viernes, 17 de noviembre de 2023

Historia Civil y Eclesiástica de Salvatierra, Gto., Vicente Ruiz Arias (Capítulo #11, transcripción)

Historia Civil y Eclesiástica de Salvatierra, Gto., Vicente Ruiz Arias

por la transcripción Pascual Zárate Avila


El Conflicto Religioso de 1926




1. - La suspensión del culto.

2. - La persecución. Solución del conflicto.


(1). - No es el propósito analizar las causas que originaron este conflicto, pero es importante comentar algunos acontecimientos de esta época porque vino a robustecer y a levantar el culto a la Virgen de la luz en Salvatierra. Es difícil agotar este tema porque independientemente del problema que se suscitó con motivo de la ley Calles, se presentaron por problemas políticos: el movimiento agrario, los cristeros y la cruzada que iniciaron los protestantes de la iglesia metodista, estableciendo en 1928 el templo evangélico en la congregación de La Luz; y abierto al culto público el 22 de septiembre de 1929, según parte que se rindió al gobierno del Estado.

Por motivo de la ley Calles y previo acuerdo de las autoridades eclesiásticas, se tomó la determinación de suspender el culto, por lo que el arzobispo de Michoacán lo hizo saber en una circular con fecha del 15 de julio de 1926. En este aviso se sacaron de la iglesia los objetos más valiosos que se depositaron en casas de vecinos del medio de reconocida honorabilidad para tenerlo bajo su custodia. 

El señor cura don Rafael Lemus que vivió esta difícil situación a cargo del curato, hizo entrega a don Jesús Nieto de los objetos sagrados para después buscar refugio en la parroquia de Pénjamo.

Francisco Díaz Barriga que fungía como presidente municipal, intervino con prudencia y con la colaboración de los salvaterrenses se nombraron las juntas de vecinos, quienes tuvieron la custodia de todas las iglesias a partir del 1 de agosto de 1926. Los nombramientos que se otorgaron y que en su mayoría fueron voluntarios fueron los siguientes: 

Iglesia parroquial: Jesús Nieto, Remigio Villafuerte, Jesús Ramírez Sosa, Silvestre Martínez, José Espino, Rosalio Lira, Roberto Lomana, Jesús Hurtado, Teófilo Méndez y Vicente Arenas. 

Iglesia del Carmen: Joaquín Morales, José Almanza, Félix Almansa, Jesús Aguilera. Sacramento Guerrero. Miguel Calderón, Refugio Bocanegra, José Moreno Sancén, Juan N. de la Mora y Mucio Flores.

Iglesia de San Francisco: Romualdo Cruz Hernández, José Arreola, Santos Navarrete, Diana Arriola, Trinidad López, José María Núñez, Juan Villagómez, Matilde Salgado, José Dolores Herrera, Refugio Álvarez y Secundino Mercado. 

Iglesia de Capuchinas: Clemente Carreño, Pedro Díaz, Francisco Vélez, Pedro Sanabria. Zenón Vélez, José María Ramos, Rafael Cornejo, José Vera, Ramón Flores y Lucio Villagómez. 

Oratorio de los Dolores: José Villagómez, Tomás Ponce, Miguel Reséndiz, Zacarías Martínez, Rafael Guerrero, José Moreno, Gaspar Reséndiz, Teódulo García y Gregorio Aguilar. 

Iglesia Barrio de San Juan: Ricardo Loé, Trinidad, Plutarco Zavala, Rafael Espitia, José Ruiz, Jesús María López, Andrés García, José Espitia, Ignacio Toledo y José Ortiz. 

Iglesia de Santo Domingo: Esteban Mosqueda, Santiago Rosillo, Antonio Moreno, Fructuoso Saavedra, José Méndez, Carlos Ramírez, Pedro Espino, Pedro Márquez y Jesús García. 

Con el carácter de vicario sustituto, el señor cura don Rafael Méndez permaneció en Salvatierra, sufriendo penalidades por lo tenso de la situación. En esta época se administraba el bautismo y otros sacramentos en casas de particulares, procurando hacerlo con muchas precauciones y reservas. 

Quiénes ejercían mayor presión en la población eran los comandantes militares que ocupaban la plaza. El suceso que conmocionó a la población fue la muerte del religioso franciscano fray José Pérez. Por instrucciones del general Juan Domínguez, jefe de operaciones militares de Michoacán, el coronel don Severiano Pineda Mares, jefe del regimiento de la zona de Celaya, desarrolló una activa campaña por la Sierra de los Agustinos para exterminar las partidas de rebeldes y cristeros que merodeaban por el rumbo. En esta excursión aprendieron al padre Pérez en la Cañada de Tirados, quien fue conducido en cuerda a Salvatierra y ejecutado el 2 de junio de 1928, en terrenos de la hacienda de Cacalote. 



Fue hasta el año siguiente cuando mejoró la situación cuando la Secretaría de Gobernación ordenó a las juntas vecinales entregar los templos a los sacerdotes que deberían encargarse de los mismos. El 5 de septiembre de 1929, el Arzobispado de Michoacán nombró al presbítero José E. García, párroco de Salvatierra en substitución del presbítero Rafael Méndez, y fue hasta el 8 de noviembre del mismo año, cuando el oficial mayor de la Secretaría General correspondiente al primer Departamento de Instrucción Pública, Gobernación y Guerra del Estado de Guanajuato, comunicó al C. presidente municipal de Salvatierra los nombres de los sacerdotes autorizados para ejercer su ministerio, que fueron los siguiente: 

En Salvatierra: José García, Nazario Martínez, Salomé Navarrete. Francisco Ayala, Ramón Aguilar y Gregorio Linares. 

Urireo: Jesús Arriaga. 

Eménguaro: Francisco Mendoza. 

Santiago Maravatío: Gregorio Navarrete. 

San Nicolás de los Agustinos: Adeodato Castillo. 

El Sabino: Bardomiano Pantoja. 

No hay comentarios: