulica.
En informes al emperador Maximiliano en 1865, se consigna que el edificio del molino de la hacienda La Esperanza lo compró Patricio Valencia el 19 de noviembre de 1845, para instalar la fábrica de hilados "La Perla", en sociedad con Eusebio González.
Eusebio se enamora de la segunda hija de Patricio Valencia, Emeteria, y se casa con ella en 1851.
Patricio Valencia dicta su testamento a un escribano de Salvatierra, en 1854, donde le hereda a sus cuatro hijas las propiedades de la villa de Salamanca y la fábrica de hilados de la ciudad.
La fábrica "La Reforma", se mantuvo desde 1845, produciendo mantas de cambaya y gabardinas de algodón, a pesar del incendio del 13 de abril de 1913
El 19 de noviembre de 1945, bajo la comisión presidida por el sacerdote Gilberto Farfán y el trabajador textil Florentino Rodríguez, se coronó a la Virgen del Rosario de Capuchinas, por los 100 años de vida de la fábrica, "La Reforma".

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